El Flamingo que se resiste a la muerte

Chiapas en general y Tuxtla en particular tienen referentes especiales y sociales que definen su identidad cultural. Uno de ellos, el Restaurante Flamingos en pleno Centro de la capital del estado cerró sus puertas y con él una historia de encuentros entre lo profundamente local, el mundo posible y recuerdos que formaron un anecdotario cotidiano desde 1967.

El comedor —con más de 50 años de historia— fue un abrevadero de personajes tan locales como Joaquín Vázquez Aguilar, la mítica familia Álvarez del Toro, Irma Serrano, líderes magisteriales, gobernantes y la ‘alta sociedad’ de finales del siglo pasado, que avanzando por el Pasaje Zardain se hacían de revistas y periódicos de la época, antes de reunirse alrededor de las mesas de madera.

Pero también pasarela de figuras que visitaban el entonces lejano pueblo de Tuxtla Gutiérrez: Cepillín, María Felix, Cantinflas, Chespirito, Octavio Paz, José Alfredo Jiménez, fueron llevados hasta el encuentro de desayunos y comidas a la carta, donde destacaban las milanesas y la paella, así como una arquitectura conceptual que haciendo juego con la decoración y permitía trasladarse a universos distintos al chiapaneco.

Sin embargo, quizás, el distintivo del lugar es la posibilidad que ofreció a todos los chiapanecos de ubicarse en el mundo de lo posible, de encontrar viable el acceso a alimentos preparados con cierta ostentación y cuidado, de codearse y saludar a figuras de la época.

Así mismo, las nuevas generaciones recuerdan el paso del tiempo entre su comida y el pequeño espacio de jardín que se ofrecía como retozo para los menores.

Aracely Coutiño, oriunda de Tapachula recordó que en los años ochentas acudía con alguna representación magisterial de la zona y ansiaba la comida para poder reunirse en el Flamingos.

Romyna Flores, joven de 32 años recordó parte de su niñez en el restaurante donde siempre armaba una reyerta con sus padres que le ‘sugerían’ tomar la comida corrida, entrada plato fuerte y postre; aunque ella luchaba por la hamburguesa.

Por fortuna este “adiós maquilla un hasta luego”, pues aunque con nueva administración y remodelación, el Flamingos podría reabrir su puertas en un par de meses. Habrá que esperar para recoger entre el polvo los recursos del pasado, en tanto habrá tiempo para reflexionar que la mejor manera de mantener vivos los referentes que cuentan vivos los viejos recuerdos de Chiapas, es visitarlos y evitar ser atrapado por el mundo sin memoria.