Chapultepec requiere restauración científica
El bosque de Chapultepec en la Ciudad de México. Cortesía

El anhelo de convertir el Bosque de Chapultepec en el complejo cultural más grande del mundo, como lo ha planteado el presidente Andrés Manuel López Obrador, requiere, antes que nada, una profunda restauración ecológica.

A pesar de que, desde hace una década, se han realizado múltiples esfuerzos en el saneamiento de este parque urbano, el llamado “pulmón de la Ciudad de México” continúa en mal estado de salud.

Las 685 hectáreas que conforman las tres primeras secciones del Bosque libran su propia batalla: árboles enfermos, plagas, especies invasoras y mal manejo de residuos son algunos de los problemas que el nuevo gobierno tendrá que resolver.

“Este parque urbano involucra todo un ecosistema natural que se debe atender: vegetación, fauna, suelo. Chapultepec es fundamental para la población por los servicios ecosistémicos que brinda como captura de carbono, amortiguamiento de ruido, limpieza de aire y recarga de los mantos acuíferos”, afirma el doctor Pedro Eloy Mendoza, técnico académico del departamento de Ecología de la Restauración de la UNAM.

De acuerdo con un análisis forestal a cargo de Pro Bosque Chapultepec, en la Tercera Sección 25 % de los árboles de las mesetas se encuentran en mal estado mientras que el 15 % están muertos por lo que se deben de retirar.

“Los árboles enfrentan varias plagas como descortezador, conchuela y muérdago, pero no son los únicos que necesitan saneamiento, el suelo es de los más dañado. Hay muchas hectáreas de las tres secciones del Bosque que están en completo abandono”, apunta Leonardo Sastré, maestro en Ciencias Ambientales.

Uno de los tesoros que resguarda Chapultepec es el ahuehuete; se han identificado más de 700 individuos de esta especie considerada como el árbol nacional (especie en la que hace 500 años lloró Hernán Cortés).

Restauración

Los especialistas coinciden en que, como primer paso, será indispensable elaborar una revisión histórica de los proyectos que se han efectuado en el intento de restaurar Chapultepec, para formar una base empírica y establecer prioridades. Además de desarrollar un plan urbano no sólo para este Bosque sino también para aquellas áreas verdes próximas que pudieran tener conectividad, por lo que el gobierno requerirá de un equipo interdisciplinario.

“Será fundamental que el plan de desarrollo del complejo cultural esté sustentado de un componente 100 % científico, que no se olvide a la ciencia en la toma de decisiones; que el gobierno se ponga en contacto con las universidades, con los diferentes colegios de arquitectos, ingenieros, y evidentemente con actores de organizaciones civiles”, puntualiza el doctor Mendoza, del departamento de Ecología de la Restauración.

Pese a que el Bosque de Chapultepec acumula un deterioro de hace muchos años, comenta Pedro Eloy Mendoza, aún existe un gran potencial de recuperación y restauración ecológica, pero este proceso deberá estar acompañado de una educación ambiental. “Si la sociedad no se incorpora y no se compromete, por más científicos interesados no va a ver ningún beneficio”, recalca el doctor.

El complejo cultural que busca emprender la Presidencia puede ser una oportunidad para coordinar un programa de mejora ambiental en la ciudad, abrir paso a una ciudad sostenible, afirma Eloy Mendoza: “Puede ser la punta de lanza para retomar programas de viveros, potenciar la educación ambiental; armar un programa redondo, integral, de una ciudad amigable con el medio ambiente y que no sólo se piense en lo recreativo sino también en los discapacitados, en las personas de la tercera edad y en un montón de otros sectores que requieren apoyo”.