Un teléfono móvil o una tableta electrónica en manos de un niño sin supervisión adulta puede representar un grave riesgo para su integridad y la de toda su familia.

La presidenta de la Fundación Internacional Granito de Arena, Elena Torres Villanueva, comenta que con la nueva era digital los tipos de abuso aumentan y pueden ocurrir en cualquier lugar del estado y del país. Los más vulnerables son los niños.

Cuando un menor utiliza un aparato electrónico sin supervisión y tiene acceso a las redes sociales, existe el riesgo de que proporcione información personal, como su dirección, nombres de sus familiares, números telefónicos o de otro tipo; lo más grave es que pueden, incluso, bajo engaños, enviar fotografías de sus cuerpos para utilizarlas como pornografía o amenazarlos.

Son más vulnerables en municipios con menos índice de población, donde los niños acostumbran salir a jugar a la calle, a diferencia de ciudades como Tuxtla Gutiérrez.

Lo más recomendable para los padres de familia es instalar en el móvil aplicaciones de Control Parental para conocer toda la actividad que sus pequeños realizan, aunque lo mejor sería que tuvieran acceso a un equipo de estos hasta después de los 14 años, principalmente a las redes sociales.

Torres Villanueva dijo que en la última escuela donde trabajaron, la primaria “Adolfo López Mateos” en Mezcalapa, encontraron que varios menores de tercero a sexto grado ya cuentan con teléfono celular propio y tienen acceso a redes sociales, y la mayoría de ellos dijeron que sí platican con personas desconocidas.

Añadió que en otros municipios donde han realizado brigadas también han encontrado casos de niños menores de 12 años que tienen acceso a redes.

En ese contexto, celebró que el acoso cibernético ya es considerado un delito en el estado, el cual debe ser de conocimiento de la población en general, ya que han recibido casos de acoso cibernético contra niños.

Como el de un menor de 12 años, a quien los padres revisando su teléfono celular le encontraron conversaciones con una persona desconocida.

Los papás se dieron cuenta de que su hijo había enviado imágenes del exterior de su casa, de él y su ubicación, además de datos personales a una cuenta de una supuesto niña.

El padre consideró que era evidente que no se trataba de una niña, sino de una persona que buscaba obtener información personal para otros fines, y con ello puso en riesgo a toda su familia.