Dos socios del club nudista vieron pasar a una hermosa socia. Le dijo uno al otro: “¡Mira nomás qué mujer! ¡Imagínatela vestida!”. La mamá de Dulciflor le preguntó: “Ese nuevo novio que traes ¿es hombre formal?”. “Y mucho, mami -respondió la chica-. No sólo tiene dos títulos universitarios y un empleo bien remunerado: además es casado y padre de cinco hijos”. Eran las 3 de la mañana, hacía un frío polar y llovía a cántaros. El encargado de la tienda de la esquina se sorprendió al ver a don Martiriano llegar por un café, y más porque sabía que el señor no tomaba café nunca. Le preguntó: “¿Es para su esposa?”. “¡Claro que es para mi esposa! -bufó don Martiriano-. ¿Acaso crees que mi santa madre me iba a mandar por un café en una noche como ésta?”. Don Magnacio, empresario con ideas modernas, era vehemente defensor del mercado libre. Un día llegó a su casa antes de lo esperado y sorprendió a su esposa en brazos de un desconocido. La señora no se turbó al verlo. Antes bien le dijo muy orgullosa: “¡Alégrate, Magnacio! ¡Ya estoy yo también en el libre mercado!”. Cada día me convenzo más de que estuvo muy puesto en razón el irrazonable juramento que hice -y que he cumplido ad pedem litterae, al pie de la letra- de no pisar suelo de Estados Unidos mientras ese rufián llamado Trump sea Presidente. Irrazonable juramento, digo, porque ha sido en detrimento de mi economía: he dejado de dar las conferencias que con frecuencia impartía en ciudades con población hispana o en las convenciones celebradas en Las Vegas por empresas mexicanas. Irrazonable también esa promesa porque ya no me es dado acompañar a mi esposa, mis hijos y mis nietos cuando van de compras a Laredo o MacAllen, o a vacacionar en la Isla del Padre, uso tradicional de las familias mexicanas que viven en la franja fronteriza. Y sin embargo mi quijotesca forma de protestar contra los agravios y malos tratos inferidos por el grosero mandatario yanqui a México y a los mexicanos se ve cada día más puesta en razón, pues casi cotidianamente Trump halla un nuevo modo de ofendernos o causarnos daño. Nuestro Gobierno respondió con energía y eficiencia a la guerra comercial desatada contra nosotros por ese barbaján, pero aun así es necesario preparar nuevas formas de retaliación, pues hemos de esperar más embestidas de su parte. Ciertamente dependemos mucho de los Estados Unidos, pero no tanto como para renunciar a la defensa de nuestro legítimo interés. No se trata de hacer desplantes patrioteros ni alardes de bravuconería nacionalista. Se trata, sí, de salir por los fueros de la Nación y de defender lo que en justicia le corresponde. Que sepa Trump que al sur de la frontera las gallinas ponen. Quien tenga escrúpulos morales no debe leer el cuento que cierra hoy el telón de esta columnejilla. Lo leyó doña Tebaida Tridua, Presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, y sufrió un repentino accidente de pénfigo: le salieron ampollas en la región glútea, y es fecha que no puede sentarse. La ilustre dama se ve en la penosa necesidad de dormir en decúbito prono, vale decir bocabajo. He aquí el citado chascarrillo. Las personas con criterio estricto harán muy bien en no posar en él los ojos. Un individuo se divorció de su mujer, y poco tiempo después se topó en la calle con el hombre que se casó con ella. Le preguntó, burlesco: “¿Qué se siente ocupar un departamento que ya antes fue ocupado?”. “No se siente nada -repuso el otro-, sobre todo tomando en cuenta que sólo dos pulgadas habían sido ocupadas, y todo lo demás estaba sin estrenar”. FIN.

Mirador

Por Armando FUENTES AGUIRRE.

Es cálida la noche en el Potrero. No sopla ni siquiera un aire de aire. Ni aun con la voluntad de Dios se mueve una hoja de árbol.

La luna llena se ve roja por el calor. Cualquiera diría que está sudando. A lo lejos el río se ha dormido. No se oye su corriente. Si se escuchara oiríamos que dice: “¡Uf, qué calor!”.

Mañana los ancianos recordarán que no recuerdan un calor como éste, y dirán -otra vez- que el clima no es el de antes. Don Valente Gauna repetirá que esto es efecto de la bomba atómica, que para él todavía es novedad, y Don Abundio renovará su tesis de que el eje de la Tierra se ha movido.

Mañana vendrá de nuevo el Sol a encender sus lumbres en el valle. Las mujeres sacarán sus abanicos del ropero y los hombres pondrán la cabeza bajo el grifo del agua en el jardín. En el corral las gallinas extrañarán las incursiones del gallo, adormilado bajo la sombra del portal. No habrá nubes en el cielo, y las acequias olvidarán la memoria del agua.

¡Uf, qué calor!

¡Hasta mañana!...

Manganitas

Por AFA.

“. Se injurian algunos políticos en campaña.”.

¿No sabes de tu papá?

Si careces de ese dato

lánzate de candidato.

Alguno te lo dirá.