Facilda Lasestas era mujer de cuerpo complaciente. A nadie le negaba jamás un vaso de agua. Había tenido dimes y diretes con Pedro, Juan y varios. Entre los varios estaban los siguientes másculos a quienes citaré por orden alfabético para no lastimar sus sentimientos: Agatocles, Brígido, Carpóforo, Dalmacio, Euquerio, Fiacro, Gorgonio, Hermógenes, Iluminado, Juventino, Kiliano, Leovigildo, Mamés, Nestorio, Odón, Pafnucio, Quintiliano, Rufo, Salustio, Teodorico, Úrsulo, Valentiniano, Wenceslao, Xantipo, Yucundo y -last but not least- Zósimo. Sucedió que Babalucas se prendó de Facilda, y anunció que se casaría con ella. “¡Pero, hijo! -clamó angustiada su señora madre-. ¡Esa mujer es promiscua!”. “Nada me importa -replicó el badulaque-. Cada quien es libre de apoyar las ideas políticas de su preferencia”. No sé quién ganará la elección presidencial del próximo año, pero desde hoy puedo decir que estará muy interesante. López Obrador, cuyos seguidores piensan que va solo en la carrera, se ve ahora muy acompañado. José Antonio Meade, Ricardo Anaya y Margarita Zavala son precandidatos muy competitivos. Cualquiera de ellos podría dar una sorpresa en el 2018. Independientemente de lo que en este momento muestren las encuestas lo cierto es que quien diga que será el próximo presidente de México se está arriesgando a tener que comerse sus palabras. (Muchas veces he tenido yo que comerme las mías, y créanme que no son manjar gustoso). Todo indica que en esas encuestas AMLO llegó ya hasta donde podía llegar. Sus números difícilmente subirán más de lo que ya han subido, y bajarán si se repiten los errores que el tabasqueño suele cometer en la parte final de sus campañas. En cambio sus adversarios empezarán a avanzar en las encuestas, por la mayor exposición que tendrán los meses próximos. No es imposible que alguno de ellos alcance a López Obrador, e incluso lo adelante el día de la elección. Eso sucedió en las ocasiones anteriores, y puede suceder también en ésta. Fragorosa será, pues, la lucha por la presidencia, y de pronóstico reservado. Nadie se considere seguro ganador, ni siquiera el propietario de Morena, quien con su proverbial astucia se las ha arreglado para estar en campaña permanente desde hace varios años, por encima de la confusa y difusa legislación electoral y sin que se lo estorben los encargados de aplicarla. Sea lo que fuere, el telón todavía no se levanta. Adelantar vísperas será supino error. La esposa de don Languidio Pitocáido le preguntó: “¿Cómo se escribe la palabra ‘impotencia’? ¿Con ce o con ese?”. “Con ce -respondió el señor Pitocáido-. ¿Por qué quieres saberlo?”. Explicó la señora: “Es que le estoy contestando un mensaje a mi mamá, que me pregunta por tu estado de salud”. Al viajero se le averió su automóvil en un camino rural. Era de noche, y sin embargo llovía. Cerca vio una granja. Fue hacia ella y le dijo al granjero: “Mi vehículo se descompuso. Permítame pasar la noche en su casa”. “Está bien -accedió el tipo-, pero tendrá que dormir en la cama de mi hijo de 18 años”. “¿Hijo? -se desconcertó el viajero-. ¡Carajo! ¡Me metí en el chiste equivocado!”.Todos tus pecados te serán perdonados, excepción hecha de si te lanzas como candidato a un puesto público. En la misa del domingo el padre Arsilio estaba rezando el Yo pecador. Observó a un individuo que al decir: “por mi culpa, por mi culpa, por mi grave culpa” no se golpeaba el pecho, sino la entrepierna. Acabado el oficio lo hizo llamar con el sacristán. “Hijo -lo amonestó paternalmente-. Los golpes de contrición se dan en el pecho, no en tus partes de varón”. “Padre -respondió el individuo-. Con el pecho no he cometido ningún pecado”. FIN.

Mirador

En el Potrero está haciendo un frío de 5 grados bajo cero.

Si entras en la casa de doña Rosa verás los cuartos llenos de macetas.

En la sala están las de las julietas y las dalias.

En el comedor se encuentran las del amor de un rato, una de mala madre y la de la cuna de Moisés.

En el pasillo que lleva a las recámaras ha puesto las de los belenes, los claveles y los nomeolvides.

Ahora vamos al pequeño establo donde están la vaca, el caballo, el marranito, la yunta de bueyes, el pequeño borrico y las gallinas. Ahí -¿podrás creerlo?- doña Rosa ha puesto un calentador eléctrico.

Le pregunto por qué metió las plantas en su casa, y por qué les puso a los animales un calefactor. Me responde:

-También ellos tienen frío.

Rosa se llama, como Santa Rosa.

Francisca debería llamarse, como San Francisco.

¡Hasta mañana!...

Manganitas

“. Voceros oficiales dicen que ha bajado el precio del crudo.”.

Y bien me lo explico yo.

En estos días de saludos

abundan tanto los crudos

que el precio se desplomó.