Buscó a la muerte de madrugada

Tiene 16 años. Es apenas una niña. A su edad no puede entender la vida, mucho menos la muerte. Sin embargo, huyó de aquella y buscó a ésta. Eligió la hora de más sueño, cuando nadie pudiera intervenir para frustrar su intento; pero la luz de la esperanza se encendió en medio de la oscuridad literal y emocional. La menor fue rescatada con vida.

La edad de los sueños e ilusiones, la primavera de la vida, los 16 años, es el mejor tesoro. Pero para María Inés “N”, esta joya perdió valor y la quiso arrojar al pozo cenagoso de la muerte.

Es que la vida le pesaba cual insufrible loza, sus pensamientos abigarrados como potros desbocados cabalgaron caprichosos, desenfrenados por el valle de la imaginación.

Y comenzó a idear la forma más rápida, menos dolorosa, de terminar con su calvario. La menor eligió cortarse las venas a la altura de las muñecas de las manos.

La hora de más sueño para sus familiares, las 2:30 de la madrugada, fue la elegida. La oscuridad era densa, literalmente, en la calle y en la casa de María Inés, sobre la 17 Sur entre 1ª y 2ª Oriente, en el barrio San Francisco de Tuxtla Gutiérrez.

Pero más oscura era el alma, la mente de la menor, quien no veía la luz al final del túnel.

Y comenzó su obra, extraña obra. Porque la primavera no puede mutar en otoño e invierno de forma tan brusca. Porque los sueños hermosos no deben truncarse y tornarse en horrible pesadilla. Porque los pies juveniles son ágiles para trepar sobre roca firme y no hundirse en la arena movediza del fracaso.

Y el corte en la muñeca deja salir la primera gota de sangre. María Inés se estremeció, pero prosiguió. Sin embargo, sus sollozos despertaron a sus seres queridos, que al verla en esa condición la tomaron y la subieron a un auto particular. No había tiempo que perder en espera de la ambulancia.

La menor fue internada en la clínica de la Cruz Roja Mexicana. La luz de esperanza se encendió a tiempo. Juntos celebraron a la vida, pues a pesar de todo… qué linda es la vida.