Ella mintió, al igual que él

Una mujer dolida es capaz de todo, hasta de inventar una historia al 066 para que la policía acuda pronto. Estrella estaba herida: Dijo que robaron en su casa y había dos personas amarradas.

Los policías llegaron y se encontraron una realidad distinta.

Guiados con el GPS, porque la calle citada era rara, los guardianes del orden arribaron a la Colonia Albania Alta. Tras circular por la avenida 20 de Noviembre, bajaron por la Calle Central.

Al llegar a la Avenida Herradura, siguieron hasta hallar la Calle Río Frío. Según el reporte, la casa 329 estaba entre esa vía y la Calle Río Ocotlán.

Lo primero era incorrecto, lo segundo, cierto. En la casa 129, estaba Estrella (seudónimo). “Brillaba” de rabia contenida. Su brillo de entusiasmo con el que se casó ilusionada, ya estaba opacado.

“Sigan por allá, va a pie el ladrón”, les dijo a los policías. Los vecinos observaban en silencio la escena.

Los oficiales bajaron de las patrullas y fueron tras el hombre que avanzaba a dos cuadras de allí. Era José.

Entre sus manos sostenía una cafetera vieja. Y lo detuvieron.

Aprehensores y aprehendido regresaron a la casa donde Estrella trataba de esconder su vergüenza por haber distorsionado la verdad.

El robo y las personas amarradas que reportó al 066 eran datos falsos. Vecinos contaron la verdad.

José estaba tomando alcohol. Lo hace seguido. Escuchaba a los Alegres de la Sierra. Cuando sonaba la canción “De rodillas te pido” se oyó un grito. Estrella se puso celosa por el pasado de José. Y comenzó el pleito.

Siguió la canción “Así como hoy”, del mismo grupo norteño.

“Y si volviera a nacer, cometería el mismo error, ella me hizo tan feliz, me mostró el paraíso…”, se oía. Y Estrella ya no aguantó más.

José salió corriendo, pero con la cafetera (de la época del caldo, dijeron vecinos). “Creo que la iba a empeñar o vender para seguir tomando”.

Estrella llamó al 066. Mintió, al igual que lo hizo José.

El le juró amarla, protegerla, cuidarla, sostenerla. Y no cumplió. En vez de trabajar, se embriagaba, gastando el dinero que tanta falta les hacía.

Aunque Estrella no tenía un disco de Amanda Miguel, con gusto pudo haber cantado la canción “Él me mintió”. Pero sin duda la que más retrataba su vida era “Castillos”.

Su rey era un monstruo de piedra. Pagó por su amor, con piedra. Cambió su ilusión, por piedras.

Y sí, en la entrada de su pequeña casa en obra negra, tapada por una camioneta vieja estacionada, hay una piedra, testigo mudo de la dureza de corazón de José.

Ahora, dolida por el desengaño, Estrella no dudó en mentir al 066. Y no se tocó el alma al pedir que se llevaran al “ladrón”.

No era tanto el robo de la cafetera vieja lo que le dolía. Lloraba por haber perdido la ilusión, la oportunidad de ser feliz y eso ameritaba cárcel.

Los policías se llevaron a José a “La Popular”, por falta administrativa. El robo del corazón aún no está castigado por la ley humana.