Periodismo y literatura abren la Filey
“Los escritores y los periodistas necesitamos el apoyo público”, dijo Héctor Manjarrez al recibir el Premio Excelencia en las Letras José Emilio Pacheco. Cortesía

“Hoy en México lo que vemos y escuchamos atañe sobre todo a la bestialidad, la rapiña, el abuso, la crueldad, la tragedia, los feminicidios, los dolores sin número, los cadáveres humillados y desaparecidos, y todos los miedos y horrores que no queremos o simplemente no podemos decir”, sentenció el escritor Héctor Manjarrez al recibir el Premio Excelencia en las Letras José Emilio Pacheco.

Durante el discurso de recepción del galardón con el que inicio el pasado sábado la octava Feria Internacional de la Lectura Yucatán (Filey), Manjarrez dijo: “Nuestro deber y querer, y no me dejarán omitirlo José Emilio Pacheco y Fernando del Paso, es seguir peleando por las libertades, la aventura y el ingenio del espíritu humano”. Y concluyó: “Los escritores y los periodistas necesitamos el apoyo público”.

No fue el único escritor homenajeado en esta feria dedicada a la lectura que concluirá el próximo domingo 24 de marzo; también Huberto Batis, el mítico editor del suplemento sábado y subdirector editorial de Unomásuno, fue evocado en el marco del quinto Encuentro Nacional de Periodismo Cultural que reúne a más de 20 periodistas nacionales e internacionales entre los que destaca el periodista salvadoreño Óscar Martínez.

Batis fue definido por Alegría Martínez como un ángel profano y un jesuita de clóset; mientras que Julio Aguilar recordó que Batis tenía una disciplina militar y por eso “tenía una forma de tratar muy dura a los que estaban intentando ingresar al periodismo cultural y al mundo de las letras.

Durante el homenaje, Alegría Martínez y Julio Aguilar, quienes fueron colaboradores de Huberto Bastis, celebraron la labor del editor, poeta, maestro universitario y amigo, fallecido el 22 de agosto de 2018.

Martínez relató que en una entrevista Batis le dijo que como su padre era muy estricto él había huido de su casa a los 15 años y llegó al monasterio jesuita de San Cayetano. “Creo que lo mejor de Batis se fraguó allí, durante esos años porque aprendió a escribir, a leer en latín, en griego y pudo llegar a los textos más importantes de manera directa sin una traducción de por medio, eso lo fincó culturalmente”, refirió. Julio Aguilar señaló: “De Dios no le quedó mucho a Batis pero sí le quedó mucho de soldado, él tenía una disciplina militar”. Ambos celebraron la labor editorial, su manera de enseñar. “Batis formó cuadros de editores, de coeditores, de correctores y que además estuvieron junto a él personas como Pura López Colomé y que ahora estamos haciendo lo que él nos enseñó”, dijo Martínez.