Ofensiva antimara en EU, pone en riesgo a Chiapas

La detención en Estados Unidos de 214 peligrosos miembros de las pandillas de la “mara salvatrucha”, entre el 8 de octubre y el 11 de noviembre últimos, es considerada por el Departamento de Justicia como un golpe severo a esta organización delictiva que en número aproximado de 10 mil células, desarrolla actividades en 49 de los 50 estados de la Unión Americana.

En los últimos 10 meses, agentes de la Fiscalía General estadounidense, al mando de Jeff Sessions, en coordinación con sus similares de Guatemala, Honduras y El Salvador, han logrado la captura de cinco mil integrantes de la mara salvatrucha 13, de los cuales mil 200 fueron condenados y el resto encarcelados y aún sujetos a proceso.

Puesta en marcha de la “Operación Toro Furioso”, en la que sin embargo Sessions no precisó cuántos de ese total fueron arrestados y condenados en territorio norteamericano, en los que se agrega una lista de fugitivos clasificados como “de los más buscados”, que tampoco fueron reveladas sus identidades.

Trabajo conjunto en territorio centroamericano, en el que operan como asesores y coordinadores de la lucha anti mara con los gobiernos considerados como el “Triángulo Norte” de América Central, grupos especiales antipandillas del Buró Federal de Investigación (FBI), Agencia Central de Inteligencia (CIA), Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA), Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS) y la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (ATF), entre otras instancias, en las que también se cuenta con la participación de la Fiscalía General del gobierno de Chiapas.

Acciones, que han empezado a tener buenos resultados, mantienen en alerta, pobre todo a los equipos antipandillas de la dependencia bajo responsabilidad de Raciel López Salazar, que también han sido capacitados por los estadounidenses, y que finalmente se mantienen en estado de alerta ante el riesgo de una mayor presencia mara en territorio chiapaneco, que huyen de los países centroamericanos.

El gobierno estadounidense estima que los pandilleros maras suman a nivel mundial 50 mil, de los cuales un 20 por ciento se ubican en ciudades norteamericanas como Los Angeles, Washington, Atlanta, Dallas y las áreas metropolitanas de Nueva York.

Actualmente están considerados por la Casa Blanca como “una de las peores amenazas para la seguridad de los Estados Unidos”, por lo que el Departamento de Justicia implementó a partir del pasado martes 18 de abril, “una política de tolerancia cero”, para terminar con las pandillas, encarcelar a sus miembros y bloquear las fuentes de financiamiento.

Oportunidad para asestar de paso un golpe a la gestión de ocho años del presidente Barack Obama, al atribuir su ascenso delictivo, a las leyes migratorias implantadas por el gobierno demócrata. El fiscal General Jeff Sessions afirmaría entonces que “acoger a extranjeros criminales solo ayuda a las maras violentas como la ms-13. Las ciudades santuario están ayudando a estos cárteles a llenar sus filas y poner en peligro vidas inocentes, incluyendo la vida de innumerables inmigrantes que respetan la ley”.

Seguimiento de la política anti inmigrantes indocumentados de origen latinoamericano, del ahora presidente Donald Trump, que desde los días de campaña utilizó como argumento para impulsar la construcción del muro sobre la frontera con México. Sería en sus tiempos proselitista, cuando calificaría a los criminales maras como “animales”.

La definición más actual de los “mareros” en el vecino país al norte del río Bravo, por parte del Departamento de Justicia, es de que “se trata de una plaga se ha extendido por todo el país, gracias a las ciudades santuario que se niegan a colaborar con las autoridades de inmigración”. Entre ellas, está Nueva York, que en sus suburbios esta organización criminal ha cometido los más atroces asesinatos en la Unión Americana, en lo que va del año que casi termina. En el de Clayton, el 12 de abril fueron hallados los cuerpos desfigurados y destrozados de cuatro jóvenes, que vendrían a agregarse a otros para contabilizar un total de 11, ocurridos septiembre de 2016, en los suburbios de Brentwood y Central Islip, en la zona de Long Island.

Las investigaciones de los crímenes, realizados por las Corporaciones policíacas de la ciudad de la Gran Manzana, confirmaron la autoría intelectual y material, de pandilleros que sin ninguna misericordia masacraron a los jóvenes, al grado de que en el Caso Clayto, a una de las víctimas le faltaba la mitad de la cara y a otros les habían cortado las orejas, a machetazos.

Las ciudades suburbios de Nueva York, son menores a los 100 mil habitantes y en ellas se concentran inmigrantes y sus descendientes, provenientes de México, El Salvador, Honduras, Puerto Rico, Ecuador y Colombia, en la mitad de sus habitantes, que se habían mantenido en un ambiente de armonía, que ha sido rota de manera radical por los pandilleros “maras”. Nada que ver con la violencia de la zona del Bronx neoyorquino. Están distantes 80 kilómetros y dos horas de camino por tren, de la legendaria esquina del Times Square.  

