“Grizou” rima con “Zizou”, y Kylian  Mbappé con “Pelé”

“Grizou” (cariñosa apelación con la que se conoce en Francia a Antoine Griezmann) rima con “Zizou” (Zinedine Zidane)”, asegura Paul Pogba que, además de talento en el campo, tiene otro para buscar el eslogan perfecto.

Lo tenía todo el jugador de Mâcon para convertirse en el heredero de Zinedine Zidane, el hombre que sin duda todo el mundo señaló como el artífice del primer Mundial de Francia. Hasta que se cruzó en su camino Kylian Mbappé, un prodigio de 19 años, talento desbordante y madurez precoz que puede robarle la estrella.

Asfixiado por la alegría del éxito ha quedado el debate en Francia. ¿Tú eres más de “Grizou” o de Mbappé? La pregunta está latente, a la espera de que los cantos de felicidad dejen paso a otras emociones.

Porque si Griezmann evoca a “Zizou”, uno de los mejores jugadores que ha habido, la eclosión de Mbappé lleva a pensar en “Pelé”, el máximo goleador de todos los tiempos.

En la final, su pie fue vital en tres de los cuatro que le marcó a Croacia: sacó la falta que acabó en el 1-0 en propia puerta de Mario Mandzukic (“la FIFA debería dármelo a mi, el balón iba dentro”, bromeaba tras el encuentro), marcó el penalti del segundo y dio a Paul Pogba el pase del cuarto.

Antes, había abierto el marcador contra Argentina -también de penalti-, sacó la falta que permitió a Raphael Varane marcar en cuartos frente a Uruguay, a quien marcó el segundo con la ayuda del portero “charrúa” Fernando Muslera, y de nuevo repitió centro, esta vez a Samuel Umtiti, en la ajustada semifinal frente a Bélgica.

Si se respeta la regla no escrita de que el Balón de Oro sale del campeón del mundo los años de Mundial (regla que no se ha cumplido en los dos últimos torneos), su principal rival puede estar en casa.

Mbappé marcó su primer gol contra Perú en la fase de grupos, dos más frente a Argentina y remató con otro en la final. Fue elegido el mejor joven del torneo y probablemente la revelación de la competición, el jugador que ha brillado con más fuerza.

“Kiki (sobrenombre que ha puesto a Mbappé) ya no es futbolista. Su oficio ahora es cerrar bocas”, asegura Pogba, que le reserva “un lugar en el Olimpo”.