Era 1945, 6 de agosto Hiroshima y 9 de agosto Nagasaki: Estados Unidos lanzó dos bombas atómicas sobre dos ciudades de Japón. No contra efectivos militares, sino contra la población civil, pacífica y desarmada. Ciento cuarenta mil personas murieron en Hiroshima, 74 mil en Nagasaki. El terror nuclear hizo su aparición cuando la II Guerra Mundial había prácticamente terminado, Japón no había anunciado aún oficialmente su rendición, pero era cuestión de horas para que lo hiciera. El mundo aplaudió el “fin de la guerra”. En Europa y en América fueron muy pocas las voces que se alzaron para criticar aquel horror. Aquella terrible decisión la tomó desde Washington el Presidente Harry S. Truman a quien no le pareció suficiente lanzar una bomba, sino dos, la segunda sobre Nagasaki, tres días después de la primera. Gran Bretaña dio su consentimiento. Quedó clara la capacidad armamentista y de destrucción de Estados Unidos y su decisión de utilizar el arma nuclear, la más terrible y destructiva que se haya desarrollado.

Hasta hoy, Estados Unidos es el único país que ha lanzado dos bombas nucleares, con todo lo que ello implica de terror destructivo y de responsabilidad humanitaria y planetaria. La carrera nuclear entre la Unión Soviética y Estados Unidos había prácticamente comenzado y el bombardeo de Truman la impulsó a pesar de que, o porque mostró el horror de un arma que puede terminar de un solo golpe con la vida de decenas de miles, hoy de millones, de seres humanos indefensos, o incluso con la vida en el planeta. Con el desarrollo de la tecnología nuclear y de cada vez más destructivas armas nucleares, ojivas, misiles, alcances de miles de kilómetros, intercontinentales. Hoy, un ataque nuclear puede terminar con el planeta entero en unos minutos o segundos.

Otros países iniciaron o continuaron su programa nuclear, considerando que frente al poder nuclear de otro país había que desarrollar el propio para mostrar que un ataque sería respondido de inmediato con otro igualmente devastador, aquello se llamó disuasión: tener armas equiparables para disuadir al enemigo de atacar, ataque y respuesta pueden acabar hoy con la vida humana.

A 72 años de Hiroshima, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas tienen armas nucleares: Estados Unidos —que es la potencia número uno—, Rusia —que ocupa el segundo lugar—, China, Francia y Gran Bretaña son lo que se llama potencias nucleares reconocidas. Otros tres países desarrollaron armamento nuclear por decisión propia: Pakistán, India e Israel y podría decirse que son tolerados. Ahora, Corea del Norte ha mostrado no sólo que desarrolló desde hace varios años armas nucleares, sino que ha hecho pruebas y ha mostrado al mundo que el alcance de sus misiles es cada vez mayor, intercontinental, hasta Alaska. El Presidente Trump amenaza a Corea del Norte y ha puesto en peligro el acuerdo firmado por varios países con Irán para que no desarrolle armas nucleares. En esa crisis estamos. Con la proliferación lo que significa mas países con armas nucleares y la modernización de arsenales, la diseminación de tecnología nuclear, la capacidad de destrucción nuclear ha alcanzado límites inimaginables.

El Boletín de Científicos Nucleares desde 1945 desarrolló un reloj nuclear conocido como Doomsday Clock, el cual mide el peligro de destrucción que amenaza al mundo. El Apocalipsis o el Fin del Mundo se alcanzaría a las 12:00 horas. El punto históricamente más seguro fue cuando marcó 17 minutos para las 12:00 en 1991, año en que Estados Unidos y Rusia acordaron iniciar un programa de reducción de armas nucleares. Hoy, con la modernización de arsenales nucleares y el conflicto entre Corea del Norte y Estados Unidos, el reloj marca desde hace unos meses entre 3 y 2 minutos para las 12:00.

El Tratado de No Proliferación Nuclear, que entró en vigor en 1968, tiene dos objetivos: evitar la proliferación de armas nucleares e impulsar el desarme nuclear. Pero avanzó la proliferación y el desarrollo y modernización de arsenales nucleares. Naciones Unidas busca un nuevo tratado para el total desarme nuclear. Fracasa por la negativa de los países con armas nucleares a aceptarlo. Mientras tanto, todo indica que la infernal carrera continuará.