“De a pechito”, míster López

Se puso “de a pechito”, como se dice en lenguaje coloquial, el señor Andrés Manuel López Obrador al afirmar que está analizando una amnistía a narcotraficantes en México cuyo objetivo sería pacificar la nación. Eso, desde luego, si logra ganar las elecciones presidenciales del 2018.

“Si es necesario…vamos a convocar a un diálogo para que se otorgue amnistía, siempre y cuando se cuente con el apoyo de las víctimas, los familiares de las víctimas. No descartamos el perdón. En mi tierra siempre se dice `ni perdón ni olvido´. Yo no comparto eso. Yo sí creo que no hay que olvidar, pero sí se debe perdonar, si está de por medio la paz y la tranquilidad de todo el pueblo”, dijo en su discurso el pasado fin de semana en Quechultenango, Guerrero.

Y ante la ambigüedad del pronunciamiento, los reporteros esperaron que terminara el mitin, se le acercaron y le pidieron que fuera más específico. Él respondió:

“Vamos a plantearlo. Lo estoy analizando. Lo que sí les puedo decir es que no va a quedarse ningún tema sin ser abordado, si se trata de garantizar la paz y la tranquilidad.

“Vamos a explorar todas las posibilidades, desde decretar una amnistía, escuchando también a las víctimas…”. Las que están entrecomilladas son palabras textuales de López Obrador. Esa aclaración la hago porque sus seguidores, para tratar de excusar la pifia de su líder, dicen que los periodistas descontextualizamos el mensaje del morenista. No. No es así. Él lo dijo así. La idea está clara. López Obrador sí tiene en mente buscar la forma de negociar con narcotraficantes en caso de ser presidente de México. Se haría para pacificar al país, según sus propios argumentos.

Se puso “de a pechito”, decía yo líneas antes, porque es una idea totalmente descabellada. No parece ser viable por ningún lado, en ningún resquicio de esa propuesta se haya una viabilidad.

Los actores políticos principales de este país reaccionaron de inmediato en contra de esa idea lopezobradorista. Los líderes del PAN, Ricardo Anaya, líderes del PRD y la aspirante a ser candidata independiente a la presidencia de México Margarita Zavala, todos se pronunciaron en contra de la idea de López Obrador.

Los titulares de la Sedena, Salvador Cienfuegos, y de Marina Armada de México, Vidal Soberón, opinaron que es una propuesta inviable, propagandística y con clara intención electoral. Soberón fue más específico. Dijo que sería convertir al Estado en parte de la delincuencia.

Y el general Cienfuegos afirmó que será un gravísimo error pensar en una amnistía a quienes han hecho tanto daño al país.

Y así por el estilo ha habido otras reacciones, todas en claro rechazo a la multicitada propuesta.

No será una tarea fácil

Los narcotraficantes son sólo una parte de los problemas de inseguridad de este país llamado México. Tienen que ver muchísimos factores más que deberían ser erradicados o por lo menos disminuidos de la vida de los mexicanos.

Podríamos enumerar sólo algunos:

La impunidad enraizada en corporaciones policíacas de los tres órdenes de gobierno.

La corrupción rampante, donde todos están con la mano abierta y las garras tendidas en actitud de agarrar algo, también en todos los rubros de gobierno.

El sistema penitenciario frágil e ingobernable existente desde las cárceles municipales hasta las de máxima seguridad. Gobiernan los reos, no las autoridades.

No ha habido, no hay programas de prevención funcionales que hayan impactado en la disminución del consumo de drogas entre los jóvenes mexicanos, ni creo que los haya en el futuro inmediato.

El consentimiento, de parte de magistrados presidentes de tribunales superiores de justicia, de muchos jueces vendidos al mejor postor, quienes buscan cualquier hueco en las leyes para dejar libres a narcotraficantes. No les importa que el interés superior es hacer justicia. No. Les interesa solamente que sus bolsillos estén llenos de plata, etcétera, etcétera, etcétera.

Esos son sólo algunos aspectos que deberían ser articulados en un programa integral en busca de disminuir la criminalidad en México y en busca de mayor paz en la nación entera. Pero eso no es ni será tarea fácil.

No se podrá pacificar a México con varitas mágicas ni ocurrencias convenencieras ni propuestas fáciles pero dificilísimas de realizar. No. Sólo habría que preguntarle a las víctimas del crimen organizado, al empresario intimidado por narcotraficantes en varias partes del país o al deudo de algún ser querido muerto en esos contextos, su opinión al respecto. Ya nos podemos imaginar sus respuestas y las de cualquier otro mexicano que ha sido testigo de tanto daño hecho a la sociedad mexicana por el llamado crimen organizado.

A mí, me parece temeraria la propuesta de López Obrador en ese sentido. No ha funcionado algo parecido en ninguna parte del mundo, además.

Como me parece igualmente temerario que vaya a suspender el proyecto de construcción del aeropuerto internacional de la Ciudad de México. Va en contra del progreso.

Me parece terrible que vaya a echar a atrás a las reformas estructurales que están hechas para darle viabilidad al país entero a mediano y a largo plazos, entre ellas la Reforma Educativa. Todo eso me parece retrógrado. Iríamos hacia atrás, en vez de avanzar en una ruta de progreso.  

Ya lo ha hecho en otras ocasiones, como aquel ¡ya cállate chachalaca! pronunciado por él, el 16 de marzo de 2006 contra el entonces presidente Vicente Fox Quesada cuya frase fue utilizada por el PAN en spots “contra la intolerancia” y que le hizo bajar varios puntos de las preferencias electorales que él tenía en aquel entonces.

Ya lo había hecho cuando mandó al diablo a las instituciones. Un hombre de Estado no debe pensar jamás así. Probablemente tenga muchas otras virtudes, pero Andrés Manuel López Obrador se empeña en mostrar puras imperfecciones lanzadas hacia arriba que luego le caen encima de sí mismo.

alexmoguels@hotmail.com