¿Mentiras y deshonestidad, qué?

Como una mazorca, están desgranándose las mentiras de los actuales funcionarios públicos federales en sus declaraciones patrimoniales: en Conacyt ya cayó una diseñadora de modas que había sido nombrada como responsable en un área de ciencias.

En este caso había una incongruencia porque los de la Cuarta Transformación siempre criticaron que funcionarios públicos carecían de perfiles para el cargo que estaban desempeñando, y aquí el perfil de la subdirectora y su encargo…eran tan distintos como el negro y el blanco.

No puede uno criticar que titulares de dependencias federales sean solamente millonarios o no.

Tampoco puede uno desacreditar con simpleza a quienes tengan estudios universitarios de postgrado o no.

Pero sí tiene uno que ser fieles observadores del respeto a las leyes y sus aplicaciones, porque los de la Cuarta Transformación, que hoy ocupan cargos de alto nivel, fueron los mismos que estuvieron reclama y reclama en gobiernos anteriores, opositores al suyo, de que se respetaran los perfiles profesionales de los funcionarios públicos.

A Ana Gabriela Guevara le ajustaron el estatuto para estar legalmente en el cargo porque ella tenía solo estudios de secundaria. Aquí hubo una simulación tremenda, de la que ellos mismos también se quejaban, por cierto.

Mintió con todas sus letras, el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, porque había puesto en su declaración patrimonial haber terminado dos carreras universitarias y después tuvo que corregir porque en la segunda, tiene pendientes algunas materias.

Mintió la Secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero, porque el periódico Reforma investigó y publicó, con pruebas en la mano, la existencia de un departamento suyo de más de 11.1 millones de pesos en EU que, en un inicio, quería dejar oculto en su declaración patrimonial. Posteriormente, sus colaboradores difundieron una serie de galimatías que, por supuesto, nadie les creyó.

Mintió el titular de Transportes, Javier Jiménez Espriú, porque también había ocultado en su declaración patrimonial un departamento en EU con un valor de 6.6 millones de pesos. Posteriormente tuvo que tratar de justificar que se lo había regalado a su hijo y que él no cambió las escrituras a tiempo.

El funcionario dijo que si bien su hijo, Javier Jiménez Gutiérrez, se desempeña como administrador de tal sociedad, y que él no tiene relación alguna con ella.

Y todavía, cargado de razón, Espriú terminó con una frase socarrona: si yo mostrara todo lo que he regalado no cupieran en los papeles, o algo así. Declaró, además, poseer una colección de libros de más de tres millones de pesos. ¡UPSS!, qué maravilla. Cayó en otra estela de confusiones que sólo produjeron, en terceros, risas burlonas.

Si tanto reclamaron los morenos, como opositores, que las dependencias oficiales deberían estar dirigidas por personas con perfiles adecuados, que ahora ellos mismos prediquen con el ejemplo.

Si tanto criticaron los morenos, como opositores, que los funcionarios públicos transparentaran sus propiedades y sus posibles conflictos de intereses, que ahora ellos mismos prediquen con el ejemplo.  

Si tanto criticaron los morenos, que los funcionarios públicos deben ser honestos, que ahora ellos prediquen con el ejemplo. Eso es todo.

Pero que no quieran venir a darnos atole con el dedo a todos. No todos somos simples ovejitas descarriadas.

Tragué mis propias palabras

Mi abuela, sabia ella como todas las demás para dar consejos de vida, me aleccionaba: ten cuidado con lo que dices; algún día podrías tragar tus propias palabras.

Por no hacerle caso, me he tragado mis palabras infinidad de veces. Una de ellas fue esta: Cuando Cuauhtémoc Blanco decidió ser candidato a alcalde de Cuernavaca, desmenucé un montón de argumentos y el más fácil y comprensible, según yo, lo recuerdo muy bien, fue: “zapatero a tus zapatos”, en razón de que si él había sido muy buen futbolista no tendría por qué serlo para gobernar un municipio.

Fue candidato, ganó las elecciones, gobernó dicha localidad del centro del país casi un trienio completo, después repitió la hazaña y ahora es gobernador de Morelos.

Hasta quiere meter a la cárcel a su antecesor y ya puede hilar ciertas ideas, más o menos entendibles, sobre el crimen organizado, como esta: “Son un chingo”, escuché que dijo el otro día.

Claro, muchas circunstancias de tiempo y lugar permitieron que él esté donde se encuentra ahora.

Las circunstancias, desde luego, también forman parte de la construcción de una historia humana.

Que me pase por simple hablador y por no hacerle caso a mi abuela.

A la radio, en su día

La radio es uno de los más maravillosos aportes de la inteligencia del hombre a la humanidad en su conjunto, por siempre y para siempre.

Algunas décadas posteriores a su nacimiento, se le apareció la Televisión, novedosa y cautivadora. Amenazaba con aniquilarla, pero la radio sobrevivió en forma victoriosa.

Evolucionó de AM a FM y hoy las ondas hertzianas siguen flotando, soberbias, en sus formas invisibles y encantadora sobre la atmósfera humana.

Gracias a la confianza de don Francisco Aguilar Trujillo (QEPD) yo inicié, en algún día de 1987, en Estereofiel, la misma emisora que hoy se llama Máxima FM.

Desde entonces y hasta ahora, he participado en forma muy grata para mí en muchos espacios de radio, como reportero, corresponsal, conductor de noticias y en programas de opinión, y por eso le he tomado mucho cariño a ese medio de comunicación.

Es un medio amigable con las nuevas tecnologías porque éstas le han proporcionado una excelente calidad de sonido que antes no tenía.

¡Que la radio recupere su esencia y tenga larga vida!

Sirva esto como una sencilla forma de conmemorar el “Día Mundial de la Radio”.

Se celebra porque un 13 de febrero, pero de 1946, fue creada la radio de las Naciones Unidas.

alexmoguels@hotmail.com