Serie de libros El arca de la memoria

Para conmemorar el 90 aniversario del natalicio de Rosario Castellanos, el grupo literario Décima Musa, presentará la serie “El arca de la memoria”, este próximo miércoles 2 de septiembre a las 18:30 horas, en el Centro Cultural de Chiapas “Jaime Sabines”.

La colección en cuestión, reúne un total de 11 volúmenes, donde todas las autoras cuenta con una trayectoria destacada, esta serie está constituida por los siguientes libros: “Desarraigada” de Margarita Aguilar; “No soy… ésta” de Socorro Carranco; “Palabras dispersas” de Beatriz Muñoz Morales; “Vértigo de divas” de María Eugenia Díaz de la Cruz; “El primer vuelo” de Virginia Marín Corzo; “Disfraz de los secretos” de Clara del Carmen Guillén; “A qué seguir buscando paraísos” de Yolanda Molina Quiñones; “Vórtice de palabras” de Violeta Montero Salazar; “Agua de espejo quieto” de Gilda Rincón; “Contornos de tu Sombra” de Elda Pérez Guzmán; y “Ánfora del corazón y haikús” de Socorro Trejo Sirvent.

He cultivado una amistad por años con todas las autoras, y reconozco auténticamente la labor literaria que cada una ha desarrollado por años, en el caso de Socorro Trejo, escribí un texto donde doy cuenta de algunas reflexiones, mimo que comparto con ustedes.

En la primera línea de su poética, Octavio Paz afirma que “poesía es conocimiento”. En el acto de poetizar, de crear, se conoce, se reconoce. Y esto es precisamente el disparador del presente texto, imbricado con la obra poética de Socorro Trejo.

De manera que esta reflexión poesía/filosofía gira en torno a la esencia de la obra escrita de una mujer que ha forjado su vida a partir de palabras. Una mujer de acción que tomó el principal instrumento de comunicación humana, el lenguaje, y lo transformó, no en un arma, sino que en una síntesis estilística mucho más poderosa.

La obra poética de Socorro Trejo no ha sido, sin embargo, debidamente aquilatada. En las relaciones intertextuales que establecen los discursos entre sí, la obra poética de Trejo Sirvent, que es la que ahora concita nuestra atención en su aspecto filosófico.

Socorro Trejo es una dinámica antologadora, difusora cultural, promotora y tallerista literaria, todo ello como extensiones de su oficio núclear, la poesía. De su diestra mano emana un mapa minucioso de nuestra región, de sus grandezas insospechadas y de sus inefables precariedades. Los amores y las tristeza, los paisajes y mitos del colectivo humano de esta región cultural donde está enclavada la obra poética de esta autora, donde el yo poético del discurso asume su condición de mujer y poeta, constancia de ello es:

UNA MUJER

I

Yo soy una mujer

que a diario teje y desteje el porvenir

hilando sus quimeras.

Soy la que anda por los andenes de la vida

dispuesta a la esperanza

y no barniza su nostalgia

con pinceles de euforia.

Soy la que escribe

sobre la partitura de su tiempo,

soy una voz sedienta

del oro de otras voces.

Soy el reflejo de mis sueños.

Así que aquí no pretendemos referirnos al lugar y la forma en que la gramática, la preceptiva o la retórica, la lingu¨ística o la filosofía del lenguaje, abordan el tema de la poesía en la obra de Trejo. Tampoco se trata de un ejercicio de hermenéutica psicológica o sociológica, ni literaria. Se trata solamente de interrogar desde la poesía, desde sus propias posibilidades de significación metafísica, al fenómeno particular del lenguaje al que llamamos poesía.