Preocupación en el FBI por estas estadísticas de violencia, considerando que no hay condado en los Estados Unidos con ese margen de asesinos y de la forma en que han sido cometidos por delincuentes cuyas edades fluctúan entre los 15 y 29 años.

Son precisamente los agentes del Buró Federal de Investigación, los encargados de la lucha frontal contra los pandilleros de la mara salvatrucha, que en su más reciente informe revelan que crecieron un 49 por ciento en la geografía estadounidense, de 2013 a 2015.

El mismo presidente Trump ha sido reiterativo en su afirmación de que “las débiles normativas de inmigración de la Administración Obama permitieron que las maras MS 13 se formaran en ciudades de todo Estados Unidos”, mientras que el fiscal Jeff Sessions manifestaría su convicción de que “no están contentos simplemente con arruinar las vidas de los adultos —la MS-13 recluta en nuestros institutos, nuestros colegios e incluso en escuelas infantiles”.

Prioridad en la lucha anti pandillas, la “Operación Toro Furioso”, que en la primera semana asestaría a los “maras” un certero golpe en territorio norteamericano, con el arresto de 214 delincuentes, a los que identificó en su mayoría como originarios de El Salvador, en tanto 29 eran de Honduras, 17 de México, 12 de Guatemala, cuatro de Ecuador, un costarricense y 16 de nacionalidad estadounidense. Se tendría conocimiento de que únicamente cinco tenían permiso legal para vivir en la Unión Americana.

Una redada llevada a cabo en enero de este año 2017, en Virginia, permitió a las fuerzas policíacas, capturar a 18 integrantes de la mara salvatrucha, vinculados con el brutal asesinato de Damaris Reyes Rivas, una jovencita de 15 años, embarazada y muerta a puñaladas, en represalia por haber abandonado el grupo y convertirse en informante. En mayo, elementos de la Policía de Los Angeles, arrestaría a otros 21 pandilleros, relacionados con diversos delitos graves.

Pero lo que el presidente Donald Trump y su equipo más cercano como el fiscal Jeff Sessions, no han reconocido porque no ha convenido a sus intereses, primero de campaña y ahora en la Casa Blanca, es que el problema mara no es reciente, pues surge a finales de los años 70, en la ciudad de Los Angeles y de ahí, al ser detenidos y ser deportados a sus países de origen los pandilleros centroamericanos sembrarían la semilla de la violencia y muerte que los identificaba, al que han agregado de manera preponderante el narcotráfico y la extorsión, como fuentes principales de financiamiento.

Incluso, el mismo gobierno de Barack Obama, clasificaría a la mara salvatrucha 13, en noviembre de 2012, como una organización criminal internacional, responsable de los crímenes más violentos en Centroamérica y varios estados de la Unión Americana, además de realizar peligrosas actividades que incluían tráfico de drogas, secuestros, asesinatos, prostitución, extorsión o crimen organizado.

Una calificación-definición que daba hace cinco años al gobierno de los Estados Unidos,  vía libre para perseguir a sus integrantes y a todos aquellos que financiaban sus actividades, mediante la intervención de sus activos económicos e incautación de propiedades en el país, además de prohibir las transacciones financieras que se dirigieran a esta organización criminal.

Hoy se sabe que el Departamento de Seguridad Nacional, que ha participado por años en la lucha anti mara, fue responsable entre 2006 y 2012, de la detención de cuatro mil 78 pandilleros, lo cual permitiría descubrir que gran parte del dinero que acumulaban, fuese transferido a los jefes de la ms-13, en El Salvador.

Los “salvatruchas”, según la Subsecretaría para Terrorismo e Inteligencia Financiera del Departamento del tesoro, están identificados por su actividad delictiva violenta, en una lista que incluye a la mafia italiana La Camorra, el cártel mexicano de Los Zetas y la organización japonesa del crimen organizado conocida como Los Yakuza.

Una presencia “mara” en los Estados Unidos, que se ha mantenido con una dinámica tal que está ya localizada en la mayoría de los estados de la Unión Americana, que bien valdría la pena saber las razones de su expansión por demás impresionante en los últimos 40 años, a partir de la ciudad de Los Angeles.

No es nada difícil encontrar la respuesta, si consideramos que los “maras salvatrucha”, se han convertido en células de los cárteles del narcotráfico internacional que opera a lo largo y ancho de los Estados Unidos.

Corrupción es la respuesta más cercana a la realidad predominante desde siempre, de la doble moral estadounidense, que no ha querido reconocer la existencia de las mafias locales del narcotráfico en la que se combinan el liderazgo entre estadounidenses e inmigrantes, en contubernio

con las Corporaciones Policíacas del país.

Solamente así, se entiende que Estados Unidos sea el principal consumidor de drogas en el mundo.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.