El agua y el aceite, ¡Ja!

Que el agua y el aceite se han juntado desde hace veinte años, y no ven cómo ahora no puedan repetirlo, argumentan los panistas defensores de una gran alianza opositora entre el PAN y el PRD para las presidenciales del 2018.

Se refieren a que esos dos partidos, tan distintos uno del otro, sí se han aliado en elecciones municipales y estatales en distintas partes del país. Ese es su principal fundamento. Y a todo eso sí es cierto, nadie lo podrá negar que han ganado muchas elecciones municipales, distritales e incluso estatales en alianza política electoral.

Pero hasta ahí nada más dejan sus dichos. Como si eso bastara para convencer a miles de mexicanos pensantes. Claro que no es argumento suficiente.

En primer lugar, los perredistas son los principales promotores de esa soñada gran alianza opositora porque saben perfectamente que solos nunca van a ganar una elección presidencial. Sus pleitos feroces y divisiones internas son irreconciliables.

Son verdaderas tribus muy lejanas de la civilidad política y, por tanto, incapaces de ponerse de acuerdo para jalar hacia un solo lado.

En segundo lugar, esos mismos perredistas están obligados a confesar ante los ciudadanos, y bajo protesta de decir verdad, cuáles han sido sus contribuciones al desarrollo de este país con esas sus famosas alianzas realizadas desde hace veinte años en municipios y entidades federativas.

¿Han servido para el progreso de sus regiones? La realidad dicta en forma tajante que la respuesta es no.

Han llegado al poder con la sola idea de que quítate tú para ponerme yo. Nada más.

Muchos alcaldes perredistas han figurado en las listas de las personalidades más indeseables de México. Un ejemplo claro e innegable es el de José Luis Abarca, el ex presidente municipal de Iguala, Guerrero, quien junto con su esposa formaban la pareja imperial de ese municipio cuya estrepitosa caída fue haber sido los principales instigadores de la agresión de policías municipales a su cargo contra estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa y la posterior desaparición de 43 de ellos.

Y así podríamos enumerar muchos otros casos similares a ese o de involucramiento en casos escandalosos de corrupción.

El dirigente nacional del PAN Ricardo Anaya, por su parte, quiere hacer parecer a su partido y a sus cúpulas como los salvadores de este país al afirmar que sólo ellos son inmaculados, y los demás son los peores.

Cree Anaya que los mexicanos no tenemos memoria.

Los dos sexenios federales panistas tampoco sirvieron para algo. Esas dos administraciones también estuvieron vestidas de escandalosos casos de corrupción y al final, después de doce años de gobierno panista, la medida de un gobierno que no falla: aumentó, por varios millones, la cifra de mexicanos en extrema pobreza.

¿Para ser iguales o peores que los priistas quieren los panistas volver a gobernar a México? Que se vayan a otro lado con ese cuento.

La intención de este comentario es decirles a los líderes panistas que hay millones de mexicanos que no nos estamos chupando los dedos, que estamos conscientes de lo que han sido y siguen siendo cuando están en el gobierno. Que no nos vengan con cuentos chinos.

No quiero eximir de responsabilidades a los priistas pues ellos solos se pintan con sus exgobernadores involucrados en escandalosos casos de corrupción.

Pero es preciso decirles a los promotores de una gran alianza opositora que millones de mexicanos estamos perfectamente conscientes de cuáles son sus intenciones.

Solamente quieren el poder por el poder mismo. Simplemente quieren disfrutar las mieles del poder presidencial para que hagan lo mismo que los priistas o cosas peores, porque quedó comprobado durante sus administraciones, además, que los panistas suelen comportarse como burgueses –igualito que su líder de ahora Anaya que viajaba semanalmente a Estados Unidos a ver a su familia- y ven hacia abajo a a los demás ciudadanos de a pie. Ya lo hicieron cuando estuvieron en Los Pinos. En su gran mayoría, lo siguen haciendo donde son gobiernos estatales o municipales.  

Busquen otro argumento para convencer a la sociedad pensante del por qué creen posible juntar el agua con el aceite y sean convincentes también para explicar cómo creen que eso va a funcionar cuando ya se hayan convertido en gobierno. Ojalá y alguien les crea.

De boca en boca

Quebró en Tuxtla Gutiérrez Apple Bee’s, una franquicia extranjera, y algunos quieren echarle la culpa de ese quebranto a las obras de pavimentación que se realizan en ese tramo de la carretera Panamericana. Eso es falso. Quebró porque es un restaurante caro, muy caro que tiene ahora mucha competencia con otros negocios de su giro, igualmente caros. Hubo también muchas quejas de pésimo servicio a los clientes. No puede atribuírsele su quebranto a las obras referidas, por dos razones bien fundamentadas: ese mismo tipo de obra fue realizado en años recientes a todo lo largo del Boulevard Belisario Domínguez y ningún negocio de esa área quebró por esas circunstancias. Otra, esas obras son necesarias y la gente las reclama y tienen que hacerse. No hay otra forma de hacerlas que interrumpiendo el tránsito vehicular. Y si no hay arreglos a las calles, la  misma gente se queja de por qué no hay obras. Sean congruentes, por lo menos*******Plausible. Completamente plausible la decisión de legisladores federales y la posterior promulgación del Ejecutivo Federal de nuevas reglas exigidas a las aerolíneas en favor de los pasajeros. Siempre y para sus jugosos beneficios económicos, cualquier empresa aérea retrasaba vuelos o cancelaba otros. Los pasajeros quedaban a la deriva, rascándose con sus propias uñas. Ahora estarán obligados, por lo menos, a despegar puntuales o a avisar con suficiente tiempo al pasajero de algún contratiempo o reembolsar pasaje y viáticos. 

alexmoguels@hotmail.com