Sin brincos ni sobresaltos

Todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos dentro del tricolor, más rápido de lo que se esperaba. Sin brincos ni sobresaltos. Atrás quedaron los augurios dolosos de sus opositores –bueno también de algunos propios y de otros extraños- de que habría ruptura interna en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

En menos de diez días naturales, el PRI publicó su convocatoria para elegir a su candidato presidencial, José Antonio Meade renunció a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), anunció ser aspirante a ese cargo, recibió el apoyo de todos los sectores priistas nacionales y estatales, fue abrazado por los demás aspirantes a esa misma posición en señal de unidad, se registró ayer tres de diciembre como único aspirante a ser candidato presidencial en el 2018 y, con ello, todo ha quedado resuelto dentro de las filas tricolores en ese terreno, con sólidas expresiones de fraternidad y compañerismo en torno a su figura.

Cierto, la realidad se imponía. Andrés Manuel López Obrador ha sido visto como aspirante presidencial desde hace más de doce años en forma consecutiva, y hasta hace diez días era el único a la vista de todos, con sus nombres y apellidos, con las mismas aspiraciones y sin ninguna posibilidad de que alguien más se le ponga enfrente dentro de su partido, Morena.

Desde hace alrededor de un año también flotaba en el ambiente político nacional el nombre de la entonces panista Margarita Zavala a quien se la veía con muchas posibilidades de ser candidata presidencial del blanquiazul y con posibilidades también de ganar las elecciones del 2018 por haber sido primera dama seis años del calderonismo –con todos los grandes intereses económicos y políticos que ello conlleva- y porque traía jale dentro del panismo nacional. Sin embargo, hace casi dos meses se auto expulsó del PAN y se desinfló.

Los hechos y experiencias anteriores hacen pensar que la ex primera dama va a terminar, si es que alcanza a reunir todas las firmas de apoyo para ser candidata independiente, en tercero o cuarto lugar de las votaciones del 1 de julio del año próximo, tal y como quedó finalmente su ex compañera de partido Josefina Vázquez Mota en comicios pasados del Estado de México.

Volvamos al aspirante presidencial priista. Su registro fue este domingo tres de diciembre y la Comisión Nacional de Procesos Internos tenía como tiempo máximo el 5 de este mes –mañana martes- para emitir el dictamen de los registros que resultasen procedentes.

No hubo otro registro. Tampoco hubo necesidad de esperar dos días más para emitir dicho dictamen.

Ayer, mismo, minutos después de haber recibido la documentación de Meade, dicha Comisión validó su registro.

¿Qué sigue? Activismo político del aspirante, en el marco de la ley, desde hoy y hasta el 18 de febrero próximo, fecha en la que el PRI realizará una Convención de 19 mil 100 Delegados priistas quienes declararán válida –ya se sabe de antemano- esa candidatura presidencial.

Los que andaban atrasados, pues, ya se pusieron al corriente.

Desde el 9 de julio de 2014 –hace casi cuatro años- cuando López Obrador formó su partido propio, Morena, sabíamos con precisión que él iba a ser el candidato presidencial morenista en el 2018.

De la misma manera sabemos hoy que José Antonio Meade será, sin duda alguna, el candidato presidencial priista en esos mismos comicios, a pesar de que faltan algunos pasos estatutarios dentro del PRI y legales ante autoridades electorales para que eso llegue a concretarse formalmente.

La pelea será entre dos

Eso confirma una vez más que la pelea presidencial el próximo año será entre dos, nada más.

El famoso Frente Ciudadano por México y sus principales impulsores Ricardo Anaya del PAN, Alejandra Barrales del PRD y Dante Delgado Ranauro de MC, siguen perdidos en sus propias indefiniciones y egocentrismos.

Todas las predicciones apuntan a que azules y amarillos irán por separado, Movimiento Ciudadano quedará aferrado a los segundos -a juzgar por su pseudoizquierdismo- o, en todo caso, irán los tres juntos pero seriamente fracturados, pulverizados y previsiblemente disminuidos.

Los aspirantes independientes ni siquiera son tomados en cuenta por los analistas políticos porque han demostrado mínimas preferencias, insuficientes para dar una competencia real en el 2018.

Yo creo que aunque logren reunir más de 600 mil firmas reglamentarias de apoyo, Jaime Rodríguez “El Bronco” y Margarita Zavala, sólo van a quedar para la anécdota política del México contemporáneo.

Hoy, así pinta el escenario.

Sin resquicios de duda

Los priistas no dejaron resquicio alguno de duda sobre su principal fortaleza de 2012 cuando eligieron a su otro candidato, al actual presidente Enrique Peña Nieto: Unidad.

José Antonio Meade fue arropado por los principales actores del PRI desde que anunció sus aspiraciones y en el acto de ayer domingo.

No podía faltar, desde luego, el dirigente nacional del tricolor Enrique Ochoa Reza, ex presidentes nacionales como Manlio Fabio Beltrones, Beatriz Paredes Rangel, Mariano Palacios Alcocer, Roberto Madrazo Pintado y los coordinadores parlamentarios del Senado Emilio Gamboa Patrón y de la Cámara de Diputados César Camacho Quiroz.

Titulares de los sectores y organizaciones del PRI a nivel nacional, dirigentes de los 32 comités estatales e Ivonne Ortega Pacheco quien ya había estado recorriendo el país para exigir una elección abierta para elegir candidato presidencial, para que ella participara. Ivonne tiró esa bandera y se fue a formar al lado de Meade, disciplinada.

Otros que ya habían mostrado su deseo por ser candidatos presidenciales mostraron también su apoyo al casi ungido candidato: el secretario de Hacienda José Antonio González Anaya, el de Turismo Enrique de la Madrid, el de Salud José Narro, de Sagarpa José Calzada y de Gobernación Miguel Ángel Osorio.

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