Socorro trejo es constructora y guardiana de la casa del ser. Por supuesto que no estoy aludiendo a toda la poesía ni a toda la filosofía al acuñar esta idea con una frase más: “la poesía como lenguaje más propio del pensamiento”. Frecuente equivocación al tratar ambas líneas del pensamiento, es la de querer establecer su diferencia señalando que para la poesía el recurso que utiliza para mostrar su pensamiento son las imágenes, mientras que para la filosofía son los conceptos. Así, es normal hacer el distingo entre ambas, pero no debemos interpretar este distingo, sin embargo, en el sentido de que toda creación poética, por el hecho de que la Poesía se defina mediante la imagen, excluya absolutamente la operación por conceptos, y que toda proposición filosófica, por el hecho de que la Filosofía se defina mediante el concepto, excluya toda operación por imágenes. Instrumentalmente usa conceptos el poeta, como usa el filósofo instrumentalmente imágenes. Si es cierto, en cambio, que la imagen es el recurso dominante del pensamiento poético, y que para el poeta no es ella arbitrio instrumental, sino sustantivo, mientras que el recurso principal del pensamiento filosófico es el concepto, el cual, por su parte, no es tampoco arbitrio instrumental, sino sustantivo, del filósofo. Este es un claro momento de definición para la poesía y para la filosofía, pues en ambas se utilizan imágenes y conceptos. No es distintivo una de otra. Sólo el nombrar las cosas por primera vez hace del pensamiento lo nuevo. Y ese nombrar es lo fundamental, es el ser mismo llevado a palabra; acción que no es hecha por poetas ni filósofos, sino que por poensadores; aquellos pocos que mantienen tanto la esencia de poetizar como la esencia de pensar; cosa que es posible mediante la fundación del ser a través del lenguaje (lenguaje que después el hombre usará en su habla cotidiana). Ésta poesía y éste pensamiento son creadores, y no meros poetas que hacen versos bonitos y dignos del mejor entretenimiento, ni filósofos que sólo transmiten un pensamiento o hacen suyas filosofías pasadas. Este poensador es creador siempre y a cada momento, fundando de paso el ser, creando el lenguaje y manteniendo la esencia de poetizar y pensar como un acto permanente en su quehacer, en su obrar, en su poensar. De esa forma, es evidente saber qué poetas y qué pensadores llevan en sí la relación que describimos entre poesía y filosofía, de manera que esta relación de pensamientos están plenamente configurados de forma sintética en este poema:

Imágenes del sueño

-Habla el poeta-

En la despierta algarabía de la mañana

aún pasan imágenes sonámbulas del sueño:

lejanas geografías que no anduve jamás.

Amarré siempre mi nostalgia

Al equilibrio diario,

Arropé

y guardé

esta febril euforia de soñar,

de compartir instantes de algún cielo.

Lo que es también evidente es que podemos encontrar poetas que mantienen sólo la esencia de poetizar sobre la poesía, o pensadores que mantienen la esencia de pensar sobre el pensamiento; pero el paso que nos presenta gente como Nietzsche es el paso que nos permite encontrar verdaderos poensadores, que mantienen la esencia tanto como de la poesía como del pensamiento. Ese paso fundamental es el que surge después de intuir a la poesía como el lenguaje más propio del pensamiento. ¿Y qué sucede cuando entendemos y aclaramos esto? Pues bien, que descubrimos que el discurso poético tiene, así, una función innovadora que se enraíza en lo que podría considerarse como la riqueza inventiva de la capacidad metafórica del hombre. En la metáfora literaria se hace operante una doble productividad propia de nuestra imaginación; por un lado, se genera un enriquecimiento interno del lenguaje; una innovación semántica y, por otro, se expande la capacidad descubridora de aquel con respecto a rasgos aún desconocidos de la existencia, lo cual dota al poensamiento de su cualidad más vital: a saber, guardar y decir al ser. Como sabemos, el lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el hombre. Los pensadores y los poetas son los guardianes de esa morada. Su guarda consiste en llevar a cabo la manifestación del ser, en la medida en que, mediante su decir, ellos la llevan al lenguaje y allí la custodian, bellamente representado en estos versos:

Ser tu memoria

(Framento)

Tomar por un momento

las riendas de tu mente.

Caminar por laderas y por montes,

navegar en el vaivén de tus ideas.

Ser tu Clepsidra

Mujer que llueve horas

años enteros.

El pensamiento es poético porque la poesía es la topología del ser. Para concluir esta idea (por razones de tiempo), convienen repasar un poco la forma en que se ha dado el pensamiento en el hombre, precisamente para poder resaltar la importancia de la puerta que estamos abriendo y la intrínseca relación de poesía y pensamiento. El ser en su acontecer, acontece como desocultamiento. Ese desocultamiento del ser se dio y se da antes y después de la Metafísica. Por lo tanto, los que pensaron el desocultamiento del ser fueron los Presocráticos antes de la Metafísica, así como Nietzsche y Heidegger después de ella. Los pensadores metafísicos sólo pensaron el ser de los entes. Así, los Presocráticos (en especial Heráclito y Parménides) mostraron -y no argumentaron- su pensamiento, y lo hicieron como poemas. Nietzsche y Heidegger lo hicieron también poéticamente (el primero), y en relación a la poesía (el segundo). Por ende, en la base del desocultamiento del ser está la poesía como forma del desocultamiento mismo. Lo está en Heráclito y Parménides; lo está en Heidegger (con relación a Hölderlin) y lo está en Nietzsche. Por eso, la poesía es el lenguaje más propio del pensamiento; y Socorro Trejo ha dejado constancia de ello en su poesía.