Durante ocho años, Shay Mitchell dio vida a Emily Fields en la serie Pretty little liars, una chica gay que es víctima de sus compañeras y que en los primeros años tiene miedo de contar a su familia y amigos sus orientación sexual.

Este personaje le dio fama mundial y se convirtió en ejemplo a seguir de millones de niñas y adolescentes, pero más allá de seguir con las series o películas de corte juvenil, la actriz de 31 años tomó una decisión opuesta: hacer un filme de terror.

El largometraje se llama Cadáver y en él, Shay se mete en la piel de Megan, una expolicía adicta a los fármacos y al alcohol que deja su trabajo tras un accidente y decide laborar por las noches en una morgue.

“No busqué hacer una película de terror, simplemente sucedió y más allá del género, me gustó el personaje, eso me atrajo de esta película, claro que hay muchos sustos, gritos y brincos en el proceso pero lo que más me interesó fue cómo estaba construido el personaje”, dijo a los medios de comunicación.

Para la canadiense, algo que le llamó la atención fue que el personaje principal de esta historia recae en una mujer, una que no necesita de algún hombre para salvar su vida.

“Lo que me atrajo al leer el guión fue sólo el personaje. Megan tiene muchas capas diferentes, y me encanta el hecho de que no necesitaba que nadie la salvara porque se salvó a sí misma. Ese fue un mensaje muy poderoso. Para ser honesta, si la película hubiera terminado de una manera diferente, no sé si hubiera querido hacerlo”, detalló.

Dar vida a este personaje de manera creíble fue algo que Mitchell se tomó en serio y por ello decidió investigar todo acerca de las adicciones. “Investigué el lado de la adicción. Pasé tiempo en una morgue real, fue interesante. También me reuní con policías en Boston. Lo que creo que fue realmente interesante fue ir a un montón de reuniones de AA por adicción y hablarle a mucha gente. Además, el trastorno de estrés postraumático tiene un costo”, finalizó.