Cambio es cambio: AMLO

Ya nos imaginábamos que iba a suceder. Nos lo había anticipado el propio Andrés Manuel López Obrador desde su campaña de proselitismo que una de sus principales intenciones, en aquella época como potencial ganador de las presidenciales, era generar cambios en el ente público llamado gobierno federal.

Algunos días después de haber ganado en forma indiscutible los comicios federales lanzó la frase lapidaria: “cambio es cambio”.

Y ha estado ya anunciando los cambios que él puede generar de manera individual, sin preguntarle a nadie más y sin siquiera haber tomado posesión del cargo.

Algunos de ellos se ven viables, otros no, pero eso ya será historia de la realidad a partir del 1 de diciembre próximo. Por ahora, sólo podemos ver a lo lejos y en el papel las acciones anunciadas.

Por ejemplo: uno de sus primeros anuncios fue el cambio de nombre de la Secretaría de Desarrollo Social por el de Secretaría del Bienestar y sus respectivas transformaciones burocráticas internas.

Después anunció la desaparición de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), su transformación en el Instituto Nacional de los Indígenas y la creación de 132 coordinaciones regionales.

Y el jueves reciente anunció que va a fusionar a Liconsa con Diconsa y con esa fusión creará el  nuevo organismo denominado Seguridad Alimentaria Mexicana cuya función principal será comercializar 36 productos de la canasta básica a precios accesibles para las clases populares, crédito a la palabra a ganaderos, producción de fertilizantes y seguridad alimentaria en busca de autosuficiencia en ese ámbito.

Al frente de ese nuevo organismo estará Ignacio Ovalle Fernández quien tiene un extenso historial en la burocracia dentro de los gobiernos federales de las mejores épocas del PRI.

Ese mismo día –el jueves-, el presidente electo de México anunció otros nombramientos de segundo nivel.

El equipo del presidente entrante le ha bajado de tono al tema de descentralizar a la burocracia nacional. Es decir, trasladar desde la Ciudad de México a Secretarías de Estado hacia otras entidades del país.

El tema tal vez se haya diluido en forma discreta debido a que con suficiente anticipación el proyecto se veía inviable, porque mover a esas estructuras burocráticas de un lugar a otro significaría dividir a miles de familias y transformar en forma profunda sus formas de vida.

Significaría, además, un enorme gasto de dinero para rentar o construir edificios en los Estados a donde vayan a estar, pero algo más grave aún: existe el riesgo de conflictos laborales con quienes se resistan a irse a otro lado y con los sindicatos, algunos de ellos muy grandes como los del Issste, del IMSS, de Pemex y de la burocracia nacional, entre otros.

Mientras más se aproxime la toma de protesta del nuevo presidente de México, que va a ocurrir el 1 de diciembre próximo, nos iremos enterando de más noticias de ese tipo.

Muchas son las expresiones discordantes con las intenciones del nuevo presidente pero la verdad es que “no hay de otra” que esperar a que se hagan efectivas esas transformaciones que hoy sólo son anuncios para que podamos enterarnos de sus efectos.

AMLO y  periodistas

Llamó la atención otra declaración del presidente electo respecto de que a él le gustaría el regreso a los medios de comunicación tradicionales de los reconocidos periodistas José Gutiérrez Vivó y Carmen Aristegui, quienes abandonaron sus programas en distintas épocas y por distintas causas.

Esa expresión de AMLO debe ser interpretada como un mensaje de que esos comunicadores van a ser protagonistas del futuro sexenio, sin duda alguna.

Sólo faltará ver en dónde y cómo.

Gutiérrez Vivó tuvo un enorme protagonismo como conductor del noticiario matutino “Monitor” de Radio Red durante más de 25 años pero su línea editorial crítica y su enorme audiencia molestaron a Vicente Fox quien habría maniobrado desde las esferas del poder presidencial para que dicho comunicador entrara en conflicto con la empresa y finalmente saliera del aire y fuera marginado de los medios precisamente a principios del sexenio del panista.

En tanto, la línea crítica de Aristegui llegó al clímax en el gobierno de Felipe Calderón cuyos operadores políticos debieron haber influido también para que la periodista entrara en un pleito legal con los concesionarios de las señales donde ella transmitía y de igual forma fuera sacada del aire.

Muchos atribuían a los gobiernos priistas la marca autoritaria contra los medios de comunicación, pero curiosamente fueron los únicos gobiernos federales panistas quienes habrían maniobrado para callar a esas dos voces destacadas del periodismo nacional.

De boca en boca

A propósito del tema de los comunicadores mexicanos y de las perspectivas generadas por el nuevo gobierno, este viernes fui informado que las empresas editoriales de Milenio y Excélsior están despidiendo personal, desde puestos directivos hasta reporteros. Hace dos semanas Milenio anunció, en forma repentina, la salida de Carlos Marín de la dirección editorial de esa importante y creciente empresa periodística. Los patrones no han dado argumentos claros ni suficientes de esos despidos y remociones pero todo parece indicar que eso se debe a anticipadas negociaciones con el equipo gobernante entrante. Excélsior es uno de los periódicos actuales de circulación nacional más antiguos –el otro es El Universal- porque ambos nacieron en 1916. Apenas hace dos años cumplieron cien años de existencia. Milenio es una empresa de reciente creación, cuenta con un periódico, una televisora de paga y plataformas digitales muy activas y con mucha aceptación social. Las dos grandes televisoras nacionales, TV Azteca y Televisa, no han dado señales de cambios de ese tipo pero cualquier acomodo en ese sentido será visible y notado por todos.

alexmoguels@hotmail.com