AMLO se adelanta al EZLN

Choque con izquierda social

Profunda discusión en Morena

¿“En la victoria, nuestra derrota final”?

A los problemas relativamente explicables que enfrenta el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en su intento de modificar ciertas podredumbres del sistema político y económico vigente, ha de sumarse la reposición del añejo diferendo entre la izquierda electoral (con AMLO y ahora Morena, como antes lo fue el PRD, en el papel de avanzada de esa lucha desde las urnas) y la izquierda social que, sin rechazar totalmente la vía electoral, se concentra en la defensa específica de causas sociales (los movimientos de organización comunal, sobre todo de pueblos originarios, regiones asoladas por la industria extractivista y en particular el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el Congreso Nacional Indígena)./

Una muestra de esa tensión subsistente entre esas izquierdas, y de la percepción desde ambos bandos de que el tiempo y las circunstancias las encaminan a una confrontación de dimensiones imprevisibles, la ha dado el propio presidente de la República al hacer una invitación al zapatismo a dejar de lado divisiones y buscar la unidad de objetivos./

López Obrador ha dado el primer paso explícito porque tiene claridad en que el zapatismo y los movimientos comunales han estado afinando sus estrategias de resistencia ante los proyectos económicos esenciales del obradorismo, como el Tren Maya, el corredor transístmico, la siembra masiva de árboles y los planes morelenses impugnados en Huexca. También sabe el político tabasqueño que la zona bajo gobierno zapatista ve con recelo las acometidas asistenciales y la presencia creciente de fuerzas federales armadas en la región./

El exhorto andresino a la unificación es justamente un reconocimiento práctico de la división existente y la iniciativa retórica de AMLO confirma que le es necesario instalar mapas discursivos de paz sobre la mesa unilateral a sabiendas de que en la realidad lo que hay es un choque de posturas que podría llegar a expresiones físicas concretas. Por ejemplo, el zapatismo ha dicho con claridad que está dispuesto a repeler los avances de la Guardia Nacional en su territorio./

El pulso que sostienen AMLO y el EZLN se produce en momentos en que se ha desatado una fuerte discusión (necesaria) respecto a la fuerte inconsistencia de lo que debería ser el brazo político, de sostén, defensa y ataque, de la administración obradorista: no se ha podido consolidar el partido Morena, a pesar de la fuerte afluencia en urnas que ha tenido y de la poderosa figura cuasi paterna del citado López Obrador./

Parece un hecho que el ciclo político de Yeidckol Polevnsky ha llegado a su fin, pero la muy deficiente estructuración institucional de Morena es un problema que va más allá de nombres y apellidos. No bastaría con el relevo de la exdirigente empresarial por Mario Delgado (apadrinado por Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard) o Bertha Luján (considerada la candidata oficialista, impulsada por el círculo más cercano a AMLO)./

El problema de fondo es que no hay partido y que vicios de la cultura política dominante se han asentado en Morena. El periodista y escritor Pedro Miguel, en su página de internet ha advertido: “Es en estas circunstancias que el partido debe llevar a cabo su próximo congreso nacional, a sus congresos estatales y los procesos de renovación de sus dirigentes. El rumbo y el futuro de nuestra organización está en juego. En esos procesos se definirá si somos capaces de rescatar y consolidar nuestro perfil como una entidad política única en el mundo o si sucumbimos a las dinámicas que destruyeron al PRD o, peor aun, a las que confluyeron en la formación del PRI. Si no logramos conducir nuestro reacomodo con base en principios; si recurrimos al agrupamiento tribal y faccioso, al uso indebido de posiciones, a las disputas por los cargos sin más contenido que el deseo de poder, a las trampas electoreras y a duelos entre personalidades, habremos encontrado en la victoria nuestra derrota final”.-

En otra parte de ese texto, Pedro Miguel añade: “Se equivocan, por cierto, quienes creen que tomamos el poder; hemos logrado hasta ahora tomar la Presidencia, pero en el aparato gubernamental libramos contra el viejo régimen una lucha oficina por oficina, escritorio por escritorio, oficio por oficio”. Y señala: “Quienes concurran a los procesos de renovación de dirigencias tienen ante sí la obligación moral de constituirse en ejemplos de honestidad intelectual, política y –no sobra decirlo– administrativa; de dar a la militancia puntos de referencia de altura de miras, espíritu de servicio, aptitud de conciliación y conductas entregadas a los objetivos superiores; de renunciar a las prácticas de la politiquería, los golpes bajo la mesa, la intriga y la seducción y compra de voluntades; de comportarse en todo momento con generosidad, fraternidad y espíritu unitario”./

Otra parte interesante del citado texto proclama: “Las bases, por su parte, deben abstenerse de actuar con base en relaciones de amistad o interés, denunciar conductas indebidas y no conformarse en rebaños. Somos una organización de mujeres y de hombres libres y eso significa, en primer lugar, que no aceptamos más atadura que la de nuestra conciencia personal. Que exijan, pues, a quienes aspiran a dirigirlas, ideas y propuestas, no favores ni promesas de cargos”./

Y, mientras Donald Trump sigue estremeciendo la economía mexicana con sus decisiones intempestivas, esta vez al volver a aplicar aranceles al acero de México y de China, ¡hasta mañana, con revelaciones sobre el sabido enriquecimiento inocultable de Alejandro Moreno, gobernador con licencia de Campeche, priista que cuenta con el apoyo de los mandatarios tricolores!