Cuando Estados Unidos era virgen
Una de las vistas de Yosemite de Carleton Watkins expuestas en Casa de América. Cortesía

Hubo un tiempo en que los presidentes de Estados Unidos se preocupaban por preservar el patrimonio natural de su país, el tren era el medio de transporte para recorrer largas distancias y las cámaras de fotos no se llevaban en el bolsillo, sobre todo porque podían pesar entre 500 y mil kilos.

No solo la cámara, todos los aperos necesarios para revelar: laboratorio, líquidos, negativos... Ese era el tiempo de Carleton Watkins (1829-1916), uno de los fotógrafos estadounidenses más importantes del siglo XIX, uno de los que captó instantáneas que forman parte del imaginario colectivo de su país, como son las que hizo en el valle de Yosemite (California).

Algunas de estas fotografías, nunca expuestas antes, se pueden ver hasta el 20 de julio en Watkins, el paisaje de Estados Unidos en la colección fotográfica de Sorolla, una muestra en Casa de América (Madrid) con 34 imágenes pertenecientes a la colección del Museo Sorolla.

Son solo una parte de las 77 que desde 1909 se conservan en la casa del pintor valenciano, donde las envío su amigo y mecenas Archer Milton Huntington, fundador de la Hispanic Society of America.

Pero, ¿cuál era la intención de este regalo? Un proyecto malogrado de viaje para que Sorolla pintara el paisaje americano, como se deduce de su respuesta en una postal: “Amigo buenísimo mío. Hoy llegaron a mi poder las hermosas fotografías de California, son un acicate enérgico, ¡hay que pintar América!”.

El fotógrafo, originario del Estado de Nueva York, viajó a la costa Oeste, donde permaneció hasta su muerte. Cruzó el país con Collins Potter Huntington, padre de Archer Milton Huntington, ambos invadidos de un espíritu aventurero fruto de la fiebre del oro, pero ninguno de ellos se dedicó directamente a la búsqueda del preciado metal.

Aunque sí indirectamente, ya que Huntington abrió un negocio para suministrar material a los mineros. Así empezó a labrar una fortuna y acabaría convirtiéndose en uno de los más importantes empresarios dedicados a la expansión del ferrocarril en Estados Unidos.