Disrupción en la OTAN, las metas de Putin

Echemos un ojo a algunas noticias de esta semana: Trump llama “morosos” a sus aliados de la OTAN por no ejercer un gasto militar equivalente a 2% de su PIB, gasto al que se han comprometido. El miércoles, Trump se lanza contra Alemania, España y otros aliados. El jueves, se filtra que Trump habría amenazado con abandonar la OTAN. En la misma semana, se rumora que Netanyahu podría convencer a Putin de “forzar” a Irán a salir de Siria a cambio de que Washington elimine las sanciones económicas que ha impuesto en su contra. La cuestión es que esas sanciones supuestamente habían sido aplicadas a Moscú a causa de su anexión de Crimea y su intervención en Ucrania, temas que ya no parecen ser discutidos. En palabras simples: el elemento común en esta serie de noticias es el evidente beneficio que Rusia extrae de todo lo que está pasando. Me explico.

El reclamo de EU a sus aliados por no invertir el 2% de su PIB en gasto militar no es nuevo. Sin embargo, (a) esto no significa que los países de la OTAN deban cuotas a esa organización o deban dinero a EU, como Trump lo ha venido planteado; (b) a pesar de que algunos países como Grecia o Estonia sí cumplen con ese 2%, su importancia estratégica es inferior a la de otros países que están debajo de ese porcentaje, pero colaboran activamente con EU en áreas estratégicas de seguridad; y (c) Washington no invierte el 3.5% de su PIB en presupuesto militar para “defender” a países “amigos”, sino para cumplir con su propia agenda e intereses, lo que ha tenido, en efecto, un costo. Pero si por ese costo Trump eleva las tensiones con sus aliados, está caminando contra sus propios intereses y a favor de los intereses de su mayor rival, Rusia.

En un tema relacionado, Netanyahu pareciera estar ofreciendo a Putin ayudar a que EU elimine algunas sanciones que ha impuesto a Moscú a cambio de que Putin se encargue de que Irán se retire de Siria. Esas sanciones habían sido impuestas a Rusia por haberse anexado Crimea y por su intervención en Ucrania. Pero el solo pensar en poner sobre la mesa dichas sanciones a cambio de algo externo a Ucrania/Crimea podría implicar que Trump está dispuesto a conceder esa anexión, con lo que Moscú nuevamente termina por imponer su agenda.

Eso nos lleva a repensar, a dos años de las elecciones en EU, las metas que Rusia pudo haber tenido si es que de verdad intervino en ellas, como afirman todas las agencias de inteligencia en EU, además de funcionarios y legisladores republicanos y demócratas por igual. En el fondo, no se buscó favorecer a un candidato debido a alguna “afinidad” con el candidato en sí mismo, sino con el fin de provocar disrupción, encono, polarización, y con ello, mermar la capacidad de movimiento y actuación de EU. Esta disrupción ha sido muy evidente a nivel interno, ahora lo es también en espacios internacionales clave para Rusia como la OTAN, la alianza militar cuya razón de ser y meta última es precisamente contener y replegar a Moscú. De manera que si esto fue orquestado desde el Kremlin para que hoy estuviésemos donde estamos, o bien, si todo es producto de una sucesión de eventos circunstanciales, al final lo esencial no cambia: a pesar de todas las instituciones y contrapesos en EU, y a pesar de organizaciones y pactos internacionales como la OTAN, el poder del presidente de la máxima potencia del globo es tal, que sus solas decisiones pueden trastocar décadas de arreglos y acuerdos, tanto en lo interno como en lo externo. Pareciera entonces que basta con ejercer influencia sobre él para conseguir logros insospechados.