Bersaín Barrientos, un Parachico de experiencia

La fiesta grande de Chiapa de Corzo inició el pasado 4 de enero, donde al menos seis mil Parachicos danzarán en los próximos días. La edad para bailar no importa, por lo menos para Bersaín Barrientos Escobar, quien este 20 de enero cumplirá 73 años de bailar en las calles del municipio.

En la casa museo del Patrón, relata que en todo ese tiempo no ha faltado un sólo día ni año para cumplir con las tradiciones; dice que Dios y San Sebastián Mártir le otorgaron licencia para cumplir con estos compromisos.

Comparte para los lectores de Cuarto Poder que, a pesar de la edad, bailar con los Parachicos es sinónimo de fuerza, de energía y motivación, para enfrentar las adversidades que vienen.

Añade que hace dos años sufrió un derrame cerebral, padecimiento que logró superar con el paso del tiempo; durante un mes se recuperó y en enero de este año agradeció la oportunidad de volver a danzar.

Con lágrimas en los ojos puntualiza que ser Parachico es un don que se trae en la sangre, que Dios y las imágenes para quienes baila le han regalado.

Describe que en el mes de enero “el cuerpo se empieza a enchinar” y sólo esperan el momento para bailar y así lo hará hasta que su cuerpo se lo permita. Desde niño, recuerda, su familia le inculcó la importancia de vestirse siempre en la casa del Patrón.

Esta tradición milenaria fue heredada por su abuelo y paso por las siguientes generaciones; su máscara más vieja tiene más de 100 años y, aunque artesanos profesionales le han pedido que la resguarde para que no se desgaste más, es su preferida para estas fechas.

Después de las 8:30 del día de este 15 de enero, los Parachicos salieron a danzar a las calles de Chiapa de Corzo, para revivir esta tradición que fue declarada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Ajusta su camisa y piensa: “son las monteras tradicionales o rústicas, las que adornan parte de la vestimenta principal de los Parachicos”, aunque recuerda que ahora algunas personas le agregan listones que rompen con la originalidad de la tradición.

A esto se le agrega la camisa blanca, el pantalón negro, la máscara, el chinchín, el sarape, el pañuelo que va sujetado a la cabeza, así como una faja colocada en la cintura. Bersaín dice que, aquellas personas que se visten para seguir fomentando la celebración, no se fijan en el precio que pueda costar todo el traje.

Ser Parachico, cuenta, también significa prepararse física y espiritualmente para las fechas especiales y, para que se aguante las 13 o 14 horas de baile, también las personas deben alimentarse de manera equilibrada para aguantar todo el recorrido.

Lamenta que los jóvenes se molesten cuando los parachicos veteranos los aconsejan sobre cómo utilizar la ropa de manera adecuada. En este año el recorrido fue diferente, la danza se dio a las afueras de varias iglesias, pero el fervor en el zapateo fue el mismo. Ningún fenómeno social ni natural ha detenido estas celebraciones.

Hace mucho tiempo, recuerda, tuvo que renunciar a muchos empleos para no faltar a las celebraciones y, a más de 70 años de danzar, no se arrepiente porque su “tradición es única”.

“Ser Parachicos es una tradición que representamos a nivel mundial y es una cosa formidable, que no tiene nombre (…) es una promesa que tengo desde la edad de cuatro años”, finalizó.