Represiones de la CNTE

Ya eran un secreto a voces las acciones represivas usadas por dirigentes de la CNTE para obligar a maestros a participar en marchas, plantones temporales o indefinidos, mítines, bloqueos carreteros y otras múltiples obras bien conocidas por guerrerenses, oaxaqueños y chiapanecos, principalmente. Pero hoy se pueden agregar muchos testimonios de maestros víctimas de esa represión sindical.

Las agrupaciones sindicales tienen derecho a manifestar pública y voluntariamente sus demandas de tipo gremial, siempre y cuando respeten derechos de terceros.

Pero los dirigentes de la CNTE no hacen ni lo uno ni lo otro. Ahora hay variados testimonios de miembros de la sección 22 de Oaxaca que eran obligados a participar en marchas. Quienes iban eran premiados, quienes no iban eran castigados.

El delegado estatal de Prospera en Oaxaca Jorge Zárate logró documentar denuncias de al menos el 60 % de sus 490 mil beneficiarios en esa entidad quienes aseguran haber sido víctimas de esos actos represivos.

Están documentados varios actos intimidatorios: a) condicionaban entregas de becas de hasta 980 pesos mensuales a alumnos de educación básica si sus padres no iban a marchas; b) obstaculizaban programas de mejoramiento de escuelas y condicionan derechos laborales a la asistencia a actos sindicales; c) los uniformes escolares deben ir acompañados con el sello de las representaciones sectoriales y secretarios generales para evitar injerencias de la sección 59 que ellos llaman “espuria” porque no participa en marchas; d) se negaron a recibir tabletas electrónicas destinadas a niños de educación básica; e) impidieron la instalación de Internet en las escuelas; f) excluían o seleccionaban a discreción -solo a quienes pertenecen a sus escuelas leales- para ser beneficiarios de programas como uniformes escolares, alimentación o más horas de clases, a través de escuelas de jornada ampliada, de tiempo completo y escuelas de calidad; g) condicionan los derechos laborales a la participación de marchas, plantones y mítines a cambio de la acumulación de puntos para obtener becas, préstamos, cambios, ascensos, contrataciones y recontrataciones; h) modificaban el calendario laboral de profesores. Los docentes de la Sección 22 se mantienen en actividades sindicales -marchas o mítines- para exigir la abrogación de las reformas a los artículos 3 y 73 constitucional; y el inciso i) las represalias se extienden a jefes de departamento y directores generales, jefes de sectores, supervisores y directores de escuelas. En ese caso, son desconocidos de sus cargos, en calidad de “desleales”, quienes apliquen las leyes secundarias de la reforma educativa.

La dirigencia de la sección 22 de Oaxaca, a cargo hoy de Rubén Núñez, fue consolidando a lo largo de 23 años esas prácticas represivas. Pero las ha aplicado con mayor rigor desde hace año y medio a partir de que el Gobierno federal emitió el decreto de la reforma constitucional en materia educativa.

Eso explica por qué los maestros oaxaqueños caminan en un solo sentido cuando hay marchas. Todos son obligados a ir a marchas bajo las condiciones ya señaladas.

Esos trapitos que están saliendo al sol en Oaxaca -que con toda seguridad se repiten en Chiapas y Guerrero- confirman lo que ya todo mundo sabía: la CNTE, capataz de toda la sección 22, maneja esa agrupación sindical sólo para intereses políticos de sus dirigentes y siempre dejó de lado el interés esencial de una educación de calidad de los niños y adolescentes. 

De boca en boca

Explotó la bomba de inconformidades en el ISSTECH porque los trabajadores sindicalizados ya no aguantaban más. El principal responsable es el director general Jorge Ross Coello, quien nunca ha mostrado sensibilidad política para dirigir y administrar una institución tan compleja. Cuentan que él prefiere todo aquello que le proporcione comodidad: despacha de sus oficinas centrales, es selectivo para atender audiencias. Siempre arrogante, delega en terceras personas la atención de problemas sindicales y laborales pero no les faculta para tomar decisiones. Eso, conlleva a trámites engorrosos y a que problemas cotidianos de los sindicalizados se burocraticen. Es decir, han de transcurrir meses para solucionar problemas sencillos que bien podrían ser resueltos en un día. Otros asuntos quedan archivados o traspapelados hasta el infinito. Cuentan que Ross ni siquiera conoce clínicas y hospitales en municipios alejados del centro de Chiapas porque nunca se ha preocupado en ir personalmente a supervisar su funcionamiento. Hay algunas clínicas completamente deterioradas, con sus techos agujereados, que cuando llueve afuera igualmente llueve adentro, o que sufren múltiples problemas de los que el referido director ni siquiera está enterado porque la información que recibe, en sus oficinas centrales, llegan maquilladas, sólo por citar un ejemplo. En síntesis, no conoce la realidad de la estructura del ISSTECH en el interior del estado y mucho menos conoce sus entrañas ni sus problemas más urgentes. De esa manera se fue acumulando algo así como una “bomba de tiempo”, hasta que el Sindicato Único de Trabajadores al Servicio del Instituto de Seguridad Social de los Trabajadores del Estado de Chiapas (SUTSISSTECH) estalló un paro laboral en las narices de la jornada electoral del reciente 19 de julio. Esa circunstancia obligó a otras autoridades políticas del estado a instalar una mesa de negociación sindical. Algo que Jorge Ross pudo haber solucionado con anticipación, pues para eso es director general, ahora requiere de la intervención de otras áreas políticas de la administración estatal. Ya de por sí hay muchos problemas en Chiapas pero la ineficiencia y la altanería de Ross vinieron a sumar otra dificultad innecesaria, en estos hornos que no están para bollos.

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