A propósito del bastón de mando que este sábado le entregaron en la Ciudad de México los pueblos indígenas al presidente Andrés Manuel López Obrador, el director del Centro Estatal de Lenguas, Arte y Literatura Indígenas (Celali), Enrique Pérez López, afirmó que en la cultura de muchos pueblos originarios, el bastón representa “el poder y la autoridad” espiritual y moral.
“El bastón representa el poder, la autoridad y quien lo porta carga simbólicamente el poder. Si no tiene el bastón no tiene mando; aunque esté elegido, no está completo el cargo”, agregó.
“Seguramente esta tradición viene desde la instauración de los cargos en el siglo XVIII, pero también los mayas prehispánicos los usaban y los hacían tener el poder”, aseveró.
Señaló que los bastones son de cedro y con cabeza de plata, aunque también los fabrican de caoba. “Sabemos que en Tenejapa hay una persona que los hace, pero sobre todo se fabrican en San Cristóbal. Los mandan a hacer aquí y tardan entre uno o dos meses cuando son para todo un Ayuntamiento”.
Abundó: “El poder del bastón es tal que si se pierde o alguien no lo entrega, ya se amoló la tradición y lo que representa, y si se usa uno que no es el que tiene mucha historia, entonces el poder no está cargado del simbolismo”.
Pérez López manifestó que en Tenejapa “no está permitido soltar le bastón en algunas ceremonias; si la persona que lo porta lo suelta es castigada, antes con cárcel, ahora con la entrega de posh o de refresco. El bastón de mando no se debe de perder, pues tiene un carácter sagrado. Se le dice en tsotsil se le shul vaxtón porque tiene el espíritu del cargo”.
Señaló que en la actualidad “la figura del bastón se ha abaratado o prostituido un poco porque los presidentes municipales los entregan a los políticos. Es un acto burdo lo que hacen porque ellos no están autorizados para entregar bastones de mando, sino sólo los pasados, los que fueron autoridades. En Chenaló, por ejemplo, lo entrega el tocador de flauta y trompeta”.
Además, detalló, en algunos municipios como Zinacantán, la tradición marca que se deben de realizar ceremonias cada determinado tiempo para el lavado de los bastones de mando que usan las autoridades.