¡Quítate que ay te voy!

El otro día hablaba yo en este mismo espacio de un panismo resquebrajado, dividido y sin rumbo. Sus principales protagonistas están renunciando a las filas de Acción Nacional y otros están absortos y aturdidos sin saber qué rumbo tomar, decía yo. Y le auguraba momentos aciagos a ese partido.

Pero lo que ocurrió este fin de semana al Partido de la Revolución Democrática, el PRD, le dijo al PAN ¡quítate que ay te voy!, en el ámbito del divisionismo, los protagonismos individuales y los intereses grupales.

Resulta que los actuales líderes del Sol Azteca decidieron hacer una asamblea nacional, un Congreso General Extraordinario, le llamaron ellos, para transformar, adecuar o modernizar sus estatutos internos.

Eso era el enunciado, la forma de lo que los perredistas querían hacer. Sin embargo, en el fondo querían eliminar normas internas que cobijaban y daban poder a las famosas “tribus”, esos grupos perredistas que se fueron formando poco a poco desde hace varios años y que precisamente emulaban a su significado que se le daba en la antigüedad a “grupos sociales propios de pueblos primitivos e integrados por un conjunto de personas que compartían un origen, lengua, costumbres y creencias que obedecían a un mismo jefe”.

Sólo que en el PRD esos grupos terminaron siendo la antítesis de un partido político porque la naturaleza de estos institutos es precisamente estar unidos, respetar las normas internas que los rijan, perseguir a un mismo jefe, pero al mismo tiempo un mismo objetivo nacional.

Estas tribus perredistas terminaban yéndose cada uno por su lado y, en muchos casos, acababan divididos.

Por ejemplo, cuando debían nombrar a candidatos a puestos de elección popular, cuando iban a elegir a sus líderes nacionales, estatales o regionales. En esos casos y muchos otros, casi nunca se ponían de acuerdo.

Pues exactamente lo mismo sucedió este fin de semana.

Resulta que los organizadores de ese Congreso, previendo disturbios que pudieran presentarse, colocaron previamente un blindaje alrededor de quienes iban a presidir la mesa de organización de ese evento.

Ese blindaje consistió en más de 200 delegados al frente, delante de ellos varias vallas metálicas y un tercer cerco formado por mesas vacías.

Ya antes habían suspendido su sesión por hechos violentos.

Bueno, pues solamente así, en su segundo intento, los líderes perredistas pudieron abrogar sus estatutos que contempla la disolución de su Comité Ejecutivo Nacional (CEN) plantear una ruta de reconstrucción que se empezará a realizar a partir del próximo 2019.

Los tres cercos señalados a modo de blindaje no impidieron que hubiera una trifulca en la que los perredistas se lanzaron unos contra otros sillas, manteles o botellas de agua, en señal de protesta por lo que se pretendía aprobar por la mayoría de ellos.

Los de un lado les gritaban a los del bando contrario que eran unos traidores y que se fueran a Morena.

En medio de ese escenario, cuya descripción aquí hecha no se asemeja nada a lo que realmente ocurrió, la mesa del Congreso declaró avalado el nuevo estatuto perredista. Hubo 500 votos a favor, 265 en contra y cero abstenciones. Es decir, estuvo en contra más de la mitad de los votos en favor.

Contempla la realización de un Congreso Nacional el 2 y 3 de marzo próximo y elecciones internas el 28 de abril también del 2019.

Los nuevos estatutos perredistas contemplan colocar, en lugar del CEN, a una Dirección Nacional con facultades casi plenipotenciarias que estará vigente hasta diciembre próximo.

Desaparecerán las corrientes internas.

En el Congreso de este fin de semana esas corrientes operaron en sólo dos sentidos: al que se le ha dado en llamar oficialista que está promoviendo los cambios internos y el bloque alternativo que los rechazó de manera tajante.

Hay que señalar que antes de ese Congreso del fin de semana pasado, un grupo de aproximadamente sesenta personas ingresó por la fuerza al lugar donde estaban sesionando y durante la lectura de los nuevos estatutos hubo tres intentos frustrados de romper el blindaje.

En medio de esa tensión se aprobó lo que ya señalé párrafos anteriores.

Todo parece indicar que la facción oficialista del PRD va a estar al servicio del nuevo gobierno y tal vez con esa estrategia pueda sobrevivir en el futuro inmediato y, quizá recomponerse.

Las señales de eso están plasmadas en los estatutos aprobados del Sol Azteca.

De boca en boca

Va a ser decisiva la semana que hoy empieza para los destinos de la Universidad Autónoma de Chiapas, la UNACH. El jueves 22 de noviembre vence el plazo para que se registren quienes aspiren a ser rectores. Fiel al estilo de cómo son nombrados los rectores de esa y las demás universidades que reciben dinero público para su funcionamiento, cuando haya cerrado la convocatoria y una vez que sea conocida la lista de los inscritos ya vamos a poder deducir quién va a ser el nuevo rector de la llamada máxima casa de estudios de Chiapas. Uno de esos nombres va a llevar el mensaje******Y la próxima semana, la del lunes 26 al viernes 30 de noviembre, va a ser la última que esté en funciones el gobierno federal del presidente Enrique Peña Nieto y del priismo. Por segunda vez a lo largo de su historia cederá el poder a un opositor. Aunque el protocolo del traslado de poderes federales sea a eso del mediodía, desde las cero horas del sábado primero de diciembre Andrés Manuel López Obrador será ya, de facto, el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas y el titular de la recién creada Secretaría de Seguridad Pública, Arturo Durazo, entrará también en funciones. Quienes saben de esos asuntos me explicaron que el relevo de esos dos mandos han de ocurrir a la media noche para que sus nuevos titulares estén en posibilidades de tomar decisiones importantes desde la madrugada, en caso de ser necesario.

alexmoguels@hotmail.com