Noé Castañón, fuera del PRI

El senador Noé Castañón Ramírez presentará, en las primeras horas de hoy martes, su renuncia al Partido Revolucionario Institucional, en las que él militó la más reciente década.

Podrá parecer poco tiempo, pero la explicación es sencilla. Él es un político joven, pero de esos cuadros jóvenes preparados, académicamente y en el ámbito político igualmente. Hijo de otro político con amplia trayectoria, don Noé Castañón León, quien además es un gran jurista en las lides nacionales.

Ya iremos desgranando la mazorca poco a poco. Es decir, iremos dando datos relativos a los motivos de esa salida de las filas tricolores, los por qués y los cómos, para poder entender el contexto del suceso.

Algunos van a querer minimizar el caso. Pero, visto desde la realidad objetiva, el tema no es para menos: la fuerza tricolor va de más a menos en su de por sí disminuida bancada en el Senado.

Con esa salida, sus votos van a ser disminuidos y no va lejos que otros de la misma bancada estén pensando lo mismo. De manera tal que su fuerza no representará casi nada a la hora de realizar votaciones para temas importantes.

Desde Díaz hasta Muñoz Ledo

Estaba yo reflexionando respecto del diputado federal Porfirio Muñoz Ledo quien, a sus 85 años, sufrió un desvanecimiento en las afueras de palacio nacional en la Ciudad de México.

Y recordé unos datos del historiador y escritor Rafael Tovar y de Teresa –creador de la actual estructura de las instituciones de cultura en el país- quien nos aportó en vida –hoy en paz descanse- algunos libros valiosos. Uno de ellos El último brindis de Don Porfirio en cuyas páginas el escritor nos narra cómo fue desarrollado el primer centenario del inicio de la independencia de México y cuyo promotor y organizador principal fue precisamente Porfirio Díaz, ya en el ocaso de su poder presidencial en 1910.

Resulta que en ese extraordinario ensayo, Tovar y de Teresa revela datos de cómo cuatro años antes, en 1907, el entonces presidente nombró un comité organizador de los festejos cuyas principales características debían ser, según órdenes de don Porfirio, para el goce del pueblo, por un lado, pero al mismo tiempo tenían que proyectar al mundo entero el auge económico en que se encontraba el país en aquellos días.

Resulta que, como en aquellos principios del siglo pasado el promedio de vida era muy bajo, los miembros de dicho comité organizador rondaban los sesenta años, una edad considerada ya de mucho riesgo.

Y, efectivamente, ya transcurridos esos cuatro años, y llegada la fecha de la celebración del primer centenario del inicio de la Independencia de México, cuatro de los cinco integrantes ya habían muerto o se habían separado por cuestiones de salud.

Quiero hacer una analogía, de aquella época al inicio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, 108 años después de aquel suceso, y sólo en el ámbito de las edades, para no meterme en otras cuestiones.

Siempre tomando datos de Tovar y de Teresa, daré un breve contexto: en 1910, Suecia tenía el índice más alto de esperanza de vida, con una media de 50 años; mientras que España –la madre patria-, tenía el más bajo con 32 años. Sólo para darnos una idea de que en aquellas fechas la gente se moría muy joven por múltiples razones.

Resulta que el gabinete del actual presidente de México está rondando entre los 50 y los 82 años de edad.

Y uno de ellos, aunque no está en el gabinete presidencial, sí está dentro del grupo lopezobradorista de hueso colorado: Porfirio Muñoz Ledo. Él es diputado federal, cuenta 85 años y sufrió recientemente un desvanecimiento, recordaba yo líneas antes.

Muñoz Ledo ha sido un político aguerrido. Participó en la fundación de la izquierda mexicana desde sus inicios y ha sido un político que ha vivido gran parte de las transformaciones de México desde la mitad del siglo pasado hasta casi el primer cuarto del siglo XXI.

Es un político de tiempo completo. Y ha de vivir fuertes tensiones y etapas de estrés que lo han de haber llevado al evento comentado antes.

El diario Contra Réplica reveló recientemente datos valiosos en ese sentido: recordó que la “más reciente adquisición del gabinete presidencial, el Fiscal Alejandro Gertz Manero, tiene 79 años y se une a la élite que ejerce el poder en México a una edad en la que la mayoría de la gente se jubila en todas las esferas de la vida, para dar paso a las nuevas generaciones o… descansar”.

Presenta este cuadro: SSA (71), SHCP (63), SCT (81), SEP (63), SRE (58), SSP (64), CFE (82), Pemex (59), IMSS (51), STPS (31), Sedesol (42), Segob (72 años), Sener (54), Sagarpa (65), Sedatu (34), Sectur (66), Oficina de la Presidencia (68) y Semarnat (52).

Y el diario refiere algo que casi nadie ha querido analizar: que en un país predominantemente joven como el nuestro, el actual gobierno haya decidido integrar el gabinete con más alto promedio de edad en la historia, en el cual, el presidente es de los bisoños, porque cuenta con 65 años.

En México –recuerda- 30.6 millones de la población tiene de 15 a 29 años y, según el INE, fueron los de 18-39 años quienes definieron la pasada elección presidencial, en la que votaron por el candidato de mayor edad, entre los tres que estuvieron en la boleta el 1 de julio.

Pero les designaron un gabinete que no tiene mayor conexión generacional con ellos.

“Y votaron por unos diputados de los cuales el 46% no cursó ni la licenciatura, y a quienes el poder colocó al frente de las principales comisiones legislativas: uno que asaltó San Lázaro a caballo, un exactor de shows calientes, una maestra que cobraba sin dar clases…”

El caso es que, en el gabinete que dirige nuestros destinos están muy poco representados esos 44 millones 532 mil 987 jóvenes de 18 a 39 años, equivalentes al 50% del padrón electoral, salvo raras excepciones como la titular de Trabajo, que tiene 31 años. Interesante.

alexmoguels@hotmail.com