Asume nuevo obispo de San Cristóbal

Rodrigo Aguilar Martínez asumió ayer el cargo de obispo de San Cristóbal de Las Casas, en sustitución de Felipe Arizmendi Esquivel, quien renunció el 1 mayo de 2015 al cumplir 75 años de edad, como lo establece el derecho canónico.

El nuevo prelado recibió su ministerio precedido de danzas y rituales autóctonos tradicionales. En la homilía, Aguilar Martínez aseguró que se mantendrá en oración y contribuirá a la relación entre diferentes sectores supere “los rencores, la violencia, la corrupción” y “todo aquello que nos ha invadido y pretende enseñorearse y adueñarse del territorio, de las comunidades, de nuestra vida y someternos”, enfatizó.

Les dijo que caminará al lado de los católicos de esa diócesis, pues “vengo con la paz de saber que me envía Dios a servir”.

Rodrigo Aguilar fue designado obispo de San Cristóbal de las Casas el 3 de noviembre pasado, tras fungir como obispo de Tehuacán, Puebla, y de Matehuala, en San Luis Potosí.

La secretaria canciller diocesana, María del Refugio Esparza Macías, pidió al prelado que transitaran juntos hacia el sueño de ser una Iglesia autóctona, liberadora, evangelizadora, servidora, en comunión y bajo la dirección divina.

La asunción del obispo fue en el Barrio Guadalupe, en el Oriente de esa ciudad de los Altos de Chiapas, donde centenares de devotos acompañaron al líder católico a la Plaza Catedral, lugar en el que se realizó la misa debido al proceso de reparación de la catedral dañada por el terremoto del 7 de septiembre pasado.

A la celebración acudieron miles de feligreses, la mayoría indígenas, así como el nuncio apostólico, Franco Coppola, unos 30 obispos mexicanos y Álvaro Ramazzini, de Guatemala, además de autoridades federales y estatales.

En la bienvenida a su relevo y despedida diocesana, Arizmendi Esquivel, quien anteriormente fue obispo de Tapachula durante 10 años, dijo que, tras 17 años en el obispado de San Cristóbal de las Casas, no se considera satisfecho.

Esto, porque persisten la situación de pobreza y marginación, “y no hemos hecho más por su promoción integral”. Pero, además, en algunos sectores de la sociedad continúan actitudes de rechazo hacia los indígenas y su cultura.

En esta indiferencia, advirtió, “se van perdiendo idiomas y buenas costumbres. La nueva cultura mediática invade y desequilibra toda su vida personal y familiar”.

Expresó su dolor por el desplazamiento de cientos de indígenas pobres del municipio de Chalchihuitán, aunado a las divisiones políticas en Oxchuc, en Chenalhó y “en tantas otras partes” y porque está avanzando el proceso electoral 2018 y se observa un deterioro de la democracia porque “hay luchas implacables por el poder en todos los niveles y se degeneran las campañas en oferta de dádivas y en promesas difíciles de cumplir”, alertó.

Al cierre de su ministerio en Chiapas, donde Arizmendi Esquivel ha permanecido por 27 años, dijo sentirse bien, pues “entre todos hemos procurado continuar la línea marcada en el III Sínodo Diocesano, aprobado por mi antecesor, monseñor Samuel Ruiz García, de ser una Iglesia autóctona, liberadora, evangelizadora, servidora, en comunión y bajo la guía del Espíritu”, expuso.