Cáncer terminal lo hizo saltar del puente al río Grijalva

La tumba líquida aguardaba paciente. No tenía prisa. El hombre, sí. Cada segundo que transcurría era interminable, insufrible, doloroso. Moría lentamente. Prefirió acelerar su partida. Saltó del puente al río Grijalva.

El agua, sinónimo de vida, fue instrumento de muerte para Octavio Fabián Pinto (71 años).

Parado a la orilla del puente Belisario Domínguez, el hombre observaba la corriente fluvial. El río parecía sereno, pero bajo la aparente calma corría una corriente furiosa.

El septuagenario también lo parecía. Las apariencias engañan. Bajo la aparente calma de su rostro había un turbulento mar de dolor, tristeza, miedo y desesperación.

Había sido diagnosticado con cáncer terminal. Octavio no soportaba un segundo más la risa burlona, macabra del destino.

El cerebro, confuso por el dolor y el miedo, ordenó al cuerpo tomar la única salida posible. No la mejor. Saltar. Y el hombre saltó.

Algunos fueron testigos del suicidio. Y gritaron a los lancheros que pasaban se detuvieran para sacar al hombre que aún flotaba.

El rescate fue tardío. La sola caída fue mortal para el cuerpo. Ya el interior estaba muerto desde antes de saltar.

Paramédicos del ERUM confirmaron el deceso. Peritos de la PGJE tomaron conocimiento del hecho, y ordenaron el levantamiento del cuerpo para ser trasladado el Semefo de Tuxtla Gutiérrez.