Con la mente fría

En el debate de candidatos a la gubernatura estuvieron a la vista de todos y en forma clara aspectos inocultables. Uno de ellos fue el desempeño del candidato independiente, Jesús Alejo Orantes Ruiz, quien demostró ignorancia total de temas fundamentales para Chiapas y los chiapanecos.

No supo emitir una opinión del contenido de la Reforma Educativa lo cual demostró que nunca la ha leído y, por tanto, nunca sabrá tomar una decisión importante en ese sentido, en el lejanísimo caso que fuera gobernador.

Sus pretendidos ataques contra sus contrincantes fueron infames, nada creativos, tampoco convincentes. Es más, no se gana ni siquiera el mérito de haberle puesto sabor al caldo. Nada que ver. La participación de Jesús Alejo en ese debate quedará, sin duda alguna, sólo para la anécdota.

El candidato de Juntos haremos historia, de Morena, Encuentro Social y el Partido del Trabajo, Rutilio Escandón, se mostró con una inseguridad tremenda y no ofreció propuestas propias.

Moverse de un lado a otro, dentro de un pequeño círculo, le hizo ver frágil e indeciso. El Poder Judicial siempre ha estado sometido a los designios del gobernante en turno. No es de hoy. Siempre ha sido así. Él trae esa pesada losa, visible e inocultable, sobre sus hombros.

No lo he visto personalmente en sus actos de proselitismo, pero quienes lo han visto cuentan que esa ha sido también su actitud: opaco y gris.

José Antonio Aguilar Bodegas, candidato emergente de Chiapas al Frente, del PAN, PRD y MC, argumentó bien, controló el discurso, el ritmo de sus palabras, articuló bien, pero lo vi disperso e inconexo. Le pesa, le pesará haber sido parte del gobierno actual. Eso lo desgastó, hoy lo hace vulnerable.

Por eso no fue posible que diera rienda suelta a sus resentimientos contra el PRI y su oponente, ex compañero tricolor, que tenía ahí enfrente.

Josean trae una cadena al cuello, la del oficialismo, que obstaculiza la fluidez de sus ideas completas para debatir contra sus contrincantes.

Y por último, el candidato de Todos Somos Chiapas, del PRI, Verde, Panal, Mover a Chiapas y Chiapas Unido, Roberto Albores Gleason. Él tiene presencia escénica y privilegió sus propuestas e ideas originales. Él tuvo la idea original -allá por 2013- de crear las Zonas Económicas Especiales cuyo proyecto fue atraído y concretado después por el Ejecutivo Federal. No hay nada de malo. Son del mismo partido, del mismo equipo. Y así por el estilo. Aunque la tarea de un legislador es bastante limitada para concretar proyectos, porque eso corresponde a los tres órdenes de gobierno, Albores sí tiene constancia de haber gestionado recursos para beneficio de los chiapanecos.

No se trata de darlo, en mi caso, como ganador del debate. Y tampoco se trata de hablar mal de los demás, sólo por hablar. La pantalla chica se encargó de mostrar tal cual es cada uno de ellos.

No sé si tengan tiempo, pero lo aconsejable para ellos sería que ensayen su próximo debate. No hay nada que inventar. Todo está escrito. Hay técnicas para hacer fluir un discurso, para atraer la atención de la gente y para dar información que le interese a la gente, etcétera, etcétera, etcétera.

El formato del debate fue bueno. Malo haber traído a moderadores foráneos quienes se mostraron descanchados. Ellas, principalmente, desconocían totalmente el perfil de los candidatos. Así lo dejaron ver en sus intervenciones descontextualizadas y pésimamente planteadas.

Los debates llegaron para quedarse. Sólo hay que mejorarlos para que sean útiles a los potenciales votantes.

La gente exigente, crítica

Es curioso que la gente, en forma espontánea y repentina, se torna super exigente y extremadamente crítica de ese tipo de actos democráticos que a nivel nacional ya se han hecho costumbre, se han ido perfeccionando y han mostrado más eficacia que en provincia.

Tan exigente se muestra la audiencia, a grado tal que expresa opiniones radicales y de total disgusto porque simplemente no escuchó lo que quería oír, porque los candidatos no se rasgaron las vestiduras para atacarse mutuamente o porque ninguno de ellos se convirtió en actores “antisistema”.

Ahí está el dilema. Nadie podrá cumplir con las expectativas de los televidentes u oyentes de ese tipo.

Sin embargo, sí es posible observar el desempeño de los contendientes.

Suele ocurrir que cada equipo ve a su gallo como el ganador de un debate, como el del domingo pasado.

Especialistas han coincidido que en un debate nadie gana ni nadie pierde, simplemente debe exponer claramente sus propuestas de gobierno, debe mostrar cuánto carisma posee y cuál es su capacidad de conectar con los potenciales votantes.

Un candidato hábil debe ser convincente. Que la gente le crea lo que dice y lo que ofrece. Debe ser empático.

Difícil que alguien reúna todas esas cualidades, pero no imposible.

Luis Donaldo Colosio reunía casi todas esas cualidades, sino es que todas ellas juntas. Eran otros tiempos, pero a pesar de las limitadas comunicaciones de aquella época -1994-, cuando la televisión era la reina del territorio nacional, él ya tenía en la bolsa la presidencia de México. Todo mundo veía, por anticipado, con claridad y contundencia su triunfo. Por cierto, después de su muerte, el 23 de marzo de ese año, los candidatos a la presidencia experimentaron el primer debate televisado en la historia de México, sólo como un dato adicional.

Guardando todas las proporciones, Vicente Fox también logró conectar con los votantes en el 2000. Y así podríamos llegar hasta el año 2012 cuando el entonces candidato presidencial Enrique Peña Nieto traía un arrastre impresionante entre millones de mexicanos.

Podría uno citar otros nombres a lo largo de la historia de México y del mundo entero, pero creo que estos ejemplos bastan para poder comprender que no es fácil agradarle a la gente.

alexmoguels@hotmail.com