Don Élfego Ruiz Soto camina lento con ayuda de un bastón, con esfuerzo da algunos pasos, le duele su pierna izquierda, sin embargo comenta que su padecimiento no es su mayor pesar, es su hermano mayor de 72 años, a quien cuida porque se ha enfermado de la próstata, cuando se agrava por las noches no tiene dinero para transportarlo.
Él también es de la tercera edad, tiene 62 años, parece mayor; dice que solamente se dedica a cuidar a su hermano, Joel Muñoz Soto. Por las madrugadas, cuando los dolores invaden a su hermano, tiene que sacarlo como puede y pedir de favor a algún vecino para transportarlo a la Cruz Roja.
Ambos son desempleados, don Élfego sobrevive de los apoyos gubernamentales y de vez en cuando en su andar por Tuxtla Gutiérrez, en algunas fondas le regalan platos de comida, como buen hermano come la mitad y el resto la guarda para quien lo espera en casa, pero aveces son platillos picantes, no puede compartirlo, afectaría a su hermano, con tristeza tiene que comérselo solo.
Cada atención en la Cruz Roja le cuesta entre 200 y 300 pesos, mensualmente tienen que quitarle la sonda que le han puesto a su hermano, a diario se la tiene que asear, no hay quien más lo haga, los medicamentos que les recetan cuestan aproximadamente 400 pesos.
“En el día está tranquilo, pero en las noches entramos en apuros. Desde hace casi un año estamos así. En junio su enfermedad lo atacó más y le tuvieron que poner una sonda debajo de su ombligo”, contó Ruiz Soto.
Por las noches su hermano mayor tiembla por el dolor que le da en la próstata, la fiebre también es partícipe, debido a su edad puede morir de dolor.
En el hospital Gilberto Gómez Maza lo han atendido, pero le piden documentos que no tienen, ni los conocen. No se han podido afiliar al Seguro Popular, por ello a veces les quieren cerrar las puertas en este hospital, para colmo viven justo en la línea divisoria entre Tuxtla Gutiérrez y Berriozábal, se llama La Libertad.
“No tenemos familia solamente soy yo, sinceramente ya no se y ya no tengo cómo ayudarlo. Pero no puedo dejarlo, ni siquiera un día porque temo se me pueda morir. No encuentro qué hacer y más así como estoy”, relató.
Cuando se le acaba lo poco de su dinero, Élfego tiene que salir a pedir algunas monedas con la gente, para poder sobrevivir y comprar aunque sea unas tortillas.
Don Joel, oriundo de Chicomuselo, siempre se dedicó a lustrar zapatos un oficio que lo sacó adelante por muchos años, sin embargo, la vejez, su enfermedad y la pobreza lo han alcanzado, ahora sólo depende de lo que consiga su hermano.
“Mi hermano nunca tuvo otro trabajo porque tiene sordera, nunca oyó muy bien, pero ahora que está más viejo y enfermo le atacó más la sordera, sólo me comunico con él mediante señas; una muchacha de Suchiapa me dio un papel para aprender las señas, ya no puedo platicar más con él”, añadió el hermano menor.
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Élfego Ruiz Soto
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