Sigue la obstinación

Quienes están involucrados en política saben que las movilizaciones magisteriales en los estados de Michoacán, Oaxaca, Guerrero y Chiapas tienen tintes político-electoreros. Y muchas personas más les ha quedado claro que se trata de una actitud de obcecación ideológica, y no una lucha social justificada.

Nuevamente los afectados son los niños y adolescentes que están perdiendo clases, y los ciudadanos que han sufrido obstaculización en su libre tránsito, peatonal en el centro de Tuxtla Gutiérrez y que no pudieron circular con sus vehículos en algunas vialidades cerradas momentáneamente el día de ayer lunes.

Siguen en su obcecación por derogar la Reforma Educativa, una disposición legal cuya finalidad es únicamente aumentar la calidad en la educación de los alumnos de educación básica.

Muchos maestros siguen siendo objeto de presiones de líderes sindicales para que asistan a esas marchas y plantones, como los realizados el día de ayer lunes y hoy martes en principales calles y el centro de la capital chiapaneca.

Líderes sindicales están condicionando algunos beneficios que ya son parte de los trabajadores. Están amenazados de que si no asisten a las marchas y los plantones convocados les van a impedir sus cambios de lugar de trabajo, por ejemplo. Temas como ese no deberían ser condicionados porque los maestros tienen derechos laborales ganados con anterioridad.

Su pretexto es la abrogación de la Reforma Educativa que ya está funcionando en todos sus puntos en todos los Estados del país, incluidos los cuatro que paralizaron actividades. En esos cuatro estados la Reforma está funcionando a medias, pero está funcionando.

En los 28 estados restantes, la medida está aplicando y todos los profesores están participando en ella.

Autoridades educativas les advirtieron de que les van a descontar los días no trabajados, pero eso no les asusta. No les importa.

Habitantes del centro de la ciudad me expresaron ayer su preocupación por ese plantón y lo único que pude responderles es lo que me informaron amigos que andan en esa manifestación obligados por sus líderes: que hoy martes al medio día levantarán ese plantón. Y eso les dio un poco de esperanzas de que no vayan a instalarse allí por varios meses, como aconteció en el 2013.

Estrategias de candidatos

Los nombres de los partidos políticos son tan impopulares, desacreditados y han ganado tan mala fama que en esta campaña presidencial han sido desechados por los estrategas de los principales aspirantes presidenciales. Y son todos. No se salva ni uno solo de ellos.

Empezaré por hacer la siguiente reflexión: vaya que cada campaña de proselitismo es distinta a una similar anterior. Antes, todos los candidatos debían ir vestidos con adornos partidistas que identificara plenamente al personaje, de colores que los asemejara a sus logotipos respectivos y, por añadidura, frases rimbombantes, incluso.

Hoy, los principales contendientes han hecho a un lado las siglas y logotipos de sus respectivos partidos políticos porque todo mundo sabe, y sus asesores están conscientes de ello, que las encuestas recurrentes, hechas desde hace varios años, ubican a los partidos como las instituciones de menos confianza y mayor descrédito, de entre todas las demás.

Los aspirantes presidenciales han optado porque en sus spots o propaganda se destaquen las cualidades de los candidatos y minimizan los logotipos de los institutos políticos que los postulan.

Ricardo Anaya del Frente por México, tienen como imagen principal y en letras grandes el apellido Anaya y en tamaño más pequeño los logotipos de los partidos que lo acompañan

Una nota amplia, publicada en recientes días por el periódico El Universal, soporta esa observación con declaración de expertos sobre ese tema.

En cambio, y en tercer punto, Andrés Manuel López Obrador sí coloca en primer plano a Morena porque es un partido nuevo y es la primera vez que ese instituto político postula candidato a la presidencia.

Por ejemplo, el doctor en Historia e Investigador del Centro de investigaciones sobre América del Norte (Cisan), Leonardo Curzio confirmó que la estrategia tiene que ver con que encuestas ubican a partidos políticos como las instituciones de menos confianza y mayor descrédito, y sus emblemas son muy impopulares.

El candidato de la coalición Todos por México, José Antonio Meade, sustituyó los logos de los partidos que lo postulan por tres triángulos de colores verde, azul turquesa y rojo, que apuntan hacia la derecha.

Esa estrategia no es nueva. Otros políticos ya la han utilizado en ocasiones anteriores y se han mostrado ellos como figura principal y los nombres de los partidos políticos han pasado a segundo término.

Un caso particularmente ejemplificador de eso lo hizo Beatriz Paredes Rangel cuando compitió para jefa de gobierno del entonces Distrito Federal en 2006 y le funcionó muy bien porque alcanzó el doble de la votación que el resto de los candidatos del PRI.

El pasado fue distinto

Los periodistas de mi generación, que anden aproximándose a los 50 años de edad, han de recordar cómo eran las campañas proselitistas presidenciales hace cuatro sexenios, sólo por citar una fecha.

Para comenzar habría de mencionarse la limitada cobertura que daban los medios de comunicación. La televisión era la ama y señora de la difusión a nivel nacional. A través de ella, la inmensa mayoría de los mexicanos se enteraban de los principales acontecimientos políticos, sociales y culturales de aquellos días, porque era el único instrumento que transmitía imagen fresca.

La radio era el instrumento más rápido para enterarse de los acontecimientos y con mucha fuerza también estaban los periódicos.

Hoy eso ha cambiado completamente. Las redes sociales son tremendamente instantáneas, pero con la salvedad que también perduran para las horas o días posteriores.

alexmoguels@hotmail.com