UNAM: protesta en paz

A 50 años de Tlatelolco

Porros y burocracia arribista

¿Escucharán a los estudiantes?

Ayer se desarrolló de manera ejemplar una manifestación de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México, organizada para protestar por la persistencia, hasta ahora intocada, y la agresividad, hasta ahora impune, de extraños grupos conocidos como “porros”.  La movilización estuvo acompañada de padres de familia y de alumnos de otras instituciones públicas, como el Instituto Politécnico Nacional (IPN)./

Frente a la rectoría de la UNAM, con columnas provenientes de distintos puntos de la Ciudad de México donde hay planteles de educación pública de nivel superior, se denunciaron los hechos sucedidos el pasado lunes 3 en esa misma explanada, cuando jóvenes embozados y con capuchas atacaron a estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades, unidad Azcapotzalco, quienes, entre otras demandas, exigían transparencia en el uso del presupuesto escolar y seguridad en las instalaciones y sus alrededores./

La nota distintiva de esta manifestación fue el cuidado carácter pacífico que en lo general lograron mantener los integrantes de las marchas,  en sus trayectos viales y en el acto final. Ello, a pesar de la prevista participación de grupos de embozados, a los que de manera impropia suele identificarse como “anarquistas”, los cuales fueron frenados por los propios estudiantes cuando pretendían realizar pintas o actos vandálicos./

Cierto es que esos grupos de oscuro interés político realizaron pintas de leyendas en autobuses de servicio público y, en su retirada, después del acto formal de protesta, detonaron cohetones, cerraron vialidades y lanzaron piedras y objetos contundentes, sobre todo contra periodistas que videogrababan los sucesos. Pero, en general, la manifestación evitó, en su desarrollo oficial, la violencia siempre por (casi) todos tan temida./   

Temores en cuanto suele ser imprevisible el destino que pueden tomar este tipo de manifestaciones estudiantiles cuando el fantasma de la violencia, accidental o provocada, se materializa. Es de puntualizarse que lo de ayer sucedió virtualmente a un mes de que se cumpla medio siglo de la noche y madrugada en que fuerzas militares entraron en acción criminal contra estudiantes y ciudadanos reunidos de manera pacífica en un edificio de la unidad habitacional de Tlatelolco./

La violencia del Estado mexicano en aquellas horas históricas, con su cauda de muertos, desaparecidos, lesionados y encarcelados, ha marcado la conciencia política de muchos mexicanos y ha sido un referente discursivo y una exigencia constante de las formaciones políticas progresistas o de izquierda, en cuanto a castigo a los responsables (histórico o judicial, según los casos) y veto a que algo parecido pudiera repetirse./

Para tratar de conjurar las posibilidades de desbordamiento de acciones políticas de segmentos estudiantiles críticos, los gobernantes, en diversas etapas, han ido desde la sistemática incorporación de líderes a estructuras de gobierno hasta la creación y sostenimiento de grupos de choque destinados a hostigar y confrontar los eventuales brotes juveniles que pudieran resultar peligrosos para los intereses que están en el poder. Los “porros” entran en acción para distorsionar, amagar, golpear, provocar y crear ánimo ciudadano y coberturas periodísticas adversas a las movilizaciones estudiantiles o sociales./

En esta ocasión, la embestida de los encapuchados contra los estudiantes del CCH-Azcapotzalco, con saldo de dos alumnos con lesiones graves, subrayó la conocida indolencia de las autoridades de la UNAM para dar seguridad en su propio territorio: durante largos minutos se desarrolló la agresión, sin que intervinieran los cuerpos de vigilancia, sin armas, que parecieran tener instrucciones de mantenerse pasivos./

¿Escucharán esta vez a los estudiantes, que se han manifestado sin violencia y en orden? ¿Seguirán las autoridades universitarias convertidas en burocracia grupal, practicante del arribismo político hacia posiciones en el gobierno federal?/

Por sí hubiese necesidad de más evidencias políticamente malsanas, resulta que la suplencia de Manuel Velasco Coello en el Senado de la República será ejercida por Eduardo Enrique Murat Hinojosa, hermano menor de Alejandro, el actual gobernador de Oaxaca e hijos, ambos, de José, exgobernador del mismo estado, presidente de la Fundación Colosio, artífice del Pacto por México y uno de los priistas más emblemáticos./

Murat Hinojosa estará en el Senado hasta el próximo 9 de diciembre, cuando Velasco Coello dejará el interinato de sí mismo para regresar a la Ciudad de México a retomar el escaño y a seguir coordinando a la bancada senatorial del minipartido Verde. Sin embargo, en el entorno del político chiapaneco se le considera como la primera pieza de repuesto que podría requerir el gabinete obradorista: en particular, se habla de que el primer verdemorenista del país (se habla de Velasco) podría relevar a la secretaria de gobernación de “primer tiempo”, Olga Sánchez Cordero. En ese caso, sería más larga la estancia del inexperto Murat Hinojosa en el asiento legislativo./

Los peculiares entendimientos de los Murat, el Verde y Velasco, con impacto final en Morena, fortalecen la versión de que el obradorismo busca construir una fuerza política regional multipartidista para instalar (imponer, dirían los adversarios de esos planes) los principales proyectos económicos y políticos de su administración por iniciar.

Morena tendrá las gubernaturas de Tabasco (Adán Augusto López Hernández) y Chiapas (Rutilio Escandón, en administración compartida con Velasco Coello y el Verde). A ese eje Tabasco-Chiapas se podrían unir los Murat (con Oaxaca a cargo del hijo, Alejandro, y Campeche, donde despacha el allegado Alejandro Moreno, apodado Alito), Veracruz con Cuitláhuac García, y Guerrero, aún con el priista Héctor Astudillo pero con fuerza ascendente de Morena.  ¡Hasta mañana, con Mario Delgado y Yeidckol Polevnsky asegurando que no hubo “traición” en el caso de la licencia a Manuel Velasco y la cesión de cinco diputaciones del Verde a Morena!