Fracaso antitabaco; México consume más cigarros

Cuando los estrategas antitabaco del gobierno mexicano, creyeron que el consumo nacional de cigarros se desplomaría al incrementar precios y agregar en las cajetillas imágenes impactantes por sus estragos derivados en diversos tipos de cáncer en el organismo humano, nunca se imaginaron que en lugar de disminuir, multiplicarían las ventas y las ganancias de las principales productoras, las tabacaleras estadounidenses e inglesas, que a nivel mundial cada año matan a siete millones de adictos y en el transcurso del siglo XXI, serán mil millones.

Al cierre de 2017, las utilidades que obtendrán en México, estas transnacionales serán superiores a los 36 mil 200 millones de dólares, superiores a las obtenidas en 2016, equivalentes a 33 mil 900 millones de dólares, fumarse 29.4 mil millones de cigarrillos, para colocarse en la posición 30 a nivel mundial.

Tampoco impactó en los bolsillos de los fumadores mexicanos, como se auguraba el año pasado, que las cajetillas hayan tenido un incremento de 3.4 por ciento en el precio. Al contrario, sus ventas se elevaron 29.5 por ciento en una población nacional de 35 millones de jóvenes entre 15 y 24 años de edad, que en promedio consumió 2.6 cajas de estos productos al mes, atraídos por los llamados “saborizados”, según información difundida por Phillip Morris International, que precisa que de 2015 a 2016, el aumento fue de 6.7 por ciento.

En la mayoría, el consumo por adicto pasó de 8.8 cajetillas al mes en 2015, a 11.4 en 2016 y se calcula que en el año que casi termina, aumentará mucho más, no obstante las advertencias de muerte inminente por enfermedades cancerosas y otras como enfisema pulmonar.

Todo un repunte sin precedente, después de 2013 en que la demanda disminuyó 33.8, al iniciar las autoridades sanitarias la campaña para combatir el tabaquismo.

El mayor fracaso antitabaco de las autoridades del Sector Salud del gobierno mexicano empezó a reflejarse de manera contundente, al anunciar las tabacaleras en 2016, que pese al incremento de precios en los cigarros, sus ventas subieron en 64.4 por ciento, que vendría a constituirse en su alza más espectacular desde el año 2007.

Ganancias por demás cuantiosas de las tabacaleras extranjeras, resultado de sus innovaciones en los últimos años, al ofertar, entre otras opciones,  “cápsulas de sabor”, como respuesta publicitaria inmediata y agresiva, a la posición oficial de elevar impuestos y advertir riesgos mediante aplicación de fotos de los distintos tipos de cáncer en órganos vitales.

Una campaña enfocada principalmente a los jóvenes mexicanos, quienes han optado por preferir cigarros con sabor, convencidos de que  “son más elegantes y menos dañinos”.

Los esfuerzos gubernamentales se han llevado a cabo para frenar el consumo mortal de cigarros en el país, tal y como quedaría constancia a partir del 1 de julio de 2009, al entrar en vigor la Ley Antitabaco, que establece la prohibición de fumar en espacios públicos cerrados. Pero ello no impactaría severamente como se esperaba, pues las ventas apenas si disminuyeron 1.8, con referencia a 2008.

Sin embargo, la toma de conciencia de adictos sobre la grave problemática de salud derivada del consumo, empezaría a darse al desplomarse las preferencias hasta 33.8 por ciento en 2013. Sería entonces cuando las empresas transnacionales, encabezadas por la estadounidense Phillip Morris, que lidera el mercado nacional con su marca Marlboro, así como la Bristish American Tobacco, asociada con capital de la Unión Americana, como segunda firma en importancia en México, donde comercializa Camel, Lucky Strike, Pall Mall y Montana Shots.

Uno de los argumentos que subrayan en sus mensajes subliminales a los adictos y que los acerca más a este vicio, es que la nicotina produce un efecto altamente relajante.

Pero lo que ignoran los consumidores mexicanos y del mundo, es que los residuos de tabaco contienen más de siete mil substancias químicas tóxicas que no únicamente envenenan con elementos cancerígenos sus organismos, sino también el medio ambiente, al ser liberadas cientos de miles de toneladas que contribuyen al efecto invernadero que genera el cambio climático en el planeta.

Junto con la del armamentismo y la guerra, las industrias tabacaleras destruyen la vida en la tierra, con la venta diaria de 15 mil millones de cigarrillos, cuyas colillas se desechan en lugares públicos y privados y representan entre el 30 y 40 por ciento de los objetos recogidos en las tareas de limpieza urbana y costera.    

La organización Mundial de la Salud ubica a China como la nación con mayor número de adictos que consumen 2.6 billones de cigarrillos, equivalentes al 44 por ciento del consumo en los cinco continentes, advirtiendo una preocupante tendencia al alza.

En importancia le siguen Estados Unidos, Rusia, Alemania, Japón, India, Turquía, Indonesia, Corea del Sur y Vietnam, mientras que México ocupa la posición 30, con un consumo de 29.4 mil millones de cigarros.      

Durante 2016, en la Unión Americana se vendieron 258 mil millones de piezas de tabaco, que implicó un incremento de 2.5 por ciento en relación a 2015, en que el consumo fue de 264 mil millones de cigarros, el cual fue incentivado por una campaña de publicidad con un costo de nueve mil millones de dólares –más de un millón de dólares por hora–, de acuerdo con estudios del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos.

