Poco ortodoxa

Poco ortodoxa está basada en una historia real de Deborah Feldman, quien escribió un libro con sus memorias llamado Unorthodox: the scandalous rejection of my Hasidic roots, y se centra en la vida de una joven mujer, de espíritu libre, que creció bajo una religión bastante conservadora, en la que le obligan a vestir, pensar y hacer cosas que ella no siente sean las correctas. Feldman era miembro de la secta Satmar, que tiene como religión y forma de vivir al judaísmo jasídico. Al verse atrapada en una educación represiva y un matrimonio con un hombre que no conocía, decidió escapar.

La ficción de Netflix, de casi cuatro horas divididos en cuatro brillantes episodios, narra la vida de Esther Shapiro (Shira Haas), una joven judía que vive en la comunidad judía ultraortodoxa jasídica del barrio de Williamsburg, en Nueva York (Estados Unidos).

Esther desde muy niña siempre se sintió diferente. Incluso antes de su matrimonio arreglado, cuando conoce a su esposo, le dice que ella no es “normal”, como una advertencia o invitación a que se pueda ir si en caso le da miedo tener de esposa a alguien como ella.

En su comunidad está prohibido hablar o leer en inglés, tampoco pueden tener a una educación laica ni utilizar la tecnología, viven como cuando llegaron a Estados Unidos escapando de Ucrania en la Segunda Guerra Mundial. Hablan solo yiddish y son muy respetuosos con sus costumbres ultraortodoxas, pues creen que el holocausto fue un castigo de Dios por la asimilación y el sionismo.

La joven Esther pensó que casándose tendría la felicidad que tanto quiso de niña, pues su madre la abandonó de pequeña para irse a vivir a Alemania, también huyendo de esta religión y de sus costumbres. A los 18 años contrae matrimonio con Yanky Shapiro (Amit Rahav), un joven con el que no logra involucrarse del todo. Yanky es un buen hombre, sin embargo, sigue al pie de la letra las normas y mandatos de su comunidad, y estas causan daño al espíritu de Esther. Y una enorme pelea entre ellos es la detonante para que la joven judía viaje al otro lado del mundo en busca de su libertad.

En la comunidad ultraortodoxa de Williamsburg, las mujeres son educadas para el matrimonio y la familia. No pueden ir a la universidad, solo les enseñan cómo complacer a sus maridos, en todos los aspectos, sobre todo en la cocina y en el sexo. Para ellos es importante que cada hijo engendrado venga de una relación sexual complaciente, y si no logran tener un hijo por incompatibilidad, pueden pedir la anulación del matrimonio o un divorcio.

Esta ficción muestra cómo viven comunidades ultra conservadoras, pero no para juzgarlas sino para entender sus realidades, y saber qué existen personas que viven felices ahí, pues esa es la única forma que conocen de vivir y que se han adaptado bastante bien a ser diferentes. Sin embargo, también hay otro grupo dentro de estas comunidades, uno minoritario en el que se encuentra Esther y todas las personas que han decidido “escapar” de esas tradiciones. Muestra una mirada más completa y menos sentenciadora sobre otras religiones poco conocidas en Latinoamérica.

El personaje de Esther está muy bien interpretado por Shira Haas, el televidente logra ponerse en sus zapatos; y la libertad de Esty, la siente como suya. Esta joven se aleja de sus tradiciones pero no porque no quiera a su familia ni a su religión, las respeta y las tiene bien interiorizadas, sin embargo, cree que aunque puede estar decepcionando a Dios, debe encontrar su propia dirección para poder ser feliz.

Cuando deja a su esposo y a su familia en Brooklyn para obtener su independencia en Berlín, descubre también que la música es su gran pasión y hará todo lo que pueda para encontrar un espacio en un conservatorio en esa ciudad. Pero no será sencillo, tendrá decepciones fuertes y quizás se cuestionará si lo que hizo fue realmente lo correcto.

Al radicar en la capital de Alemania encontrará jóvenes de diferentes religiones y culturas; y aprenderá a vivir como una mujer de su edad. Descubrirá sensaciones nuevas, tocará la libertad que tanto soñó, y nosotros también la sentiremos nuestra.

La libertad tiene muchas formas

A pesar que la trama demoniza un poco a los jasídicos (no estamos ante una secta, sino a una elección de vida y religión como los amish, si se quiere) y es demasiado indulgente con los alemanes cuando se trata de “bromear” sobre sus actos de guerra y sus atrocidades, Poco ortodoxa nunca se corre del punto de vista de su protagonista y su alter ego de la vida real, nacida en 1986 y residente de Berlín desde el año 2014.

La historia de Deborah es un relato de empoderamiento que habla mucho más sobre el trato a las mujeres que sobre la religión, aunque intente atraparnos con sus giros de suspenso, los momentos más flojos de estos dos primeros episodios.

Lo interesante de la miniserie es el retrato de ese universo del que intenta escapar la joven Esty y las imposibilidades, sobretodo culturales, para adaptarse a ese otro mundo tan diferente que no siempre la recibe con los brazos abiertos. La actuación de Haas sobresale por sobre todas las cosas, mucho más cuando, estéticamente, la directora Maria Schrader no tiene mucho para ofrecer, pero sí su mirada femenina, al igual que algunas de sus guionistas.

A pesar de cierta falta de atractivo visual y capítulos de una hora de duración, Poco ortodoxa atrapa desde lo más esencial: la historia real de esta joven en busca de un rumbo propio.