Buscan revertir daños causados por lixiviados y aguas residuales

Los grandes problemas de contaminación que se han presentado en el medio ambiente a nivel local han generado que Teresa de Jesús Sánchez Sánchez y Blanca Sofía Guadalupe Galicia de la Cruz, estudiantes de la Maestría en Ingeniería Bioquímica del Instituto Tecnológico de Tuxtla Gutiérrez, desarrollen trabajos de investigación para conocer a detalle los daños que provocan los lixiviados al ecosistema, pero también para conocer los beneficios que pueden resultar de las aguas residuales que deja la producción del café.

En la primera intervención, Sánchez Sánchez explicó que la idea central de su proyecto es la aplicar tratamientos a los lixiviados para evitar el deterioro ambiental, debido a que se trata de líquidos que se generan en los rellenos sanitarios y que son altamente contaminantes.

Lleva alrededor de dos años con el trabajo; en esta etapa lo que se busca es revalorizar los materiales que se extraen del relleno sanitario, con la intención de darle un uso eficiente.

Ubicación

Durante el desarrollo del trabajo de investigación acudió al relleno sanitario que se ubica en Tuxtla Gutiérrez y al tiradero a cielo abierto que está en Berriozábal; el primero tiene más de ocho años de operación; el segundo, más de 12 meses pero fue clausurado.

El tiempo que llevan ambos espacios, explicó la estudiante, facilita la generación de microorganismos, mismos que son capaces de degradar la materia orgánica que contienen los lixiviados.

Mencionó que los lixiviados contienen todo tipo de contaminantes, derivado de la degradación que tienen los residuos que son alojados con el paso del tiempo en los rellenos.

Se esperan resultados contundentes en un tiempo aproximado de 12 meses, para analizar con qué residuos llegaron los lixiviados y cómo quedaron. La próxima semana tendrían algunos avances de las primeras semanas de tratamiento.

Asesoría

José Humberto Castañón González, investigador de la Maestría en Ciencias en Ingeniería Bioquímica de dicho instituto, puntualizó que ahora los proyectos de investigación están enfocados al tratamiento de las aguas residuales.

El siguiente paso del trabajo de Teresa de Jesús, comentó, es descubrir (con el apoyo de otras instituciones) cuáles son los metales pesados que están presentes en los lixiviados, pero también para entender si, después del tratamiento, siguen vigentes, disminuyeron o aumentaron sus concentraciones.

Agregó que se utilizaron dos reactores biológicos (en Tuxtla Gutiérrez) con varios años de diferencia, para entender qué tanto pueden degradar los lixiviados al medio ambiente, pero también para entender el comportamiento de los “residuos jóvenes” bajo las mismas condiciones de temperatura y operaciones.

En tanto, Galicia de la Cruz comentó que ella está trabajando con aguas residuales que provienen del procesado del café y, aunque se trata de un producto demandado a nivel nacional e internacional, también se producen algunas afectaciones al medio ambiente.

Puntualizó que, para obtener el grano, se realizan dos procesos: uno seco y el otro por vía húmeda. En el segundo concepto está enfocado su análisis que, aunque genera mejor calidad para el aromático grano, también provoca alta concentración de materia orgánica.

Lo que tiene hasta el momento es la caracterización de los residuales y las primeras pruebas ya se hicieron en laboratorio; las muestras indican que, para obtener un kilogramo de café, se produjeron 40 litros de agua.

El líquido será tratado en un reactor para conocer los microorganismos que contiene, el aprovechamiento de los nutrientes y de materia orgánica, lo que facilitaría el uso en riego o en otras actividades.

Las pruebas se realizarán con tres tipos de sustancias: heces de borrego, lodos de una planta de tratamiento y material del cielo abierto de Berriozábal.

Sobre el proyecto de las aguas residuales que genera la producción del café, dijo el investigador, es de vital importancia porque a nivel internacional muchos países exigen a los productores a que hagan tratamientos de los residuos y, aunque el impacto es menor porque se genera una vez al año, es necesario que las fincas estén tecnificadas y el vital líquido se pueda reutilizar.

Castañón González mencionó que los trabajos de investigación de las alumnas son innovadores (a pesar de la cantidad de información que existe sobre el tema), principalmente porque las condiciones de los rellenos sanitarios son diferentes en todo el país.

Finalmente, reconoció que para llevar a cabo estos trabajos es necesario que las autoridades (hasta educativas) faciliten recursos; afortunadamente, aseguró, han tenido el apoyo en estos temas para avanzar en los proyectos.