El gestor cultural podría extinguirse
La portada del libro. Cortesía

El papel del gestor cultural en el siglo XXI está amenazado y podría extinguirse ante las reducciones presupuestales del sector cultura. Es un oficio que ha crecido por amor al arte y que en los próximos años entrará en un proceso de innovación o de resistencia, acepta Eduardo Cruz Vázquez, especialista en políticas culturales y compilador del libro Antología de la gestión cultural. Episodios de vida.

El volumen reúne 59 textos sobre el tema, en donde destaca los del poeta Marco Antonio Campos, del director de orquesta Eduardo Diazmuñoz, el escritor Felipe Garrido, el cronista Alfonso Hernández, las historiadoras del arte Dolores Béistegui, Sylvia Navarrete, el embajador Luis Ortiz Monasterio y el crítico y promotor cultual Arturo Saucedo, entre otros.

En entrevista con Excélsior, Cruz Vázquez recuerda que la gestión cultural se perfiló con el nacimiento de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en 1921, y define a esa persona que concibe, diseña, ejecuta, dirige o evalúa acciones culturales con base en políticas públicas, ya sea desde entidades privadas u organismos de la sociedad civil.

“Considero que el libro es oportuno, porque pone en perspectiva el gran esfuerzo por construir un país, sus instituciones, festivales y libros; es una oportunidad para reflexionar sobre el aporte de la gestión cultural en el desarrollo del país a partir de esas microhistorias de quienes han trabajado en momentos clave del sector”, explica.

Sin embargo, lamenta que hoy el panorama de la gestión cultural en México no sea alentador. “El maltratado periodo neoliberal permitió la diversificación y el surgimiento no sólo de asociaciones civiles dedicadas a los bienes y servicios culturales, sino también del mercado. Así fue como muchas asociaciones cubrieron espacios que hoy son fundamentales para el desarrollo cultural del país y que por su naturaleza tenían que encontrar fondos de distinta naturaleza, incluyendo los del gobierno”, destacó.

Sin embargo, asegura que las reducciones presupuestales al sector “son una señal clara de que no existe un reconocimiento por parte de la estructura de gobierno a la importancia de la gestión cultural en el desarrollo del país, en particular la que se hace desde la sociedad civil y el empresariado cultural”.

De momento, añade, falta esperar las mediciones del INEGI para conocer el impacto de las reducciones no sólo en temas como el empleo, sino también en el Producto Interno Bruto (PIB).