Celia, policía con 26 años de servicio

A sus 62 años de edad, 26 de servicio ininterrumpido, 30 inviernos de ser madre soltera y trabajar para darle carrera a sus seis hijos, la mujer tiene la firme convicción de seguir sirviendo y protegiendo a la ciudadanía. “Me gusta mi trabajo, es mi hogar y mi vida” dice. Ella es Celia Pérez Ortega, una valiente mujer policía de la SSyPC.

La voz del instructor retumba bajo el domo, al gritar: “¡Alto, ya!”. La marcha, el trote y otros ejercicios como parte del adiestramiento físico, han concluido, pero los elementos no son reclutas, sino elementos operativos en activo.

Tras un breve descanso, el grupo de policías se acerca a una mesa de madera, donde el instructor tiene varias armas, largas y cortas. Es el momento de reafirmar sus conocimientos en tiro, arme y desarme.

En el grupo hay 20 hombres y solo tres mujeres, entre éstas sobresale una mujer de la tercera edad: Es Celia. Mientras las otras más jóvenes dudan un momento al mencionar cada parte del arma, Celia sonríe tranquila. No solo dice el nombre de cada parte, sino que explica el funcionamiento respectivo, siente nervios también durante la evaluación, pero le parece algo normal.

Sus manos, aunque surcadas por arrugas propias de su edad, tienen la firmeza de los adultos jóvenes al sostener el arma corta.

Tras pedir permiso para brindar la entrevista a este medio, Celia dice ser policía tercero, con número de orden 1733, elemento operativo de la Policía Estatal Preventiva (PEP).

“Vengo del módulo 35, mi jefe es el comandante Tiberio”, explica sin perder la gallardía y firmeza en posición de firmes.

Entrevistada en las instalaciones del Instituto de Formación Policial, Celia dice que lleva 26 años de servicio continuo. “Cuando ingresé no existía la Academia de Policía, estábamos en base Cóndor, 6a Sur y 2a Oriente de Tuxtla, ya luego es que fuimos a un curso al surgir la Academia, pues venimos a reafirmar los conocimientos”, agrega.

Para tomar los cursos de capacitación continua, no hay fecha especial, es cuando nos llamen, explica. Así, Celia ha tomado cursos de derechos humanos, actualización, de tiro, arme y desarme, entre otros.

Parada entre muchos hombres, Celia dice no sentirse rara ni mal. “Ya me acostumbré, voy de un lugar a otro, de servicio, siempre hay más hombres que mujeres, pero ninguno de mis compañeros me humilla, mis jefes me apoyan; hay respeto”, afirma.

Celia es oriunda de la colonia Sinaloa, municipio de Frontera Comalapa, pero radica en Tuxtla Gutiérrez desde hace 30 años. “Ya soy coneja”, dice y sonríe.

Hace tres décadas inició una nueva etapa en su vida, cuando el hombre que juró amarla se fue con otra mujer, dejándola con seis hijos. Vino a Tuxtla y aquí encontró a su “gran amor”: el trabajo de policía.

“Ellos (hijos) son mi motor. Aunque al principio me decían que dejara el trabajo de policía en cuanto terminara su carrera mi hija mayor, porque ella me apoyaría, no dejo el trabajo porque es mi hogar, mi vida. Me gusta servir y proteger a la ciudadanía”, puntualiza Celia mientras lanza un suspiro.

“Si Dios me lo permite me voy jubilar aquí, uniformada y siendo operativo”. Ahora, aunque sus hijos se casaron (tiene uno soltero) y terminaron sus carreras, su motor son sus nueve nietos.

Cuestionada sobre su momento más difícil como policía, Celia asegura que fue al sufrir dos accidentes en la moto patrulla. Ella estuvo siete años en el Grupo Motorizado de la PEP. Automovilistas que iban sobre una calle la embistieron cuando iba de servicio, sobre una avenida en Tuxtla Gutiérrez.

En un extremo de la cancha techada, un grupo de cadetes practica también arme y desarme. Hay una joven mujer entre ellos. Celia les aconseja “en este trabajo échenle ganas, hay momentos difíciles, pero no es de otro mundo. Hay que ir a desalojos, desbloquear carreteras, pero Dios está con nosotros y no debemos decir no puedo; si me dicen te vas de comisión, me voy, no me echo para atrás”, dice con voz enérgica y segura de sí misma.

El curso concluye y la entrevista, también. Celia menciona que entrena al parejo con sus compañeros, aunque algunos le sugieren que se siente. “No, no me gusta estar sentada, aunque tenga el 50 por ciento de capacidad, hago los ejercicios, todos los días camino y corro en casa. Como poca carne, más verduras y frutas; no tomo alcohol ni fumo”, añade.

Como colofón, Celia agradece la entrevista y envía saludos a sus compañeros, jefes y familia. Y al acordarse de su ex pareja dice: “es su derecho de irse con otra, yo no busqué otro hombre por mis hijos, pero mi trabajo es mi gran amor”. Celia es una mujer apasionada de la vida, amante de su trabajo y con vocación de servicio. Es una agente de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, formada para servir y proteger.