Hace un año, el sismo volvió a unir a los mexicanos

Las heridas estaban frescas en la población mexicana cuando la tierra volvió a cimbrar, pues apenas habían pasado 12 días del sismo de magnitud 8.2 registrado en el Istmo de Tehuantepec, que afectó severamente a los estados de Oaxaca y Chiapas.

La mayoría de los capitalinos retomaba sus actividades tras el simulacro de las 11:00 horas de aquel 19 de septiembre, justo a 32 años del sismo de 8.1 de 1985 que dejó miles de pérdidas humanas y materiales en la ciudad.

Era un día soleado, normal, con los mismos problemas de cualquier otro: gente corriendo, tráfico en las avenidas, estrés en las oficinas, científicos analizando nuevos descubrimientos y cirujanos tratando de salvar vidas.

El reloj marcaba las 13:14:40 horas en la Ciudad de México cuando los edificios, las casas, los árboles, postes de luz, espectaculares, todo se empezó a mover desatando el pánico; abandonar los inmuebles fue la primera intención de la mayoría, pero la fuerza del temblor lo impidió a muchos.

Ese día, el Servicio Sismológico Nacional (SSN) reportaba un movimiento telúrico de magnitud 7.1 con epicentro en Axochiapan, Morelos y que aumentó la sismicidad en la zona, entre ellas la Ciudad de México.

La alerta sísmica sonó segundos después de que iniciara el sismo, debido a que la Ciudad de México se encuentra cerca del epicentro, lo que provocó que muchas personas laborando en edificios no pudieran desalojar a tiempo.

Aquellos que lograron salir de los inmuebles pudieron ver cómo los edificios se mecían, algo que no ocurría desde 1985, removiendo los recuerdos para muchos, y para otros era un suceso nuevo.

La angustia invadía a la población, más a aquellos que dejaron a sus hijos en la escuela, en casa, o a sus padres que vivieron el terremoto de hace 33 años y que hoy son adultos mayores.

Algunos lloraban, entraron en crisis, otros rezaban, mientras algunos más intentaban ayudar a desalojar edificios o a atender la emergencia en las colonias Roma, Del Valle, Tlalpan y Xochimilco, donde la ayuda tardó en llegar.

Fugas de gas, tuberías rotas, cortes de luz, sin servicio de Metro, Metrobús, trenes; y un cúmulo de gente se trasladaba desesperadamente por diferentes puntos de la ciudad intentando llegar a casa para constar que su familia estuviera a salvo.

Tras la desgracia, volvió la solidaridad. Jóvenes, mujeres, hombres se organizaron para salvar vidas, todos querían ayudar. A través de cadenas humanas sacaban escombros, otros reunían víveres y auxiliaban a los heridos. México se solidarizó.