Delito impune por falta de flagrancia

Es medianoche. La ingesta de alcohol les nubla la razón, se creen inocentes del accidente que provocaron. Se atreven a retar , intimidar y grabar al agraviado y a los policías.

Al final se salen con la suya. Ni Tránsito ni la Policía Estatal pueden hacer nada. No hubo flagrancia.

Alex, el joven agraviado, no lo puede creer. Enciende su celular y contraataca. Graba a la mujer ebria y envalentonada. Luego, está a punto de liarse a golpes con el esposo de ésta, y lo detienen.

“¡Graba al niño, grábalo pues!”, insiste el hombre, deseando entrampar al joven que no soportó más la injusticia y se puso a grabar también.

Alex aguantó, esperó, pero no pudo más. Minutos antes conducía la camioneta Ford Lobo, roja, placas CV-71569, de Chiapas. Iba de oriente a poniente sobre la 9ª Sur de Tuxtla Gutiérrez.

De repente, de la tienda Oxxo ubicada en la misma vía, esquina con la 3ª Oriente, salió de reversa la camioneta marca Nissan Chasis, color gris, placas CW-41764, de Chiapas.

Con los tubos de la góndola golpeó, rayó y agujeró la hojalatería de la Lobo. El conductor se dio a la fuga. El joven lo persiguió a prudente distancia.

“Sus vidrios están polarizados y no sabe uno qué llevan. Se detuvo y me dio miedo. Llamé a mi papá y lo alcanzamos aquí (9ª Sur y 1ª Poniente)”, refirió Alex.

Discutían cuando pasó por el lugar a patrulla 40048 de la Policía Estatal Acreditable. Los elementos fueron los primeros respondientes. Luego llegó la patrulla PC-510 de Tránsito Municipal.

Luego de escuchar la versión de ambas partes, los elementos de Vialidad Capitalina se retiraron. Dejaron todo en manos de los policías estatales, quienes también se declararon incompetentes para deslindar responsabilidades.

Esto sacó de sus casillas al joven, quien esperaba que mínimo el conductor ebrio fuera detenido por conducir bajo el influjo del alcohol, aunque no por el daño causado.

Pero los policías dijeron que no podían actuar porque “no había flagrancia”.

Lo que Alex no pudo soportar más fue la soberbia y cinismo de la mujer, que además de retar, insultar e intimidar, lo grabara a él, a su papá y a los policías. A todos les pedía su nombre.

Y muy segura de sí, pedía que se fueran a un juicio. Cuando el niño que iba con ellos quiso intervenir, ella lo calló. “Déjalo que hable, tiene derechos humanos y puede opinar”, la corrigió el esposo.

Cuando Alex quiso grabarlos a ellos, entonces se molestaron y el esposo estuvo a punto de agredir al joven y éste le iba corresponder. Intervinieron un joven y la policía.

La discusión siguió durante una hora. Al agraviado no le quedó más que, resignado, llamar a su ajustador de la aseguradora.

El nuevo sistema de justicia penal es un fiasco. Por haberse movido del lugar y no hallarlos en “flagrancia”, los culpables quedaron impunes.