Mancera, el gran jefe

AMLO hace “último llamado”

Cesiones a El Bronco

EPN y la “anticorrupción”

El abogado Miguel Ángel Mancera pisará este domingo la plancha del zócalo capitalino en condición de máximo líder de un partido que conoció mejores momentos pero que aún ahora asegura que seguirá siendo el principal de la izquierda mexicana.

Ni siquiera le ha sido necesario a Mancera afiliarse a la organización que en la Plaza de la Constitución cerrará con aspiraciones multitudinarias las campañas de sus candidatos a diputaciones y jefaturas delegacionales en el Distrito Federal. Aún siendo “externo”, Mancera tomó el control interno del sol azteca en la Ciudad de México a través de su muy pragmático secretario de gobierno, Héctor Serrano, con el poder político, el dinero volante y la industria asistencial puestos al servicio de los aspirantes que contaron con el visto bueno del gran jefe Mancera.

En el camino, Mancera ha ido en contra de sus dos progenitores políticos, Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador, quienes resolvieron sus disputas por la candidatura presidencial de 2012 mediante arreglos que incluyeron el lanzamiento conjunto del entonces procurador capitalino de justicia al que ambos creyeron susceptible de manejo a larga distancia. El primero vaga por senderos políticamente oscuros luego del golpe demoledor de la línea 12 del Metro y el retiro de sus aspiraciones de ser diputado federal aunque fuera suplente (en primera instancia). El segundo batalla, desde su propio partido en estreno, contra el mismo aparato que siempre ha favorecido en la capital del país a los candidatos del PRD desde que éste partido la gobierna, centrada su atención en plazas estratégicas como Cuauhtémoc, Iztapalapa y Tlalpan, más lo que se acumule (sobre todo, en la Asamblea Legislativa del DF). A cambio de esas dos pérdidas de nombres importantes en su agenda política, Mancera ha inscrito con tinta fuerte a Enrique Peña Nieto como su principal aliado y a Los chuchos como sus promotores a la candidatura presidencial de 2018, como una opción “ciudadana” arropada por el sol azteca.

En ese contexto, López Obrador decidió expedir “un último llamado” a Mancera (con quien se tomó hace tiempo una fotografía en la que ambos portaban la camiseta del equipo de beisbol “Amigos”) para que en el tramo final electoral “ponga orden” y evite “la compra del voto”. Si hay fraude electoral en el DF, dijo el tabasqueño, en la más contundente de las advertencias recientes de regreso al hacha guerrera, “desde luego que no vamos a aceptar los resultados, vamos a denunciar y vamos a enfrentar a los defraudadores”.

Otro eventual candidato presidencial en 2018, el priista Jaime Rodríguez Calderón, registrado como independiente y apodado El bronco, recibió en Nuevo León un significativo respaldo de la Comisión Estatal Electoral, al autorizar que los aspirantes sin partido puedan tener el mismo tope de gastos que los demás, hasta 49 millones de pesos, provenientes de fuentes públicas y de aportaciones de particulares.

Tan generoso gesto de un órgano electoral que ha de suponerse tan controlado por los poderes como los del resto del país, permitirá al Bronco eludir las exigencias de que fuese sancionado e inhabilitado por su evidente uso de dinero por encima de lo autorizado para su condición de independiente (en Monterrey, por ejemplo, se han publicado fotografías en las que se asegura que Rodríguez Calderón ha usado un Learjet propiedad del polémico exdirigente de Nueva Alianza y empresario acostumbrado a entreveramientos con el poder, Jorge Kawaghi).

Además de permitirle acomodar cuentas sobre gastos ya ejercidos, la decisión de la comisión electoral neoleonesa le permitirá al independiente ejercer sin problemas un gasto concentrado en la fase final de su campaña estatal. En total, El Bronco podrá hacer reportes contables por casi 50 millones de pesos, de los cuales 49.5 podrán provenir de aportaciones privadas. Peculiar autorización bajo un concepto compartible, la equidad de los independientes en la competencia frente a candidatos de partido, pero en circunstancias que parecieran tener impulsora dedicatoria personal. ¿Habíase visto tanta condescendencia de órganos electorales y poderes anexos hacia un aspirante que podría representar un peligro para ellos?

En tanto, Enrique Peña Nieto se extasiaba con los términos de su criatura contrahecha, el tal sistema nacional anticorrupción al que atribuye tales virtudes correctivas y curativas que pareciera una mera ficción todo lo que en la realidad los mexicanos ven y sufren. Letras y más letras, discursos e incluso artículos de opinión redactados por alguna pluma con más de tres libros leídos, mientras la corrupción se esparce gustosa y dominante por todos los ámbitos del país, en una de las peores exhibiciones que se han dado en décadas de poderes voraces y saqueadores.

A los variados expedientes de corrupción socialmente denunciada que no han sido tocados más que con burocratismo exculpatorio, morosidad complicitaria y textos insustanciales se agrega el escándalo de OHL, la empresa con sede en España que se ha especializado en asociarse con funcionarios públicos, estatales y federales, para tejer estrategias conjuntas de pillaje que permita a todos los participantes apropiarse de enormes cantidades de dinero público. Las evidencias de su delictivo comportamiento ha hecho que esa empresa sufra pérdidas en la bolsa de valores, pero los políticos, en ese caso como en otros, y no sólo inmobiliarios de cualquier color, creen seguir a la alza, convencidos de que se han construido una impunidad a prueba de todo, incluso de “innovaciones” legales y sistemas “anticorrupción”.

Y, mientras cuatro personas son liberadas luego que desde septiembre de 2008 les fabricaron pruebas y violaron sus derechos, al ser procesadas por la presunta responsabilidad en los granadazos de Morelia, ¡hasta mañana, con Lorenzo Córdova manejando el recurso Menchú para tratar de disolver el efecto Llanero Solitario!