Registro oficial de que en la Unión Americana existen 36 millones de fumadores, estrechamente relacionados en un 40 por ciento de los casos de cánceres. Por lo menos seis millones son jóvenes, condenados a muerte en el corto plazo.

El mercado estadounidense está dominado por los poderosos fabricantes Altria Group y British American Tobacco, responsables de la muerte de 480 mil seres humanos al año, además del gasto de cientos de miles de millones de dólares en costos médicos por enfermedades derivadas, pérdidas de productividad y discapacidades.

Tal es la importancia de las tabacaleras de Estados Unidos, que de las seis mayores en el mundo, cuatro son norteamericanas, al tener un valor conjunto de 661 mil millones de dólares, que generaron ganancias por 117 mil millones de dólares en 2016, mucho más elevadas que las obtenidas en 2001, que con registro de 78 mil millones de dólares. Se agregan otras 40 empresas procesadoras de menor importancia.

Un incremento cuantioso, con el que demuestran que de nada han servido en contra de sus intereses las regulaciones fiscales gubernamentales, como los avisos en las cajetillas a los adictos del creciente aumento de cáncer y otras enfermedades como consecuencia del consumo.

No obstante, la Organización Mundial de la Salud reitera permanentemente que para acabar con la plaga adictiva al tabaco, los gobiernos deben aplicar medidas todavía más fuertes, como la prohibición de la publicidad y la venta en interiores y lugares de trabajo, junto con un mayor aumento en los precios e impuestos.

Una argumentación correcta, en la que por diplomacia, la OMS no recomienda mayor severidad y ataque frontal a fondo contra las tabacaleras, que por sus poderosos intereses vinculados a las redes de corrupción de funcionarios, irrespetan todo tipo de normatividad que pretenda afectarlos.

En el caso de México, las llamadas tiendas de conveniencia (Oxxo y Modelorama), representadas por las dos principales empresas cerveceras del país, se han instalado por decenas de miles en lugares estratégicos, la mayoría a unos metros de centros escolares, donde se expenden sin ningún control todas las marcas de cigarros a menores de edad, pasando por encima de  “avisos” que nadie respeta, en los que se prohíbe este tipo e comercialización, que se combina todavía más exitosamente con la venta no solamente de todo tipo de cervezas, sino de bebidas diversas con mayor porcentaje de alcohol.

Impune violación permanente y cínica de la ley, en la que son cómplices las autoridades de los tres niveles de gobierno –municipal, estatal y federal–, a las que en nada importa la iniciación de niños y adolescentes en la adicción a esta industria de la muerte.

La publicidad ha sido y sigue siendo determinante en el éxito financiero de las tabacaleras transnacionales, que hizo posible que en 2009 se registrara el consumo máximo de cigarros en el mundo, al convertirlo en un producto de carácter aspiracional, al convencer a los fumadores que el cigarro es un artículo que permite escalar al siguiente peldaño social.

Investigaciones al respeto, demostraron que durante el siglo XX, el incremento en la demanda de cigarrillos aumentó a una tasa de 67.8 por ciento cada 10 años.

Hoy, como parte de los cambios de estrategias para favorecer un mayor consumo y seguir siendo uno de los negocios más rentables, la industria tabacalera ha introducido al mercado mundial los llamados “cigarros electrónicos”, que en principio se posicionó en los Estados Unidos con ganancias de 2 mil 500 millones de dólares, que para 2017 podría alcanzar la cifra de utilidades por 10 mil millones de dólares.

Esta modalidad tuvo su fase de introducción en 2004, en China, que combinó su condición de primer y principal productor, consumidor y exportador de este tipo de mercancía, sin que hasta ahora ningún gobierno, incluyendo el mexicano, haya establecido regulación alguna sobre su consumo, al que incluso se atribuyen características curativas para la adicción, aunque la publicidad principal esté dirigida hacia los jóvenes.

De lo que hay duda para los expertos de la Organización Mundial de la Salud, es que el tabaco mata gradualmente hasta la mitad de sus consumidores que en la actualidad suman mil millones, de los cuales el 80 por ciento viven en países  de ingresos medios y bajos, por lo que es considerado como una de las principales causas de defunción, enfermedad

y empobrecimiento.

Está comprobado que los fumadores mueren prematuramente y por lo mismo privan a sus familias de ingresos económicos, aumentan el costo de la atención sanitaria y dificultan el desarrollo económico.

México no es la excepción de esta grave problemática que en la segunda década del siglo XXI, mantiene en el colapso financiero a las instituciones de salud por el impacto en los presupuestos, como consecuencia de las complicaciones, en las que suman además del cáncer, enfermedades graves y crónicas como la diabetes, que cada vez más hacen inviable su adecuada atención en los centros hospitalarios.

José Narro Robles, el secretario de Salud que quiere ser candidato a la Presidencia de la República, debería poner más los pies sobre la tierra y emprender una serie de iniciativas que permitan al gobierno mexicano, enfrentar con mayor valor y eficacia a las poderosas industrias tabacaleras transnacionales, que siguen causando miles de muertes en el país.

Esa, debe incluso ser la prioridad principal para el mismo Presidente Enrique peña Nieto y para los senadores y diputados, en bien de una nación que lo reclama.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodísticos 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.