Culto a la muerte

Nuestra memoria colectiva conserva numerosas leyendas en las diferentes regiones culturales de Chiapas, algunas coinciden en la trama, pero cambian los nombres, como es el caso de la “Tisigua”, que es la “malamujer” en zoque, y que en lengua chiapa le denominamos “Tishanila”.

Regularmente, en estos relatos de la tradición oral, habitan dos cosmovisiones, la indígena y española, por ello lo peculiar del tributo a la muerte en nuestra región. Y cobran vigencia en los días de muertos, mismas que son difundidas en diversos medios de comunicación como un tributo a la identidad del mexicano.

Con el ánimo de siempre, les compartiré en esta emisión, una leyenda que sucedió en Chiapa de Corzo:

¡Ora cabrón, no creas que me vas a jugar!

(el caracol encantado)

01

El Caracol para nosotros es como nuestra casa. Escuchamos a veces acá como que se ríen, chiflan. A veces como por ahí de las doce del día oíamos cantar el gallo, por acá pues como que cantaba y todo, por lo menos nosotros que tenemos ranchito acá, veníamos a cuidar de noche, entrando la noche o póngale usted seis, seis y media, siete de la noche lo oíamos sobre este bajo, aquí por donde va la huerta, el mangal acá. Haga de cuenta usted que va una gran plebe platicando, pero no se le entiende pues, lo que hablan, lo que platican, “uuu” se oía que se va por todo el mangal. Nosotros teníamos allá la casa, a veces nos parábamos con el otro mi hermano, salíamos a mirarlo pues, se quedaba silencio, cuando nos íbamos ya hablaban, pero sobre el otro lado del arroyo, ya se iban para abajo y volvía a regresar otra vez la plebe platicando. En una ocasión con mi hermano le empezamos a echar piedra, ¡ehh pinche loco, cállese! Y ahí en El Caracol se empezaron a reír, sí una risa, así como que burlándose pues, lo tomamos a loco, pero lo que sí es encantado esta parte de aquí, sí es encantado.

02

Acá vivía un mi tío en la casa principal del rancho, él se vino a vivir de allá de Chiapa, mi papá le dio espacio para que se viniera a vivir acá con su esposa, de allá trajo nada más una niña y aquí nació un mi primo que se llama Julio. Ese mi tío se fue de aquí porque mucho lo molestaban, dice que entre su sueño veía que llegaba la mujer a decirle que iba a ser el dueño de todo lo que hay aquí a cambio de que le diera su hijito varón. Ahorita ya es muchacho, un alto él, bueno pues lo oía que le hablaban ahí afuera de la casa, todavía está la casa principal del rancho, dice que lo oía y se levantaba y luego oía como que se reían y la risa se alejaba rumbo al Caracol y de ahí se desbarajustó ese mi tío porque dice él que ya le habló más en sus cinco sentidos, que traspasó la puerta, la sombra y él acostado en su hamaca dice que lo vio que le fue a hablar que si no se lo daba su chamaco pues, que lo iba a perder y sí se le enfermo su hijo, mi primo, estaba como de unos 4 a 5 años, dejó tirada aquí la casa, el rancho y se volvió a regresar a Chiapa otra vez con su familia porque no tuvo el valor de darlo el hijo.

03

Como a las 7 u 8 de la noche descolgué pues mi hamaca y me acosté, siquiera hubiera estado yo bien dormido, pero ya como a la media hora que tengo cerrado los ojos, puta cuando siento pues que me agarraron de los pies, y me hacen el jalón de la hamaca como queriéndome bajar pues, yo me siento pero como estaba oscuro, dije ¡ora cabrón, no creas que me vas a jugar! Entonces fui pal bajo, por donde empieza la huerta cuando ya lo escucho: “Ja ja ja”, la rizada, se fue riendo, entonces como tengo un rifle 22 lo agarré, prendí la lámpara, intenté disparar y ni madres, no dio fuego, agarro y pepeno unas piedras y las tiraba con fuerza e iban a chocar contra el palo de mango, pero entre más se alejaba la risa, más recio se escuchaba, pasó, quedó silencio, me vuelvo a acostar en mi hamaca, ya muy al rato ya ahí sí ya como que me dormí, puta cuando ya empiezo a sentir que me estaba lamiendo el cachete. “Pinche buey” dije, creyendo que era mi toro, no ni madres. Lo mismo otra vez la rizada y yo estaba solo y se volvió a alejar la risa.

Como a los tres días estaba con otro mi hermano, entonces ahí él tendió su petate en el piso, pero a ese sí lo sacaron como a dos metros fuera de la galera, lo arrastraron, puta se levanta y grita: ¡Pinche Mario piensas que voy a tener miedo! Y yo bien dormido estaba, cuando siento que me empieza a menear y a decirme que me levantara, qué pasó pregunté, y me contesto: Tiene como 2 minutos que me vinieron a arrastrar, mira hasta dónde me vinieron a dejar. Realmente sí espantan.

04

Yo venía en el estero, donde pasa el río Grande cuando escucho un ruido bajo el agua pero tremendo como que si algo viniera en el agua, pero a eso no le tomé importancia pues, seguí caminando y cruce la laguna pero ya al subir la subidita cuando ya sentí como que algo se me puso montado y seguí caminando, seguí caminando pero ya para llegar a un mezquite al dar la vuelta como ya agarrando al pueblo, ahí si escuché cuando me hacían “shh shh”, ya me venían como queriendo silbar como llamándome, puta pero yo realmente ya no voltie a mirar, en cada paso que yo daba sentía como se venía encaramando.

05

Un primo encontró la culebra, dice que andaba buscando su paloma por acá y cuando de repente lo vio que venía bajando, de esta parte de acá que venía bajando la gran viborota, dice que hasta dos antenitas tenía, y dejó tirado pues el morral, machete, todo y nos fue a llamar, porque allá teníamos la posada pues nosotros, lo venimos buscando y ya no encontramos nada, hasta la fecha no se encontró.

06

Dicen que don Porfirio Barrientos escuchaba que hablaban, gritaban, cantaban todo por acá y por lo mismo pensó que iba a ver dinero, por cierto allá está el pozo, la seña del pozo, metió gente, por cierto mi abuelo, el papá de mi papá, fue uno de los que ayudó a excavar pero dice mi abuelito que ya abajo como a la altura de 3 o 4 metros de fondo sintió que topó algo, pero al excavar, ya que lo limpiaron bien, había unas lajas como de 2 o 3 metros, piedras así como de 8 o 10 centímetros, entonces dice que este señor pensó que ya era la tapa donde estaba el billete, el oro pues, dice que le dijo “ya no José déjalo ahí ya, por favor, eso ya me pertenece a mí” y entraron dice pues a levantarlo la tapa, pero de ahí no encontraron nada, dice que nomás lo que encontraron fueron unas hojas como de carbón abajo y de ahí ya dice que quedó descontrolado, porque mi papá dice que cuando mero iban a empezar a excavar, traía pues su aparato, un detector e indicaba dónde excavar, medía cuántos pasos y así dicen que quedó hasta la fecha midiendo “1, 2, 3, 4, 5, 6, ¡Aquí está!”, pero prácticamente por la ambición.