Enseñanzas de los comicios

Sorpresas te la vida. Las elecciones, más. Ya nos han dicho muchas veces que nunca una elección constitucional será igual a la siguiente. Y efectivamente. Eso se ha comprobado en comicios anteriores. Sin embargo, los periodistas y muchos ciudadanos vemos, oímos y analizamos tantas y tantas cosas en el tiempo que tres años después o seis años después ya ni nos acordamos de lo que pasó antes.

De todas las elecciones que yo he vivido, reporteado, visto, digerido paso a paso y analizado en todo su contexto, la del 2018 trajo más sorpresas que las anteriores.

Acertaron las encuestadoras, con aproximaciones, pero acertaron. En elecciones anteriores habían quedado muy mal las encuestadoras. Por ejemplo, le habían dado triunfo al PRI en nueve de 12 elecciones estatales del 2015 y resultó que ese mismo partido perdió siete de las 12.

En este 2018 a quien le convenía decía que en México iba a pasar lo mismo que el Estados Unidos, donde las encuestas dieron siempre como ganadora a Hillary Clinton, pero al final ganó Donald Trump. Pero no ocurrió eso. Las encuestadoras dieron siempre como primer lugar en las preferencias electorales a López Obrador y él resultó ganador con casi el mismo porcentaje que publicaron las encuestadoras. Alrededor de 53%.

El PRD, uno de los partidos políticos más grandes de México y por varias décadas está a punto de perder su registro.

El Instituto Nacional Electoral (INE) dio a conocer ayer viernes los resultados finales de los cómputos distritales para la elección presidencial

El PRD, PVEM, Movimiento Ciudadano, Nueva Alianza y Encuentro Social están en condiciones de perder el registro porque no alcanzaron el 3% de la votación nacional, pero seguramente habrá alguna laguna en las leyes que les va a permitir sobrevivir.

Y ahí es donde viene el tema. El PRD obtuvo 2.8% de los votos; el Verde Ecologista 1.8%; Movimiento Ciudadano 1.7%; el PANAL -el de los maestros- 0.99% y el Encuentro Social 2.7%.

Como decía yo antes el que más llama la atención es el Sol Azteca porque ha tenido una gran cobertura a nivel nacional. Ha ganado gubernaturas de entidades federativas en forma individual pero también en coaliciones.

Y estuvo a punto de ganar la presidencia de la República en el año 2006 cuando su candidato Andrés Manuel López Obrador estuvo a menos de un punto porcentual del ganador de entonces el panista Felipe Calderón Hinojosa.

Hoy está a punto de perder su registro, a punto de desaparecer de la esfera política nacional.

Los demás partidos mencionados líneas antes han sido siempre pequeños y han sobrevivido en elecciones anteriores porque la ley les permitía conservar su registro con el 2% de las votaciones generales, pero la reforma política del 2014 aumentó ese porcentaje a 3 puntos.

Hoy, sólo los votos nulos (2.8% de votos nulos) igualó a la votación del PRD.

Es decir, es un partido que casi desapareció del mapa nacional.

El PVEM anda en las mismas circunstancias. Sin embargo, por ahí andan versiones de que las cúpulas de ese partido van a negociar con las cúpulas políticas que van a tomar el poder nacional el 1 de diciembre próximo a efecto de que a través de algún mecanismo conserven su registro. Ya lo veremos y pronto.

Recordemos que el PT estuvo a punto de perder su registro en la elección pasada, pero fue salvado por una elección extraordinaria llevada a cabo en el distrito 1 de Aguascalientes en diciembre de 2015 -y un hombro que le echó el PRI en aquella ocasión-.

Si hubieran tomado en forma estricta lo que dice la ley, el PT hubiera perdido su registro en aquella ocasión.

Y muchos creen que algo parecido podría suceder en esta ocasión del 2018. Que alguna manipulación a las leyes electorales actuales podría ayudar al sol azteca y a los verdes a conservar su registro. Pero por lo pronto al Verde no le alcanzó ni para una plurinominal en el Senado de la República.

Va otra: independientes

Las candidaturas independientes fueron otras perdedoras de la elección pasada. Perdió Margarita Zavala quien con toda la soberbia de cualquier político de altura renunció al PAN en una forma de rebeldía porque su principal contrincante Ricardo Anaya no la dejó ser candidata panista, pero en gran medida por su soberbia de haberse creído ella misma que con su sola imagen y su sola individualidad iba a ganar ¡la presidencia de México!, mira nada más.

Pues resulta que tuvo que renunciar a sus intenciones de ser presidenta de México semanas antes de las elecciones porque estaba muy, pero muy abajo en las preferencias electorales y había rechazado el financiamiento del INE que por le correspondía. ¡Qué tal eso! Pues así le fue.

Las candidaturas independientes habían sido la sensación en el 2015 cuando Jaime Rodríguez Calderón, alias El Bronco, ganó la gubernatura de Nuevo León en una forma que días antes de esos comicios era impensable.

Causó sensación José Pedro Kumamoto quien, con apenas 25 años de edad, sin ninguna experiencia en actividad política, sin partido, sin padrino y sin un peso en la bolsa, se puso a hacer proselitismo en redes sociales y ganó en 2015 una diputación local en Guadalajara, Jalisco, su lugar de residencia. Ya después autoridades electorales le dieron 18 mil 626 pesos para toda su campaña, algo que a ningún candidato a diputado en ninguna parte del país le da ni para la gasolina.

Pues ganó la elección.

Otra sensación, por su abolengo político panista fue Manuel Jesús Clouthier, quien casi en las mismas circunstancias que el anterior ganó en esa misma ocasión una diputación local en el distrito 5 de Sinaloa.

Para ser honestos, yo nunca creí en las candidaturas independientes.

Se fueron diluyendo poco a poco. El rechazo de los electores a ese tipo de figuras muestra claramente que, pese a sus defectos, los partidos políticos siguen siendo el mecanismo eficaz para el relevo de poderes y para elegir a autoridades de los tres órdenes de gobierno.

alexmoguels@hotmail.com