El escudo del Papa

Como todos los escudos papales, posee las dos llaves que representan los dos poderes del papado, poder temporal o terrenal (esto le habilita para ser el regente universal) y el poder espiritual (digno de ser adorado como dios).

Dentro del escudo, y según las propias interpretaciones proporcionadas por la santa sede, hay una estrella y una flor de nardo, debajo del logo de la Compañía de Jesús, las cuales tienen su significado.

En sus palabras, la estrella representa a María y la flor de nardo a José. Por sobre los dos símbolos, está el logo de la Compañía de Jesús.

Ha sido tal el encandilamiento que ha producido la figura del papa jesuita en los líderes religiosos del protestantismo que solo es causa de asombro y admiración.

Desde el concilio Vaticano II hasta ahora, nunca se habían logrado tantos avances en el frente ecuménico.

Las 132 delegaciones de todo el mundo asistieron a su misa de inicio de pontificado, entre los que se encontraban 42 jefes de Estado, seis reyes, tres príncipes herederos, 33 delegaciones de Iglesias y confesiones cristianas, y representantes de las religiones hebrea, musulmana, ortodoxa, budista, sijismo, jaimista, etc.

Sin embargo, lo que más ha sorprendido al mundo, fue la asistencia del propio patriarca de la Iglesia Ortodoxa, Bartolomé I, a quien el papa Francisco recibió en su despacho.

Esto marca indudablemente el inicio de una nueva era en ecumenismo. Jamás, desde el gran cisma de Oriente que separó a ambas iglesias del siglo X, se había celebrado una misa en conjunto.

Hoy, con el nuevo papa jesuita, esto es una realidad. Y un éxito en su gestión.

Ellos ven en este papa jesuita, alguien crucial para continuar con el diálogo inter-religioso. Ciertamente, Bergoglio, como Arzobispo de Buenos Aires visitó dos sinagogas y encabezó una celebración de Kristallnacht en la propia catedral de Buenos Aires.

Un amigo de los judíos.

Aficionado a la literatura de Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal y Fiodor Dostoievski y amante de la ópera. Con prestigio por sus dotes intelectuales y dentro del Episcopado argentino es considerado un moderado entre los prelados más conservadores y la minoría “progresista”.

Lavó los pies a enfermos de sida, comió con los pobres. Criticó duramente el capitalismo, el consumismo y la lógica perversa de la economía de mercado.

Además chocó en otras ocasiones con los gobiernos de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner, con sus críticas por la corrupción y la pobreza.

Francisco es además miembro de la Conferencia Episcopal Argentina, de la cual fue presidente en dos ocasiones, y CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano). En la Santa Sede fue miembro de la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los Sacramentos; de la Congregación para el Clero; de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica; del Pontificio Consejo para la Familia y de la Pontificia Comisión para América Latina.