Aplicar la ley, no hay de otra

Está llegando al límite la paciencia de los ciudadanos. Hay hartazgo social contra la intransigencia de profesores de la CNTE. Sin embargo, esos mismos ciudadanos han sabido conservar la cordura, hasta ahora.

Pero esa prudencia está tan frágil que pronto podría romperse y tomar senderos funestos. No hay que esperar a que eso suceda. La única forma de evitar que los ánimos sociales se salgan de control es aplicar la ley a secas y pronto.

Urge aplicar el Estado de Derecho para obligar a maestros paristas a respetar las libertades de miles o quizá millones de personas afectadas por sus absurdas e innecesarias acciones cuyo único fin, se nota a leguas, es perturbar a los demás.  

Hoy están dadas las condiciones de legitimidad para que autoridades federales y estatales apliquen la ley contra maestros de la CNTE faltistas a sus aulas, contra quienes han mostrado una actitud intransigente, contra quienes se han apropiado de escuelas públicas como si fueran suyas, algo que es a todas luces ilegal e injustificable, contra quienes están atentando contra el derecho de terceros todos los días, contra quienes han estado quebrantando, en forma flagrante y desde mayo pasado, los derechos de los niños a recibir una educación pública, laica y gratuita.

Todos los ciudadanos, que no son maestros, con quienes uno platica en forma cotidiana, exigen, aunque sea en voz baja y con mucha discreción, que ya es tiempo que las autoridades correspondientes hagan algo al respecto, que ya les pongan un alto a esos sujetos que, por cierto, se creen dueños de las calles del centro donde establecieron su plantón desde el 15 de mayo pasado, porque no permiten que nadie de los vecinos esté parado dentro del campamento o que nadie de fuera entre al área a pie o en motocicleta, así sea mensajero identificado.

Inmediatamente mandan a llamar a sus ridículas células vigilantes, que también dicen ser maestros, quienes en forma prepotente corren a las personas ajenas a su movimiento, incluidos los vecinos quienes, con justa razón, se sienten ofendidos porque están sometidos por extraños en un lugar donde han vivido desde hace 40 o 50 años y a veces hasta más tiempo.

Esos son los vecinos quienes sufren muchas incomodidades, por decir lo menos, por la existencia de ese plantón de maestros de la CNTE en el centro de Tuxtla Gutiérrez, las incomodidades que van desde las pestilencias que producen los propios plantonistas, la obstaculización ilegal del libre tránsito a pie y en automóviles, la mayoría de los cuales fueron estacionados fuera del área del plantón o se han quedado dentro de los estacionamientos cuyas entradas están cerradas por esos manifestantes, etcétera, etcétera, etcétera.

Pero ahora imaginemos a dueños de varios cientos de establecimientos comerciales, grandes y pequeños, que no han vendido nada o que han vendido un diez por ciento de sus registros normales quienes han resultado afectados en forma directa por estar ubicados en la zona del plantón.

Pero hay muchísimas empresas prestadoras de servicios turísticos que han estado padeciendo en forma indirecta por el constante cierre de carreteras, del acceso al aeropuerto de Tuxtla Gutiérrez, o el acceso a la propia capital chiapaneca o tramos de otras partes de Chiapas, realizados por esos profesores sin escrúpulos.

Todo eso ha generado incertidumbre y los turistas extranjeros o connacionales nuestros han preferido no arriesgarse a perder tiempo, dinero y esfuerzo, al venir a pasar sus vacaciones a algún lugar de Chiapas y las agencias de viajes tampoco han querido arriesgar los costos de sus paquetes turísticos, con justa y comprensible razón.

Esa es a grandes rasgos la afectación social y económica de la población. Pero está también el enorme daño a miles de niños que no pueden recibir su educación regular por culpa de la testarudez de esos profesores de la CNTE.

Por eso, la voz generalizada de hoy es la urgencia de la aplicación del Estado de Derecho de los maestros faltistas, la exigencia de que hay que poner un alto a los daños a terceros por culpa de la cerrazón, la prepotencia y la provocación deliberada de la CNTE.

Una revisión a ojo de buen cubero trae como resultado que los plantonistas están visiblemente desgastados y disminuidos en número, muchos de los cuales han de pasar lista forzados por sus líderes pero que en el fondo ya han de querer regresar a la normalidad porque, para el colmo de ellos mismos, no pudieron disfrutar completamente sus vacaciones pasadas.

También ha quedado al descubierto que era falso el presunto apoyo de padres de familia porque la mayoría de esos padres de familia han estado yendo hoy a recuperar las escuelas donde estudian sus hijos.

Resultó falso que tengan el respaldo de padres de familia. Ellos mismos o sus familiares se hacían pasar por progenitores y aseguraban, mintiendo con todos los dientes, que su movimiento contaba con el apoyo de padres de familia de Chiapas. Falso.

Se ha descubierto también que la mayoría de los manifestantes, radicales e intransigentes, no son chiapanecos. Son foráneos y, muchas veces, hasta ajenos al gremio magisterial. Son aquellos que ven burro y se les antoja viaje.

La mayoría de los maestros chiapanecos han guardado compostura, a pesar que también ellos tienen reclamos, pero que los han estado canalizando de forma institucional y civilizada.

Los causantes de destrozos, la verdad sea dicha, no son de Chiapas.

Las autoridades no pueden seguir permitiendo que personas extrañas, ajenas a Chiapas, y algunos radicales de la propia CNTE chiapaneca, sigan atropellando el derecho del resto de los chiapanecos, que se cuentan por millones, y tampoco que sigan causando destrozos a inmuebles públicos y privados o a establecimientos comerciales. Lo conducente: aplicación de la ley. No hay de otra.

alexmoguels@hotmail.com