Al filo de la muerte tras 26 años de adversidad

Duerme sobre el piso frío del Hospital Gilberto Gómez Maza. Está desvelada. Exhausta física y emocionalmente. La colecta nocturna fue un fracaso. Solo le dieron 20 pesos.

Para completar el cuadro deprimente, un policía privado llega y la levanta. “Me va regañar Protección Civil”, le dice. Mientras ella lucha afuera con todo esto, adentro su hermano lucha por su vida. Sus riñones se secaron.

Con los cabellos enmarañados, sorprendida, la mujer despierta y se levanta. Se ha levantado muchas veces de terribles adversidades. Ahora espera sea igual que las otras veces.

Amelia Díaz Álvarez no disimula su dolor y angustia. Es de Huitiupán, Chiapas. Su hermano Pascual Diaz Álvarez, de 32 años, está grave. Sus riñones se “secaron” hace 4 meses y medio; desde entonces es tratado. Urge un transplante.

Por el momento recibe hemodiálisis tres veces por semana, pero los costos son una pesada “losa” para las hermanas de escasos recursos.

Una sesión sale en mil 200 pesos, no pueden pagar las tres semanales. A veces sólo pueden cubrir una. A veces ninguna.

Mientras se alisa el cabello, Amelia dice que hace dos meses y medio su hermano Pascual fue ingresado al Hospital Gómez Maza. Fue entubado. Lo desahuciaron.

“Pero mi hermano despertó y tenemos esperanza”, dice Amelia. Motivada por el regreso de su hermano y orillada por la imperiosa necesidad, Amelia sale a recolectar ayuda a la calle, mientras su hermana Antonieta cuida de Pascual.

“He ido al DIF Municipal, Estatal, a la Presidencia Municipal, al Congreso y nadie me ayuda, se burlan de mi, me insultan, me humillan, me maltratan… es desesperante”, dice Amelia y suelta el llanto.

Sus lágrimas, cual bálsamo, tratan de aliviar su inmenso pesar. “Ayer una mujer me dio 20 pesos, pero también una gran maltratada”, dice Amelia. Y el policia privado, al levantarla del piso, se suma a la lista de maltratos.

“Nos sacan a las 6 y entramos hasta las 11. No importa si llueve”, dice.

Pero eso no es nada. Pasan hambre por no tener dinero. “Esperamos cada que viene alguien a regalar café”, dice Antonieta.

Con gran sacrificio, a veces Amelia logra juntar 70 pesos al día. Nada ante el cúmulo de necesidades.

Cuando Pascual no es hemodializado, se hincha, su pulmón se llena de agua. Y se deprime. Prefiere dejarse morir. No quiere ver sufrir su calvario a sus hermanas.

“Pero yo le doy ánimo, le digo que va a salir de ésta”, añade Amelia. “Es mi hermano, pero lo quiero como mi hijo. Soy la mayor”, agrega.

Mientras se seca una lágrima, recuerda su triste infancia. “Desde pequeño, a los 6 años, mi hermano Pascual se hizo cargo de mis hermanitos. Mi papá, lejos de ayudarnos, explotaba a mi hermano y a mí. Si no llevábamos nada de dinero nos golpeaba.

”Ganábamos bañando caballos, cerdos, acarreando agua porque en mi comunicada no hay”, dice y vuelve a llorar.

Toda su vida ha estado marcada por el sufrimiento y se pregunta en qué momento acabará.

“Incluso mis tíos nos golpeaban y ni mi papá ni la autoridad nos defendian. No hay ley en mi pueblo”, dice.

Amelia se hace la fuerte. “Yo también estoy mal, pero no importa, mi hermano es la prioridad”. Pero cuenta que sufre trastorno bipolar, hipotiroidismo y asma.

Por ello eleva su plegaria al cielo y estira la mano a la sociedad en espera de ayuda.

Da su número de cuenta en Oxxo, 4766 8407 3206 9690 y su teléfono 9921112720. Si alguno duda puede ir personalmente a verlas al Hospital Gómez Maza.

Ruega si alguien tiene cápsulas Oroxadin de 100 mg, pues las necesita.

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