Doña Perfecta

El propio Galdós hizo una adaptación teatral del libro, estrenada en Madrid en los primeros días de 1896. En diferentes versiones, la novela fue llevada al cine en México (1950) y en España (1977).

Argumento

Doña Perfecta, viuda y vecina de Orbajosa, una ciudad provinciana de la España profunda, acuerda con su hermano, residente en Madrid, preservar el patrimonio familiar casando a su hija Rosario con su sobrino Pepe, brillante ingeniero, al que invita a visitar Orbajosa y conocer a su prima.

A Pepe Rey, educado en un ambiente más evolucionado, progresista aunque católico, le chocará la mala impresión que les produce tanto a doña Perfecta como al cura del pueblo, don Inocencio. Nada podrán contra ello las buenas vibraciones que nacen entre Rosario y Pepe. El drama amoroso se desencadena y termina en tragedia.

Génesis de la novela

Cuando Leopoldo Alas Clarín interrogó a su amigo Galdós sobre la construcción de Doña Perfecta, el escritor confesó haberla escrito “a empujones, a trozos, como iba saliendo, pero sin dificultad”. El propio “Clarín”, años después de aquella “confesión”, se planteaba serias dudas sobre la “impremeditada elaboración” de la novela.

Es cierto que nació como novela de encargo y que, solicitada por su paisano Fernando León y Castillo para amenizar las páginas de La Revista de España, casi fue apareciendo a medida que la escribió; pero las „innumerables tachaduras de palabras y párrafos“ que muestran las páginas del manuscrito conservado son testimonio como analizan galdosistas como Pedro Ortiz-Armengol de “lo cuidadoso que era Galdós en escoger palabras y en organizar su narración”.

A lo largo de su génesis, Galdós cambió nombres de personajes, lugares e incluso (como ocurrió en otras novelas suyas como El audaz y La fontana de oro) modificó el final de la historia poco después de haberla terminado de escribir.

Doña Perfecta apareció en cinco entregas en La Revista de España (en los números de marzo a mayo de 1876), con tal aceptación que se editó en libro ese mismo mes de mayo, y en junio ya se había agotado la edición. Es entonces cuando Galdós, al publicar su segunda edición en una nueva imprenta, cambió el final grotesco con el que había aparecido hasta entonces.