Otra ofrenda a Trump: TMEC

Morenistas (pocas) en contra

CS: no echar culpas atrás

PRI, Narro, Pagés, ¿Y…?

Lo novedoso fue que tres senadoras de Morena votaron en contra del nuevo tratado comercial de Norteamérica: la representante de Tlaxcala, Ana Lilia Rivera, activista de causas sociales como “Sin maíz no hay país”; la guerrerense Nestora Salgado, quien fue comandante de policía comunitaria en su natal Olinalá y la actriz Jesusa Rodríguez, nacida en la Ciudad de México y ahora avecindada en San Miguel Allende, quien ha tenido amplia atención mediática por sus declaraciones en este año sobre temas culturales, gastronómicos y de defensa de los animales y la naturaleza./

Además de esas tres morenistas, votó en contra Emilio Álvarez-Icaza, quien fue secretario técnico de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Hubo tres abstenciones: dos panistas, Víctor Fuentes y Martha Cecilia Márquez, y una morenista, Blanca Estela Piña Gudiño, profesora michoacana jubilada, especializada en asuntos de arte y cultura. A fin de cuentas, el tratado en mención recibió las voluntades favorables de 114 senadores, con la fuerte participación de miembros del nuevo partido hegemónico, el obradorista./

El más contento con ese resultado fue Donald Trump, aunque el presidente mexicano también expresó su beneplácito. Al rubio multimillonario que busca cuatro años más en la Oficina Oval de Washington se le ha entregado un platillo político y electoral que no por esperado deja de ser oportunamente suculento: si doblegar a México le ha de redituar votos para seguir en la Casa Blanca, muy importante resulta la aportación que se le ha enviado desde la casona legislativa ubicada en Paseo de la Reforma casi esquina con Insurgentes Norte./

El saldo de los veinticinco años de vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte ha sido justamente la postración mexicana que le impide negociar con cierto decoro y fuerza ante las exigencias desmedidas de un Donald Trump voraz y abusivo. Las regulaciones acordadas por Carlos Salinas de Gortari un cuarto de siglo atrás han llevado al país a una agudización de su dependencia respecto a Estados Unidos y a un acelerado abatimiento de las condiciones económicas mínimas para mantener un asomo de defensa nacional./

Y, ahora, en condiciones más desfavorables (el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, ha dicho que ha sido una “extorsión” la que ha practicado Trump contra México con el tema aranceles-migración), el obradorismo aprueba el nuevo tratado que ya había sido perfilado por la administración de Enrique Peña Nieto. Y, claro, Trump lo celebra como un triunfo personal, en esta temporada de campaña, e incita a los legisladores del Partido Demócrata a hacer lo propio. Puras ganancias políticas y electorales del extorsionador gringo./

A reserva de que pudieran hacerse los respectivos desmentidos o las invocaciones de “imprecisiones” en el manejo periodístico (todo, al depurado estilo del ingeniero Javier Jiménez Espriú, quien se acuerda en la noche de que no está de acuerdo con los desacuerdos que dice por la mañana) , la agencia Notimex informó ayer que la jefa del gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum, “reconoció que ya no se trata de echar la culpa de lo que ocurre a las administraciones anteriores, sino de trabajar de tiempo completo”./

Cierto es que lo dijo en un momento de emotividad restitutiva, en un acto asistencial de esos que hacen que las manos del respetable público aplaudan antes de recibir beneficios o dinero en efectivo. Estaba Claudia en un acto de entrega de créditos al autoempleo, luego de largos días oscuros a causa de los fuertes problemas de inseguridad en la capital del país. Pero, aún así, no deja de trepar a las alturas mañaneras lo dicho por la intrépida Sheinbaum: ya no quejarse más por lo heredado, no justificar la oscuridad actual por las tinieblas pasadas./

Salvo que le extendieran oficialmente un certificado de defunción política, casi nada ha de estremecer a la opinión pública respecto a la vida interna del Partido Revolucionario Institucional. Ayer renunciaron a sus militancias el exrector José Narro y la periodista Beatriz Pagés. ¿Y…?/

Alguna caja de sorpresas se desajustó políticamente y de pronto ha aparecido en escena judicial el exocupante de Los Pinos, Enrique Peña Nieto. Los primeros tocamientos a la figura hasta ahora indemne se produjeron en el contexto de los casos de corrupción que ha estelarizado Emilio Lozoya Austin, quien fue coordinador de vinculación internacional durante la campaña presidencial de quien había sido gobernador del Estado de México y, al financiero triunfo oficial de este, quedó como prodigador director de Petróleos Mexicanos, la histórica cueva de Alí Babá y sus diferentes funcionarios./

Ayer, por unanimidad, una sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió que el mencionado Peña Nieto sí es alcanzable por el brazo de la justicia chihuahuense en asuntos del ámbito estatal. No en lo federal; solo en lo local, en lo chihuahuense. Ya antes se había intentado una resolución similar, pero el amigo de Peña Nieto (quien lo hizo colocar en ese asiento de jurisperito), Eduardo Medina-Mora, ayudó a salvar a su patrocinador oficial./

Ahora, en tiempos políticos distintos, se abre una puerta de dimensiones por explorar, pues el caso por el cual podría ser tocado Peña Nieto en Chihuahua es el relacionado con las triangulaciones de dinero de las arcas federal para financiar desde aquella capital norteña algunas campañas electorales del PRI. El expediente implica a Peña Nieto, a su secretario de hacienda, Luis Videgaray, a quien entonces presidía al partido tricolor, Manlio Fabio Beltrones, y a quien fue su secretario adjunto, Alejandro Gutiérrez, quien ya ha estado en la cárcel por este mismo tema y ahora sigue bajo proceso pero en libertad condicional./

El asunto ha sido sostenido por el gobernador de Chihuahua, el panista Javier Corral. Ya se verá hasta dónde llega la cuerda de esa resolución y de una eventual continuación del proceso judicial. ¡Hasta mañana!