Defienden la ilegalidad

Lo que está pasando en la Normal Rural Mactumactzá está pintando de cuerpo entero a los grupos y líderes más radicales que conviven ahí dentro: quieren vivir en la ilegalidad.

En las mismas circunstancias quieren vivir estudiantes de otras escuelas Normales y quienes forman el Consejo Central de Lucha de la Sección 7 del SNTE quienes han expresado su negativa a que el Ministerio Público entre a la institución a realizar sus investigaciones para dar con los responsables de la muerte de un alumno y de las lesiones sufridas por dos más, ocurridas en una supuesta “novatada” que no es otra cosa que juegos chuscos para ridiculizar, y en este caso hasta llegar a los golpes, a quienes son primerizos, novatos.

Es grave esa situación. No es para menos. Se trata de la muerte de un alumno y graves heridas en dos más que pudieran dejar secuelas.

El escenario es ya de por sí lamentable viéndolo de esa manera.

Pero es más grave aún porque los directivos de esa institución y una agrupación de estudiantes que siempre los ha apoyado, en supuestas luchas estudiantiles, estén ahora tratando de solapar a los responsables de tres desgracias familiares, una de las cuales jamás podrá recuperar a uno de sus miembros.

Es probable que la muerte de un muchacho y las heridas en dos más hayan sido realizadas en forma accidental. Vamos a suponer que los agresores no hayan tenido la intención de lastimar a ninguno de los participantes en la novatada.

Pero aun así es necesaria la investigación judicial. Es necesario deslindar responsabilidades. Es imprescindible que sea aclarada la situación. Que el Ministerio Público haga su trabajo y reúna las pruebas suficientes para saber con exactitud quiénes cometieron los hechos, en qué forma los hicieron y si en verdad no había intención de hacerles daño.

Que sean las autoridades las que determinen la realidad de lo que sucedió en el interior de esa institución. Pero el director de la referida Escuela y los grupos radicales que están afuera de ella están asumiendo una actitud de defensa de la impunidad.

Los normalistas están confirmando lo que ya sabemos desde hace varios años. Quieren hacer lo que les venga en gana y que nadie les diga nada.

Una película ya antes vista

Esa película –la impunidad de los normalistas- ya la hemos vivido muchas veces los chiapanecos. La sabemos de memoria: se cubren el rostro, toman garrotes o piedras con las manos, salen a las calles, asaltan impunemente a camiones de pasajeros o a vehículos de empresas privadas, roban a los conductores, los saquean, y después los destrozan o los incendian.

En varias ocasiones las cámaras de seguridad los han captado haciendo esos desmanes. Y el colmo del cinismo, también en varios momentos han salido a cometer vandalismo a bordo de autobuses rotulados de la Escuela Normal y, una vez satisfechos sus deseos destructivos, regresan en el mismo vehículo, entran a la Escuela y allí se refugian, huyen de la ley.

Después han de salir sus líderes a declarar que ellos no fueron los vándalos. Que los destructivos fueron infiltrados. Órale pues. Los demás somos unos tontos y retrasados mentales que no fuimos capaces de ver la realidad de lo que pasó.

“Novatadas”, desde siempre

Esas supuestas “novatadas” donde presuntamente falleció un alumno y fueron lesionados otros dos, las conozco desde que tengo uso de razón.

Eran famosas aquellas prácticas en la conocidísima Prepa 1 donde los estudiantes varones de nuevo ingreso eran rapados como una señal de que, cuando fueran vistos en la calle, rápidamente fueran identificados como noveles del bachillerato.

Rapar y trasquilar a alguien en forma forzada ya es un acto indigno para quien resulta agraviado. Y aun así eso se convirtió en una práctica común durante muchos años en esa referida institución educativa, sin que nadie lo haya siquiera tratado de impedir.

Pero llegar a extremos peligrosos, hasta alcanzar hechos fatales, como los ocurridos en la Mactumactzá, eso ya habla de que están mal de la cabeza quienes forman el sistema educativo normalista, quienes lo estudian, quienes imparten clases y también quienes dirigen las escuelas.

Las altas autoridades educativas federales y estatales están obligadas a tomar estrictas medidas de seguridad al respecto. Deben de prevenir casos como esos.

De lo contrario, van a terminar siendo culpables de hechos delictivos por omisión.

De las Escuelas Normales surgen maestros que al día siguiente van a estar en un salón de clases frente a decenas de niños o adolescentes.

¿Con ese perfil de peligrosidad van a estar enseñando a niños, niñas y adolescentes esos profesores?

Realmente es para pensarle en serio. No es nada trivial el caso.

Las 21 escuelas normales de Chiapas y las del resto del país son pagadas con dinero de nuestros impuestos. Son administradas por el gobierno. Pertenecen al pueblo. Por tanto, quienes estudien allí deben respetar reglas, deben apegarse al programa de estudios y deben aprobar exámenes de idoneidad para que puedan estar frente a un grupo de alumnos impartiéndoles academia.

Con diferentes características y circunstancias, estudiantes de secundaria, la del Estado o la López Mateos, les era gracioso y hasta divertido comprar huevos de gallina y arrojarlos a la humanidad de todo aquel que pasaba enfrente suyo en épocas de Semana Santa.

Ninguna novatada debería ser graciosa y mucho menos permitida por las autoridades ni por los padres de familia

Sin menoscabo de la autonomía de algunas instituciones educativas que se creen con ese rango, las altas autoridades educativas deberían emitir medidas cautelares o lineamientos obligatorios para prevenir más desgracias como las señaladas en este texto.

El fin superior está clarísimo: proteger la vida y dignidad de las personas

Por alcanzar ese fin bien vale la pena usar cualquier medio

 

alexmoguels@hotmail.com