A Jorge García lo sostiene una profunda dignidad, la caminata y el amor por el trabajo. Pese a ser débil visual —prácticamente ciego— no abandona los oficios desde que llegó a Chiapas cuando participó en la construcción de la Presa Chicoasén. Hoy cambió los cálculos matemáticos por la venta de dulces de leche, pero su búsqueda es la misma ¡Caminar!
Y camina. Todos los días anda auxiliado por un bastón. Carga en el bajo vientre una caja transparente con letreros apenas visibles. Vende dulces de leche, los empaca él mismo y ofrece a bajos precios para ganarse la vida.
Se instala en espacios diversos donde su ‘cálculo económico mental’ le sugiere podría tener suerte en la venta. Se le puede ver en la esquina del Parque de la Marimba o en los conocidos tacos de la 16 Poniente, de Tuxtla Gutierrez.
Sin embargo, a su andar casi a oscuras se le suma el silencio casi perpetuo. No lo dice, pero lo susurra ante la pregunta: sus venta son mínimas. No puede ver a la gente, no puede ofrecer su producto por consecuencia.
El particular personaje de la urbe local destaca entre el bullicio de la ciudad por su parsimonia al andar. Vestido de camisa formal, pantalón de vestir y zapatos con inspiración obrera. Bigotes altos, cabello expuesto, lentes presentables y eventualmente sombrero de copa corta.
Sufre una especie de retinopatía, pero la enfermedad no le impide ganarse el sustento diario. Sale a la calle en su búsqueda, pero sería más fácil si la sociedad le ayudara.
Todo sería mejor si algún empresario creyera en su producto y lo comercializara, o algún local le prestara un espacio —chico— para exhibir sus dulces o quizás un donador le regalara una lona con soporte metálico para anunciarse afuera de la taquería donde habitualmente espera que alguien note su presencia y le compre los dulces. Podría algún médico también revisar su condición clínica.
Don Jorge, como muchas personas de Chiapas necesita una ayuda. Una de esas muestras solidarias que construyen ciudadanía. Esperamos que algun ciudadano o autoridad colabore. En tanto, los demás que pueden al menos pararse, saludar y comprarle algo a don Jorge; un hombre que no para de caminar.