Entre la espada y la pared

El anunció cayó como balde de agua fría sobre las cabezas de millones de mexicanos, por decirlo en forma decente: México transfirió, a la voz de ya, 30 millones de dólares al gobierno de El Salvador para crear 20 mil empleos en ese país centroamericano como una medida para mitigar las causas de la migración en esa área del continente americano, pero también con el anhelo del presidente Andrés Manuel López Obrador de convertirse en el líder en la región centroamericana.

Y a los chiapanecos les ha de haber causado el doble o el triple del dolor o la frustración que a los demás, porque esta siempre abandonada tierra del sur de México está sufriendo al doble, quizá, el desempleo que hay en otras partes del país.

A simple vista o a la vista de los defensores a ultranza de Andrés Manuel López Obrador, pareciera ser una magnífica y solidaria actuación del mandatario nacional mexicano ayudar a los salvadoreños, solo que hay dos grandes inconvenientes vistos por millones de mexicanos que sí usan el raciocinio y sí están al tanto de la realidad nacional:

Apenas la víspera de ese anuncio, los mexicanos se enteraron que la generación de empleo en el mes de mayo de este año sufrió una caída de 88.2%, la más importante registrada durante la última década.

Y no lo dijo cualquier fuente. Fue revelado por el informe mensual sobre plazas registradas ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Es decir, mientras México entero sufre esa debacle en materia de desempleo, el gobierno federal mexicano está regalando 30 millones de dólares a dicho país centroamericano.

Segundo: el periódico español El País, uno de los más importantes diarios de Europa, señaló ayer viernes mismo que diferencia de otros programas de cooperación internacional —como el caso del Plan Mérida con EE UU—, en este apoyo enviado por México al Salvador no se conocen los controles de evaluación o seguimiento que vayan a tener las medidas ni los planes de inversión previstos.

Como todo lo quieren resolver a su santa voluntad y sin respetar las leyes en la materia, el canciller mexicano Marcelo Ebrard dijo que esa cooperación está siendo dada al gobierno salvadoreño sin condiciones, ni políticas, ni económicas, ni financieras porque son dos pueblos hermanos. ¡Ajá!

El señor López Obrador está jugando con fuego. Abrir las puertas de México de par en par a los migrantes centroamericanos y de otros lugares infinitos, haberles ofrecido empleo e ingresos económicos y ahora haber otorgado 30 millones de dólares, sin aval de por medio y sin ningún control que valga al Salvador, ha significado un enorme golpe al orgullo de los mexicanos porque “su presidente” prefirió ayudar prioritariamente a foráneos, y a los mexicanos los dejó en segundo término.

Eso ya está causando reacciones negativas, medidas con métodos de valor cualitativo y cuantitativo considerados altamente válidos.

El periódico mexicano El Financiero pudo comprobar, mediante una encuesta, que en las recientes dos semanas ha aumentado el rechazo ciudadano a migrantes en México y ha crecido el apoyo al cierre de la frontera sur.

¿Por qué? Porque, siempre y sencillamente, el mexicano se está sintiendo desplazado por esos migrantes.

Según el rotativo mencionado, el porcentaje de mexicanos encuestados que considera que su país debe cerrar su frontera a la migración pasó, en tan solo dos semanas, de 54 a 63 por ciento.

En contraste, el 35 por ciento opina que a los migrantes hay que apoyarlos y facilitarles el paso por el territorio nacional.

Es un dato revelador de que la política migratoria de López Obrador le ha salido mal por las dos vías: cuando abrió las puertas de par en par a los migrantes y cuando no daba las mínimas señales de querer contener el flujo de indocumentados que desean ir al vecino de norte, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, salió con un enorme cinturón a amenazar al gobierno mexicano con sus tan cantados aranceles crecientes del 5 por ciento en adelante a productos nacionales que llegaran a su territorio, si México no hacía algo real y tajante contra los migrantes.

Y, por otro lado, al estar obedeciendo ciegamente al gobierno estadounidense, el gobierno mexicano está enfrentando ahora el rechazo de la mayoría de la gente porque está dejando de dar de comer a los nacionales por dar alimento a los extranjeros. El tabasqueño está colocándose entre la espada y la pared, y no se ha querido dar cuenta.

De boca en boca

Hay por el momento un conflicto soterrado y por debajo del agua en la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), que muy pronto podría saltar a la luz con matices de protesta pública y que movería las aguas internas de la institución que hasta ahora han estado quietas. Ariosto de los Santos Cruz quiere volver a ser dirigente del Sindicato de Personal Académico de la UNACH (SPAUNACH). Y quiere serlo por la fuerza, porque muchos académicos no lo quieren, es más lo rechazan. Al citado personaje le están achacando algunas circunstancias que bien podrían ser comprobadas si alguien se echa una clavadita al Sistema de Administración Tributaria, el SAT, o al Registro Público de la Propiedad y del Comercio de Chiapas. Las inconformidades están por lo pronto en los pasillos, a veces a susurros y a veces en voz alta, pero las cosas no pasan de ahí. Sin embargo, esos ánimos contenidos podrían tomar otras dimensiones si no son escuchadas las voces discordantes que andan por todos lados en esa casa de estudios. Por lo pronto, los ánimos andan apaciguados, pero eso no es garantía de que en cualquier momento salten a la acción. Afortunadamente, el gobierno de la Cuarta Transformación ya no está permitiendo canonjías y privilegios que tanto daño han hecho a las instituciones y que algunos, vía influyentismo o compadrazgo, quieren seguir conservando. Con toda seguridad, habrá mucho más del tema en próximas fechas.

alexmoguels@hotmail.com